Luz de luna roja

Capítulo 1: Encuentros extraños

Almas imperfectas que se entrelazan perfectamente… solo un soñador podría imaginarlo. 


El susurrante viento golpea su mejilla pálida y fría. ¿Habrá en sus pensamientos algo de espera? Me refiero a aquella espera que te hace fuerte, que trae cambio y que responde todo lo que te aqueja. 
De un lado a otro acompañando al viento la botella entre su mano se balancea. De un sorbo rápido el vodka barato quema su garganta, pero le encanta. 
Su cabello negro se eleva con el viento y un claro reflejo de la luna resalta sus oscuros ojos cafés. Enfoca su vista en las partituras que trae, aprovechando la luz tenue de la plaza “La Fontein”. Sumergiéndose en ellas no logra percatarse de el hombre que camina frente a ella.  
Su pecho impacta en ella y sus partituras caen al suelo, haciendo un movimiento muy veloz el agarro la botella antes que se caiga. Isabel se inclinó para recoger las partituras y al levantar el rostro para agradecerle se quedo inmóvil al verlo. Sus miradas están fijas, ninguno de los dos deja de mirarse. 
Los pensamientos de Isabel quedaron en blanco, olvido todo lo que le aquejaba y solo se concentro en observar esos intensos ojos grises. Su madre, la mudanza, el instituto, todo lo olvido, pero ese lapso de tiempo fue efímero. 


-Discúlpame, no te vi venir- musito Isabel, con la voz entrecortada y la mirada fija a la del hombre.  


Este extiende la mano, ella la toma y de inmediato se pone en pie. 


-Fíjate por donde vas- dijo muy serio- te podrías haber lastimado.  


Le dio la botella y siguió caminado. Atónita por su presencia intentó ver hacia donde se dirigía aquel hombre, pero desapareció en la noche.  
Mientras retomaba su paso, en lo único que pudo pensar era en ese extraño hombre de cabello negro y intensos ojos grises, que reflejaban amargura, peligro y misterio. Cuando mas se hundía en sus pensamientos, a cada paso que daba, un grito desconsolado de una mujer hizo que volviera a la realidad. 
Siguiendo los gritos, corrió lo mas rápido que pudo hasta que observo el estado en que se encontraba la mujer. 


-¿Qué le sucede? ¿esta bien?- pregunta Isabel intentando ayudarla. 

Al ver que no contestaba y que solo gritaba y lloraba, vuelve a preguntar: 

-¿Qué le sucede? ¿se encuentra bien?- dijo con voz mas fuerte. 


De un momento a otro, la mujer se quito la mano de su cuello y este comienza a sangrar, tanto que esta llenando su ropa de sangre. Isabel al ver lo que sucede saca su teléfono del bolsillo inmediatamente.  

-¿Hola policía? tengo una urgencia en la plaza “La Fontein”, una mujer se esta desangrando…. Muchas gracias…por fa…por favor… apresúrense. 

Nerviosa cuelga el teléfono y lo guarda rápido para así poder ayudar a la mujer. Le sostuvo el cuello para que no siga sangrando y intento tranquilizarla. Pronto escucho las sirenas de la ambulancia cerca. 
La mujer vestía un camisón blanco, el cual perdió su pureza ya que estaba completamente manchado con su sangre. Al observar bien la herida notó que tiene dos orificios en el cuello, por los cuales se estaba desangrando, si no se apuraban, la mujer moriría. 

-Ayúdenme, ayúdenme por favor- vuelve a gritar la mujer desesperada. Isabel intenta consolarla sin soltar su cuello, para que no pierda tanta sangre. 

-La ayuda esta en camino, no se mueva por favor. 

Isabel mira hacia todos lados, con la esperanza de encontrar alguien que la ayude, pero solo observa una sombra detrás de ella. Como si alguien o algo la estuviera observando. Vuelve a gritar, pero aquella sombra se disipo. 
Al cabo de dos minutos, llego el comisario y la ambulancia. Y con ellos las preguntas y las indagaciones.  

-¿Qué sucedió?-pregunta el comisario muy sorprendido, mientras los paramédicos se llevan en la ambulancia a la mujer- no emita ningún detalle. 

-Estaba caminando por la plaza, cuando de repente escuche a una mujer gritar, me acerque lo mas rápido posible y ahí la vi, debajo de este árbol sosteniéndose el cuello. De un segundo a otro se quito la mano y empezó a sangrar, luego pude ver que tenia dos agujeros en su cuello- explicó Isabel algo nerviosa.  

Recién ahora le vino a la mente la idea de que podría ser considerada sospechosa del incidente, en su cabeza se hizo un chequeo general, estaba cubierta de sangre y posiblemente olía a alcohol, además recordó que traía consigo una botella de vodka. Miró disimuladamente a ver si estaba cerca, pero no la vio, lo cual era raro porque la traía en su mano.  
Que raro, pensó Isabel.  

-¿Vio a alguien en ese momento?- interrogo el comisario.. 

-No. 

-¿Antes de lo que sucedió tampoco vio a nadie?. 

-No- volvió a afirmar, Isabel sabia que mentía, pero no estaba segura del porque.  

-Bueno, respecto a lo que sucedió mantenga discreción, esperaremos que la mujer declare y ante cualquier duda la volveremos a interrogar. Déjeme sus datos.  

Luego de darle sus datos, se despide y se da vuelta para irse. Pero la voz del oficial interrumpe su marcha. 

-¿Qué hacia sola a estas horas de la noche?. 

-Solo salí a caminar. Lo hago a menudo. 

-¿A las cinco de la madrugada?. 

-Si, como ya le dije lo hago a menudo.  

Luego de esa incómoda conversación continua su paso.  

-El comisario interrogándome porque cree que ataque a esa mujer, es tan ilógico. Por lo menos aproveche las ventajas de estar emancipada. Mi madre se pondría muy mal si sabe en la que me metí. ¡Ya estoy hablando sola!- exclamó Isabel mientras se aproximaba a su casa.  
*** 
-Buscamos sin parar, negocios, callejones, todo lo que se imagine- exclama Taylor- no pudimos encontrar nada. 

-¿Cómo que no encontraron nada?- reclama Christopher.  

-Es así señor, no encontramos nada.  

Al escuchar esas palabras Christopher golpea la mesa de su comedor cegado por el enojo. Solo puede pensar en que esta fallando y que sus enemigos se estarían riendo de el en ese momento.  

-Tráeme a ese hombre Taylor, solo en vos confío.  

-Eso hare.  
*** 
Isabel salió de la dirección del instituto, tuvo que dejar unos papeles para registrar su inscripción, esta vez esta caminando lento por los pasillos, mientras observa los casilleros. Le traen recuerdos del pasado, de golpe se ve abriendo un casillero, con Bruno al lado suyo y con Dany al final del pasillo, esperándola para juntas ir a almorzar y ser el centro de atención de toda la escuela. 
Un sentimiento fugaz de melancolía invadió su pecho, se preguntaba si todo volvería a ser como antes cuando regrese al colegio, si seguirá siendo  tan popular como antes, si sus “amigos” los que dejaron de hablarle hace mucho tiempo la volverían a integrar y si le seguiría yendo tan bien en las asignaturas.  
“¿Podre ser capaz de volver y hacer como si nunca me hubiera ido? “ Se preguntaba Isabel. El trabajo, la familia y las malas circunstancias la hicieron madurar demasiado rápido, no se sentía como la típica adolescente de 17 años. Ahora ella dependía solo de si misma, ni de sus padres, ni de su novio, ni de nadie, pura y exclusivamente de si misma. 
Termino de pasar el pasillo y se dirigió a las escaleras para salir del instituto. Pero una sonrisa juguetona la detuvo.  

-Ei preciosa- una voz melosa la frena. 

Observó hacia un costado y pudo ver a Lyon acercarse junto con Dany.  

-¿Cómo están?- se apresuro a decir Isabel, mientras los saludaba con un beso en la mejilla. 

-Bien preciosa y ¿tu?- exclama Lyon, mientras vuelve sus ojos hacia Dany, esperando una respuesta de su parte.  

-Bien- responde Dany al interrogante de Isabel- las cosas cambiaron mucho aquí desde que no estas, ¿sabes? 

-Me alegro mucho de verlos y de que estén bien. Me imagino que habrán cambiado, pero tengo una buena noticia- Isabel sonríe,  esperando una sonrisa aun mayor de ambos, pero solo Lyon responde con esta.  

- ¿Qué noticia? – pregunta Lyon. 

-La semana que viene regreso al colegio- musito Isabel sonriente.  

-¿A eso le llamas buena noticia?- pregunta Dany con una sonrisa sarcástica- me tengo que ir, chau Lyon.  

Luego de que Dany se aleja, Lyon acota: 

-¿Paso lo que creo? 

-Si Lyon, nuestra relación con Dany jamás volverá a ser lo era. Nunca volveremos a ser mejores amigas. Nunca.  




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