NARRA SIENNA
_Que descanses Sienna. –susurro ella-
_Que descanses Aria.
La imite. Al poco tiempo ella se habia quedado dormida. Y yo aún no podía lograrlo. Por mi mente se juntaban posibles escenas de como reaccionaria mi tío cuando vuelva.
Quizás podría mentirle. Decirle que me perdí y que luego encontré el rumbo. Asi tal vez se apiadaría de mí y no me gritaría tanto.
Me gire de lado en la cama. ¿A quién quería engañar? Él se enojaría conmigo de todas formas. Probablemente seguía molesto por lo de las cervezas y a eso debía sumarle el mal humor que tendría porque no le prepare la comida durante un dia completo. Trate de acomodarme mejor y disfrutar de que tenía debajo de mí, un colchón mullido y sabanas limpias, a diferencia de mi cama. Donde por más que lo lavara todo seguía teniendo un sucio aspecto.
Finalmente, en algún momento de la noche logre cerrar mis ojos y no volver a abrirlos durante un buen rato...
Por alguna razón sentía que no estaba dormida. Que caminaba, caminaba por un lugar totalmente oscuro. Que me golpeaba las piernas y los brazos con algún tipo de objeto que no lograba distinguir. Entonces oí un fuerte ruido como algo callándose y haciéndose añicos. Otro golpe más inundó este espacio y continúe caminando, teniendo cuidado de no golpearme.
De repente una voz que reconocía a la perfección me comenzó a llamar. Gritos enfurecidos, llenos de odio y de rabia pronunciaban mi nombre, con tanto asco que me provocaban escalofríos. Comencé a correr se oyeron más golpes, pero yo no lograba ver nada. Sentía que me perseguían, pero realmente no estaba segura.
La voz de mi primo acompaño a la de mi tío. Insultándome como siempre lo hacían, gritándome, tirándome con cualquier cosa que tuviesen en frente. Entonces sentí un profundo dolor en la zona de mis costillas, del lado izquierdo. lo sentí una vez más y levanté mi remera para ver de qué se trataba. Las marcas que tenía en la piel. De la vez que mi primo apago su cigarrillo sobre mí, se veían como nuevas. Como si las acabara de hacer. Y sentí el mismo ardor que habia sentido aquella vez, con catorce años, cuando se me ocurrió contestarle de mala manera porque el rompió el trabajo que debía presentar al dia siguiente en la escuela y el que con tanto esfuerzo habia hecho.
Los gritos no se detuvieron. Sentí mi cuerpo temblar. Mis lágrimas caer como cataratas por mis ojos y entonces caí. Caí como si no me hubiese dado cuenta que entre tanta oscuridad habia un acantilado esperando a por mí.
Abrí los ojos lo más grande que pude, tratando de visualizar donde me encontraba. No podía respirar, me estaba ahogando. Una sensación de desesperación golpeo mi pecho. Y comencé a hiperventilar, en un intento fallido de sentir algo de aire entrar a mis pulmones.
La luz cegadora de la habitacion se hizo presente cuando Aria la encendió.
Tome las sabanas con fuerza intentando calmarme y hacerme entender que me encontraba a salvo. Mi mano derecha se dirigió a mi pecho sintiendo como subía y bajaba desesperadamente y entonces Aria hizo lo mejor que pudo haber hecho alguien por mí en ese preciso momento. Se estiro por encima de mí y con fuerza abrió la ventana; que se encontraba al lado de mi cama. Dejando pasar una refrescante briza, que sacudió mi cabello y permitió que me calmara, pudiendo asi respirar mejor.
Poco a poco mi respiración se habia vuelto relajada y ahora estaba en un confuso estado de paz después de la tormenta que habia sentido dentro de mí.
_ ¿Te encuentras mejor? – sus palaras claras y en susurro sonaban muy dulces a mi oído. Nunca antes alguien estuvo cerca de mi cuando me ocurría esto. -
Asentí ligeramente. Aria salió de la habitacion corriendo y cuando volvió tenía un vaso de agua entre sus manos.
_Me asustaste muchísimo. ¡No sabía que te pasaba ni cómo ayudarte! –sus ojos reflejaban preocupación- encima mi hermano no está y no sabía que hacer... -tomo unos segundos su cabeza, claramente frustrada-
_Lo siento, lo siento mucho. No pensé que me volvería a suceder.
_ ¿Volver a suceder?, ¿Esto te pasa siempre? –sus ojos se agrandaron –
_No, no siempre. Solo algunas veces. – me miro atónita-
_ ¿Por.. porque te pasa? – levante la mirada de apoco y mi cerebro se quedó en blanco. Recordé la sensación de pánico que tenía durante la pesadilla y las voces gritándome... poco a poco mis ojoso se humedecieron y Aria pareció notarlo. Porque me abrazo con fuerza. Esto en definitiva no era normal. La calidez del abrazo, el sentimiento de paz que me causaba y por un segundo que me recordó a la misma sensación que tenía cuando mi abuela me abrazaba.
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Editado: 04.03.2019