— ¿Y qué tal por la maravillosa Universidad de Atlanta? —Me pregunta Sandra, bebiendo de su Coca-Cola.
Estamos todos reunidos en una cafetería, desayunando. Y cuando digo que estamos todos, lo estamos.
Dylan, Luke, Adam, Nicolle, Bestia, Demián, Lesly, Andrew, Sandra, Alanna y yo. No recuerdo haber estado con tantas personas antes, y a mí que me parecía bastante poco. Tuvimos que unir tres mesas para poder sentarnos todos juntos.
Me encojo de hombros, bebiendo mi batido de frutas.
—Tan pretenciosa que me parecía bastante aburrida. —Respondo. —Solo conocí a una chica que no presumía sobre estar en una Universidad súper cara.
—Si te consuela, a mí también me aburriría ver a la mayoría de estudiantes estar forrados de dinero y que presuman de ello.
—Igual no me salvo de eso. Mi trabajo es un club para personas con dinero, y si quieren ligar contigo, lo primero que hacen es nombrar cuantas propiedades tienen para impresionarte. —Pongo los ojos en blanco.
— ¿Cuántos han querido ligar contigo? —Me pregunta Dylan, divertido.
—Más de lo que me gustaría.
—Igual podríamos ir alguna vez. —Propone Lesly. Veo de reojo a Bestia que no nos presta ni la más mínima atención. —Podríamos permitírnoslo, ¿no?
—A mi me da mucha curiosidad. —Le sigue Andrew.
Sigo comiendo sin decir nada más. Todo se va en que quieren ir a ese club, de que pueden pagarlo, en que quieren sentirse millonarios por una vez. Yo me desconecte desde hace tiempo. Siento la tranquilidad y el alivio de estar con todos mis amigos, sin ningún tipo de problemas. Aunque con Bestia…bueno, no he arreglado nada con él, pero siento que la tensión entre él y yo ha disminuido bastante.
Yo ya termine de comer, pero aun faltan los demás por terminar. Nicolle se ha aprovechado de eso y ha pedido un postre. Yo hago lo mismo y me pido otro batido.
Bestia me mira tenso, finjo que no me doy cuenta, pero frunzo el ceño, confusa.
—Buenos días. —Alguien se acerca y se sienta frente a mí, con una chica a su lado. — ¿Desayuno en familia?
Miro a la persona y me doy cuenta de que se trata de Mason, con una chica muy diferente a la que había llevado aquella noche al club.
Casi pongo los ojos en blanco cuando me sonríe ampliamente.
—Hannah. —Dice mi nombre lentamente. —Hace tiempo que no nos tomamos unas copas juntos.
No digo nada, pero siento todas las miradas sobre mí. Él sonríe, coqueto, sabiendo lo que hace.
Crea el caos.
Siento mis mejillas arder, pero no se me pasa por alto que Dylan me mira con el ceño fruncido y que luego mira a Mason fijamente, como si quisiera estrangularlo ahí mismo.
Mason nunca será mi persona favorita, jamás, pero… ¿Qué hay con el chico como para que lo miren de esa manera?
El se sienta a la chica en sus piernas y me sigue mirando con una sonrisa lado. Entrecierro los ojos intentando notar que es lo que trama, pero no lo sé.
Solo sé que le divierte demasiado.
Me levanto de donde estoy para ir a la barra, pero cuando lo hago, Mason me sigue, sentando a la chica en la silla donde estaba el y tras ese movimiento, otra persona lo hace…Bestia.
Nos quedamos mirándonos.
Joder que incomodo…
Soy la primera que romper el contacto visual, y voy hacia la barra. Miro de reojo la sonrisa vacilante de Mason cuando camina a mí para acercárseme, aprieto los labios y entonces…siento unos brazos en mis hombros.
Me tenso inmediatamente pensando que sería el rubio, pero no, es un pelinegro demasiado sexy que mira al frente con el ceño ligeramente fruncido. Ambos llegamos a la barra. No decimos nada, solo espero mi batido, aunque tengo esa urgencia de querer llenar el silencio con lo que sea, pero no se me ocurre nada.
—Te estás haciendo una mala expectativa con Mason, ¿te has dado cuenta?
Contengo la respiración cuando es él quien me habla. Una vez mas es él quien toma la iniciativa.
—No tengo ninguna expectativa con él, la verdad.
El sonríe ligeramente.
— ¿Y qué hacías con ese imbécil entonces?
Suspiro pesadamente, mirándolo.
—Nunca estuve con él. —Aclaro. —Simplemente me pidió una cerveza en el club justo antes de verte mi primer día de trabajo.
Asiente con la cabeza con una ligera sonrisa. ¡El ya lo sabía!
—Si eres inteligente como pensaba.
Sonrío, divertida, negando con la cabeza.
—Vaya, gracias.
Me entregan mi batido unos minutos después.
— ¿Nunca te cansas de tomar ese estúpido batido? —Me pregunta el, mirándome con una mueca.
—No le digas estúpido. Se merece respeto. —Lo empujo en el hombro. El me mira divertido. —Y no, nunca me cansare de lo que me gusta.
— ¿Te has despertado inspirada, Hannah Montana?
Le pongo mala cara cuando empieza a reírse de mí.
—Nunca es demasiado tarde para que se arruine el día, ¿no?
El sigue sonriendo.
—Tranquila, apenas estamos comenzando. Son las nueve de la mañana.
—Que consuelo, muchas gracias.
—Mira, un poco de sarcasmo para variar.
Lo miro con los ojos entrecerrados.
— ¿A qué te gusta?
El desaparece la sonrisa poco a poco y yo trago saliva.
He dicho eso sin querer y lo he arruinado.
—Te luce. —Dice finalmente.
Lo miro y le dedico una sonrisa fugaz.
Al cabo de media hora, luego de todos pagar, nos fuimos cada uno a nuestros deberes, no antes de que Demián me detuviera para hablarme.
— ¿Tienes algo con Mason?
Frunzo el ceño, confusa.
— ¿Eh? No…
— ¿No? ¿Y por qué te hablo de esa manera en la cafetería?
Pongo una mueca, aun confusa por su actitud.
—El fue una noche al club donde trabajo y me pidió una cerveza, me miro y me reconoció como la novia de Bestia, luego me dijo que le diera saludos a él, de parte de Mason, y lo hice. —Le explico atropelladamente.