Luz de mi sombra

Capítulo seis

Por la mañana me levanté debido a las voces cantarinas que se escuchaban fuera de mi habitación. Al abrir la puerta me encontré a mi papá y a mis hermanas sosteniendo un delicioso pastel de chocolate con diecinueve velas alrededor de este. 

El resto del día la pasamos en familia donde almorzamos juntos y tuvimos una hermosa tarde. Hace tiempo que no gozábamos de un momento así; donde reine la felicidad sin importar lo que pase después con nosotros.

 

— ¿Lista?

Asiento con un movimiento de cabeza hacia Alisse, mientras acomodo un rebelde mechón de mi cabello, que perfectamente mi hermana se encargó de recogerlo hacia un lado, dejando que los bucles de las puntas caigan como cascadas en mi hombro izquierdo.

— ¿En serio que estoy bien?

Me miro en el espejo nuevamente comprobando si mi atuendo y maquillaje no luce exagerado ni provocativo.

—Más que bien—responde detrás de mí, la miro a través del reflejo—, ese vestido te queda de maravilla.

—Si lo dices tú, te creo. Aunque ya siento que me da comezón.

La tela del vestido que estoy usando es confeccionada con lentejuelas, y aunque este no me roce directamente la piel debido al cobertor, siempre se siente la molestia del material.

—No quiero andar incómoda toda la noche—digo arrugando las cejas, dejando ver un poco mi desagrado. Alisse rueda los ojos y camina hasta mi tocador para tomar la máscara para pestañas.

Me sorprende la práctica que tiene al aplicárselo tan rápido, si fuera yo terminaría con la cara manchada y me vería como un mapache. Por suerte ella se encargó de mi maquillaje y evitó que eso sucediera. Y debo darle los créditos ya que se ha esmerado mucho en dejar mi rostro impecable.

—Y no lo andarás, Dea. Solo tienes que acostumbrarte a el.— Y eso espero, porque si empeora la comezón estoy segura de que terminaré en ropa interior bailando en la pista—. Pero si no lo quieres puedes pasármelo.

—No sabía que cuando regalas algo tengas que quitarlo después, eso es épico, Alisse. Pero tranquila que lo encontrarás hoy mismo en tu armario.

—Ya, claro—suelta con ironía

Tomo mi bolso de mano mientras nos encaminamos hasta la planta baja. En la sala de estar nos encontramos a Roxi y a mi padre viendo una serie de caricaturas, las preferidas de la niña. Esta última al vernos brinca del sofá hasta llegar a nuestro lado, y con ojos abiertos nos pregunta:

— ¿Puedo ir a donde van ustedes?

—Ellas van a un lugar donde tú no tienes permitido ir, Cariñito—le explica papa desde el sofá, pero su intento es nulo ya que la niña se acerca a mí y me mira con ojos tristes.

Su adorable rostro hace que me tiemble el corazón. Últimamente me he descuidado de mi hermosa niña, debido al trabajo y a mis estudios no le he brindado la atención que merece.

Me arrodillo, todo lo que mis sandalias de tacón me permiten, hasta estar a la altura de su rostro.

—Amor, has escuchado a papá. No puedes ir con nosotros, solo los adultos pueden.

—Pero yo quiero ir—su labio inferior tiembla, eso me informa que está a punto de llorar—. Yo soy adulta. Diles, papi.

—No, Cariñito. A penas tienes seis años.

Una lágrima escapa de sus hermosos ojitos al escucharlo decir eso. Con mi pulgar le limpio los ojos y beso su mejilla.

—Te prometo que mañana iremos al parque y compraremos un helado. ¿Qué dices?

— ¿Helado de fresa? ¿Me llevarás a ver los pajaritos amarillos?

—Sí, pequeña. Todo el helado de fresa que quieras. Ahora ve con papá y termina de ver esas caricaturas. —Asiente aun triste pero va de nuevo al sofá con papá.

Nos despedimos de ellos, y sin más preámbulo subimos al coche de Alisse, esta lo pone en marcha cuando le doy la dirección que me mandó Isack.

Andrea dijo que ella llegaría por su cuenta, al igual que Isack. De sus dos acompañantes no sé nada. Hoy en la mañana, cuando me llamó para felicitarme, no los mencionó de nada y cuando yo lo hice me ignoró completamente.

Diez minutos después llegamos al bar. Afuera de este, junto a las beses de la entrada y a una gran aglomeración de jóvenes queriendo entrar al moderno local, Isack nos espera con su típica sonrisa. La música es palpable desde aquí afuera, se siente la adrenalina y la motivación.

Cuando me acerco al chico de pecas se me lanza a los brazos y me da un beso bullicioso.

—Que preciosa te ves —me dice al oído. Yo le sonrío y le señalo con mi pulgar hacia un lado, hacia Alisse.

—Isack, ella es mi hermana, Alisse. Alisse, él es Isack, mi mejor amigo. Los he mencionado a ambos en mis conversaciones así que creo que ya se conocen.

Ellos me sonríen, y cuando hacemos las respectivas presentaciones decidimos que ya es hora de entrar y divertirnos.

— ¿Y tus amigos? —mientras buscamos nuestros lugares, me es inevitable preguntarle por ellos — No entiendo porque tanto misterio, de igual manera me enteraré de quienes se trata —le digo al ver como se adelanta unos pasos lejos de mí, evitando la plática—. ¿Me dirás?



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En el texto hay: muerte, secuestro, amor puro

Editado: 23.02.2018

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