—No lo ajustes tanto— miro mi cuerpo dentro del corset, —No podré ni respirar.
—Lo siento querida— la doncella de mi familia me mira por el espejo.
—¿Es necesario llevar corset?— pregunto —Son horribles.
—Son un símbolo de que estás en la edad casamentera y sirve para que los caballeros del reino manden sus propuestas a tu padre— habla —Tendrías que tener algunas después de esta noche.
—No necesito un esposo, no en estos tiempos, estoy muy ocupada defendiendo mi reino y un hombre en mi vida amorosa complicaría todo— pongo mi espalda recta —Necesito defender a mi gente, y para eso no tiene que haber distracción alguna.
—Ven, te pondré las sandalias— hace que me siente en mi cama.
Luego de terminar de cambiarme, un criado tocó la puerta para avisar que el baile estaba por comenzar y que bajáramos.
En los bailes de nuestro reino, los colores de las vestimentas son todos claros, muchas personas prefieren los pasteles, o solo usan prendas blancas.
Mi madre, es una de ellas, lleva un vestido blanco hasta el suelo, parecía un repollo, era un vestido simple que en la parte superior tenía toda la tela en tiras cruzadas, y nunca faltaba su corona de oro en su cabeza, su cabello estaba recogido y no llevaba joya alguna.
Mis hermanas optaron por colores como el amarillo y el violeta, eran vestidos totalmente diferentes, pero estaban cargados de pedrería.
En cambio, mi vestido era de color aguamarina, y tenía unos toques de diamantes en la pollera, no usé corona esta vez, pero elegí un collar de zafiro, que había heredado de mi abuela.
Los hombres siempre optaban por trajes blancos con toques de oro.
Estaban por empezar y me dirigí al lado de mi familia, cuando mi padre comenzó a hablar:
—Sean bienvenidos todos— levanta una copa, —Disfruten y vivan el baile— era un brindis general, todos levantaron sus copas, menos yo.
Sabían que estaba la guerra detrás de la puerta, había personas que se morían de hambre a fuera, pero nadie hacía nada, había demasiada comida como para la cantidad de gente en el salón, era un exceso y un festejo demás.
Observé a los invitados y entre todos ellos destacó una chica, Cresseida, la Princesa del Reino Oscuro. Vestía de gris y con un diseño similar al de mi madre.
Que carajos hacía aquí. Busqué a Luke pero no lo encontré, cuando vuelvo a posar la vista en la princesa, mis hermanas hablaban con ella.
Pero había alguien que no encajaba, detrás de ella había un hombre que me resultaba bastante conocido, y por sus facciones sé que no es de este reino.
—Rania— una voz masculina habla —Te he estado buscando toda la tarde— Luke me miraba preocupado, —Tengo noticias.
—¿Qué sucede?— mi madre se acerca.
—Aléjate de ella— espeta contra Luke. —Te lo he dicho mil veces, delante de las personas no te quiero cerca.
—Si mi reina— aprieta sus dientes y mi madre me agarra, —Solo tenía que avisarle algo a la princesa.
—No lo harás, no quiero que la metas más en toda esa porquería— nada en lo que me metía era una porquería. —Y tu eres otra— habla hacia Luke.
—No madre— contesto y aparto mi brazo de su mano, —Tú has hecho que me meta en esto, tú y tu comportamiento, siempre has tratado de cambiarme, de hacerme ser una persona como tú, tú tienes parte de la culpa y toda la demás es mía. Pero Luke no es ninguna porquería, porque si así lo fuera, ya hubiera hecho que se fuera del reino.
Empiezo a caminar hacia la puerta principal, necesitaba aire.
La noche estaba fresca, la luz de la caballeriza estaba encendida, cuando llego hasta allí no había nadie, Apolo, mi caballo estaba al final atado a un poste.
▪ ▪ ▪ ▪ ▪
El ruido del galope era el único en la oscuridad, veía el reflejo de la luna en las hojas de los árboles, era todo igual, pero una blancura resplandeciente destacaba en la negrura de la noche, la cascada del Ángel.
Cuando toco el suelo, levanto mi vestido para que no se ensucie, la orilla del lago blanco brillaba por la luz que producía el agua de la cascada.
—¿Sabes que a mi no me afecta lo que diga tu madre? — la voz de Luke suena a mis espaldas.
—Lo sé, pero ya me tiene cansada, siempre quiere hacer cumplir sus caprichos, — digo —No logrará nada conmigo, porque sé lo que tengo que hacer y es lo mejor para mí.
Luke se tira a mi lado.
—Perdón por lo que diré — habla, — pero tu madre está loca— río.
—Loquísima— digo y ahora es él el que ríe.
Estuvimos un rato largo mirando embobados la belleza del agua.
—Creo que deberíamos volver— su cara está iluminada por la luz del agua, —Por que el que se enfadará en esta ocasión, será tu padre.
—Tienes razón— me levanto y le extiendo la mano. —Vamos.