Mateo O'Brien
Este día ha sido el mejor de toda mi vida, jamás me había sentido tan feliz y relajado. Desde que empezó a amanecer me sentí cómo un pequeño niño al que le dan su juguete favorito, quisiera decir que no entiendo las causas. Pero esta sonrisa no se me ha borrado de la cara.
En resumen, la noche que pase con Melanie me alegra la vida. No hicimos nada extraordinario, ni relevante. Aquella noche prepare algo de té y saque unas galletas que le tenía escondidas a Christian. Nos sentamos con una manta y nos pusimos a ver todas las películas de Marvel, bueno, no todas. Pequeños momentos que hacen que algo dentro de ser sacuda con fuerza, algo que sólo ella ha logrado provocar.
—¿Así que tuviste que ser tú, Matt?¿Has escuchado que los amigos no se deben de meter con las exnovias de sus amigos? —Saco mi camiseta y giro topándome con Antoni.
Su cara de niño engreído y galán eran algo que no le calzaban.
—Vaya regla estúpida. Soy libre de hacer lo que quiera y con quien quiera —suelto un suspiro y me recargo en los casilleros.
—Si lo que buscas es agregar una chica más en tu lista de sexo. Te aviso que ella es mía —da un paso tratando de intimidarme.
—Seguro ¿En dónde está anotado? —Encojo los hombros.
—Lo digo yo. Esa zorra es mía. Estás avisado por si no quieres un problema. —Dos chicos más se unen detrás de él.
¿Acaso no sabe pelear sin tener quien le cuide la espalda?
—Delante de mí le llamarás por su nombre, Melanie. Ella no es un trofeo para que la proclames tuya —mi voz seguía pacífica. Aunque por dentro trataba de controlar mi carácter.
—¿Qué harás, O'Brien?¿Me pondrás en ridículo cómo a tu ex novia? —Ríe con sorna—. Se te olvida que mandaste a golpear a mi padre, el cual al mismo tiempo fue tu padrastro y te crió. Estamos hechos de la misma madera, no quieras comportarte como un hombre inocente. No lo eres.
—Claro que soy yo y no sabes cuanto goce ver a tu padre escupiendo sangre por la boca. —Meto las manos a mis bolsillos—. Tampoco dejemos de lado a la niña que juraste cuidar y terminaste dañando más.
Ambos sabemos por dónde atacarnos. Será ingenuo si de verdad quieres seguir con esto.
—Mi padre nos obligaba a ser así. —Aprieta los dientes.
—Haré cómo que te creo —río y me enderezo—. Sabes bien que no te conviene hablar. Ahora al tema principal. A Melanie me la respetas a Deryl igual. Y si te metes con mi hermano te ira mucho peor.
—¡Melanie es mía, carajo! —grita y yo suelto un puñetazo callándole.
Su cuerpo cayó hacia atrás por el impacto de mi puño, su labio se abrió un poco dejando un hilito de sangre, el color de su boca cambió a morado y su cara a un blanco fuerte, parecía que había visto un fantasma. Mi intención no era dañarlo, era callarlo y lo logre.
—Te repito una vez más, ella no es un objeto —lo apuntó con el dedo índice—. Y me la respetas.
Sin darle tiempo a protesta cierro mi mochila y agarró la camisa que ni tiempo me dio para ponérmela. Me puse en marcha hacia la salida. Ni siquiera volteé a verlo, no me interesó en absoluto las quejas que ponía. No era la primera ni la última vez que pasaba por esto. Dejé mi mochila en una de las bancas cerca de las canchas y me coloque mi camisa. Saqué el teléfono de la mochila e inmediatamente me llegó un mensaje de Melanie “Estoy por terminar mi clase de ballet, te veo en dirección, gigantón”.
¿Les dije que hoy era el mejor día de mi vida? Pues se puso mucho mejor.
Caminé rápidamente hasta llegar a la entrada de la escuela. El timbre había sonado así que las personas se estaban amontonando en los pasillos, una de las cosas que más odio. Entre empujones, quejas y enojos logré llegar a dirección y por supuesto del otro lado llegaba Melanie.
«Toda preciosa»
(…)
Melanie Hernández
—Ten… —Lo miro y me extiende unas galletas y una leche—. Me las dieron en la cafetería y no me gustan. Me dio flojera cambiarlas así que te las traje.
—Gracias. —Los tomó y abro el paquete de galletas—. Estas me gustan mucho.
Dio una sonrisa a medias y con la mirada agachada siguió el camino para llegar a su auto.
—¿Pasa algo, Matt? —Lo tomo de la mano para detenernos—. Sucedió algo antes de que llegaras por mi.
—¿Te puedo preguntar algo? —Dice sin despegar la vista del suelo—. Si no quieres responder está bien.
—Está bien… —Le doy un sorbo a mi leche.
—¿Cuál fue tu relación con Antoni y por qué gritabas mi nombre aquella anoche? —Su voz era directa sin ningún rodeo.
—Antoni fue mi novio durante mucho tiempo. Sólo que él… —suspiro y tragó saliva—. Era una mala persona.
Él asiente con la cabeza y da una bocanada de aire llena de frustración, desespero. pero más notable, enojo.
—Yo no te había contado, pero tengo una media hermana —me mira de reojo—. Ella es hija de mi madre y su padre es papá de Antoni. Convivimos cómo hermanos pero yo era muy unido a mi hermana. Su padre fue arrestado por fraudes fiscales que causaba en su trabajo. Hace poco lo soltaron, al parecer hubo movimientos ahí, cosa que a mi no me pareció y bueno. Ese lapso de la historia ya la conoces. —Estaba tranquilo pero sus palabras sonaban con rabia—. En ese tiempo que él estaba en la cárcel, Antoni fue el encargado de cuidar a mi hermana junto con un familiar. Él descargaba todo su coraje en ella, de todas las maneras posibles, se escuda diciendo que su padre se lo ordenaba. Pero yo sabía que no. Se procedió a una demanda pero ella la retiró, por miedo…
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Editado: 09.03.2024