Melanie Hernández.
—En realidad, siento que mi padre se hacía el loco —expresa Christian—. Mamá era de las mujeres que se les notaba el embarazo muy fácilmente, pero no era que a él le importara mucho. Sólo quería irse de casa.
—En esos nueve meses mi madre nos descuidó bastante, sin contar el proceso donde se alteraba por no consumir nada —prosigue Matt—. Y cómo mi padre no nos quería en la casa, mi madre nos llevaba a la casa del señor McCall. Ahí nos quedamos todo el día. Por lo menos el refrigerador tenía comida, así que era lo que nos importaba. Pero mamá jamás nos dijo que está embarazada, hasta tiempo después supimos que si una mujer tiene la panza así es por un embarazo. Ni siquiera teníamos el conocimiento de algo como eso.
»Cuando nace Luna, las cosas cambiaron bastante en esa casa y no para cosas buenas. Él ya no podía golpear a mamá por tener que darle de comer a la bebé, así que esos golpes se fueron directamente a mi. Todos los días me metía a una habitación, me obligaba a desnudarme y después de eso me golpeaba. Ponía una toalla sobre nosotros para que no quedaran marcas en nuestro cuerpo. Era día tras día. Una rutina que ya sabia a qué hora tocaba meterme a ese cuarto.
»Paso mucho tiempo hasta que Martha nos llevó a su casa y bueno. Esa historia ya la saben. El señor O'Brien nos daba todo lo que necesitábamos, casi nos consentía y siempre nos remarcaba que nosotros éramos sus hijos. Luna y Antoni se quedaron con su padre. Mi madre tiene prohibido acercarse a nosotros, por supuesto mi padre fue encarcelado y a los meses se suicidó. En ese momento el trauma era tan grande, que yo no podía ni contar lo que el señor McCall nos hacía. Y Christian… Christian quedo en completo shock; no hablaba, casi no comía, no ponía atención en la escuela, así que tuvieron que meterlo a una escuela especial y llevaba psicólogo igual que yo.
—Jake permaneció a mi lado en esos tiempos —sonríe Christian con nostalgia—. Matt pasaba mucha horas fuera de casa, ya que por parte del juez tenía que hacerle preguntas psicológicas. Así que Jake se hizo mi compañero cuando estaba solo en casa, no hablaba, pero él me entendía perfectamente cuando quería algo. Supongo que ahí conocí al que por tano tiempo lo vi cómo mi heroe. —Ríe.
»Fue tanto mi apego a él que cuando me tocaba ir al terapeuta, Jake iba conmigo y le contaba todos mis comportamientos y rarezas. Mientras, yo seguía sentadito en un sillón. Quizá a Matt le tocaba el dolor físico y a mi me tocaba el dolor emocional. Matt jamás dejo que me pegaran, me maltrataran, ningún tipo de daño le permitió. Y de tiempos inmemorables, Matt tiene buen sazón en la cocina y no porque le guste, era una necesidad que el me preparara algo de comer. Abarcaba el papel de padre sin saberlo, cosa que a la larga le fue afectando.
»Estaba traumado con las muestras de afecto, así que no dejaba que nadie me tocara excepto Matt y después de tiempo, Jake. Supongo que de ahí viene la maldita burla de que a mi me gustaba él y no puedo negar que algo dentro de mi se alteraba. Pero creo que lo que más sentía era la gratitud de haber sido mi compañero, su apoyo fue mucho y lo remarco porque él no era mi hermano, no era su obligación pero ahí se quedó, a un lado de Matt, a mi lado. Sigo recordando cuando hable por primera vez. Iba entrando a la cocina y Jake estaba sentado en la barra y le dije: Dame helado, cabellos locos. Fue tanta la emoción que me regalaron un bote de 5 litros de puro helado de chocolate. ¿Adivinen quien se enfermó?
—Una de las tantas tardes que pasaba con mi familia, mi padre me hablo a mi y a mi hermano. Subimos a su habitación, comimos dulces, reímos, pero algo inusual pidió mi padre. —Luna cierra los ojos y suspira para comenzar a ser la narradora—. Me da asco tan solo de pensar en sus manos, es su risa, en… Todo.
»Una vez Matt me dijo que nadie debía tocar mi cuerpo si no quería. Al siguiente día, Matt fue a mi casita junto a Martha y no se como pero yo les dije lo que mi papá me hizo. Les mostré cómo y dónde. También el señor O'Brien me ayudo bastante, solo que conmigo se quedo mi abuela y mi hermano. Parece una cosa tan maravillosa ser encontrada por esas personas, pero todo estaba apenas comenzando. Antoni conforme fue creciendo comenzó a tomar el comportamiento de mi padre. En ese mismo tiempo conocimos a Fernanda. Una chica que su mamá era recogedora de basura, y nosotros le hablábamos para ir a jugar.
»Ahí fue el inicio del equipo dinamita, pero también era el inicio de lo que era Antoni. Noche tras noche era soportar lo mismo, me hacía lo mismo que papá me hizo. Para esos días yo no era tan fuerte, sentía lástima, sentía que lo hacía por ser educado por mi padre. Cada tarde miraba a los chicos y casi les pedía ayuda con la mirada. En realidad mi madre no sabe que Antoni me hacía esas cosas, piensa que solo nos peleamos como niños pequeños. Mi única escapatoria era el internado, así que con mucho trabajo logré pasar el examen de secundaria y quede. Ahí fue cuando hui. Jamás hable en ese momento hasta tiempo después, la primera fue con Matt, la segunda con el psiquiatra y la tercera es esta. Un día, Antoni se peleó con Matt, estaba demasiado borracho y dijo en voz alta que él había jugado conmigo muchas veces. Después Matt me hablo y…aun no soy tan fuerte para meter cartas en el asunto. Se que no soy la primera, pero me dolió el hecho de saber que… Que el amor de mi hermano mayor también cayó en las manos de Antoni.
»Siempre he odiado a las personas que justifican su mal carácter con sus traumas de la infancia. Porque yo conozco nuestra historia y jamás he querido que alguien pase por eso. Yo no desquito mi tristeza contra otras personas, yo no soy así.
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Editado: 09.03.2024