Luzbell

Capítulo X.

Alejandro estaba especialmente observador esa noche, aunque recientemente Sandra lo había visitado dentro de sus sueños, o lo que sea ese lugar, nada nuevo paso, aunque la criatura se vía especialmente violenta y con ganas muy palpables de destruirlo.

Alejandro se dio cuenta de que jamás lo había atrapado ni destruido, siempre lograba pelear y escapar en última instancia.

—Eres un idiota, no puedes hacer nada— Dijo la criatura obesa que fingía ser su padre mientras trataba de atraparla con sus miembros extensibles— Nunca has podido hacer nada, eres débil.

La criatura extendió sus brazos hacia Alejandro dispuesto a aplastarlo pero este logro, esquivarlo por poco, entonces uno de sus dedos logro empujarlo contra la pared la estirarse en un ángulo extraño.

— ¿Lo ves? No puedes hacer nada— Dijo la criatura mirándolo despectivamente— Haces tú mayor esfuerzo para nada, siempre ha sido así y eso nunca cambiará, pequeño pedazo de excremento.

Alejandro se levantó del suelo y esquivo otro golpe de la criatura, era fácil leer sus movimientos, había enfrentado personas con mayor habilidad y precisión, por eso, ese monstruo nunca lo atrapaba.

A la mañana siguiente se dio cuenta de que estaba exhausto, nunca lo atrapo pero no parecía haber descansado nada ¿Qué tanta conexión existía entre ese mundo y el mundo real?

—Te ves horrible— Dijo una de sus amigas, era una chica alta, de cabellos castaños, ojos de un verde muy suave, era delgada pero con una hermosa figura, pues ella practicaba Lima Lama con él. Se encontraban en unas bancas cerca de biblioteca esperando a que comenzará su siguiente clase— ¿Dormiste bien? ¿Te fuiste con alguna chica?

—Bueno fuera— Dijo Alejandro en respuesta mientras negaba con la cabeza— No he podido dormir mucho, pero nada de que preocuparse, seguro que liberar tensión durante la práctica me ayudará.

—Seré especialmente dura entonces— Dijo su amiga mientras se cruzaba de brazos. De alguna manera le sorprendió escuchar que no se había acostado con nadie nuevo, si, acaban de entrar pero su vida había sido fiestas y desmanes.

—Creí que ya eres bastan dura— Comentó Alejandro de regreso hacia ella con una mueca sorprendida. Ella ya era una chica dura durante las prácticas que aparentemente eran suaves para ella. 

Alejandro había entablado relación amistosa con aquella chica de nombre Catherine Díaz desde la preparatoria. Era una chica dura, graciosa y sobre todo decía lo que pensaba sin importarle nada, además de que lo había aceptado con sus visibles problemas de ira y de autocontrol.

Tampoco quería admitirlo pero había terminado abriéndose mucho con ella durante casi todas las noches de fiesta, que habían sido prácticamente toda la semana pasada. Se tomaría un descanso hasta las fiestas por carrera.

Por otro lado Catherine había terminado interesado en el chico, era gracioso, atento, cuidadoso y pese a su problema de autocontrol y su aparente corazón roto y problemas familiares, no parecía perder el lado positivo, incluso cuando él solo se tiraba.

— ¿Tengo algo en la cara?— Peguntó Alejandro mirando a Catherine quien se había quedado mirándolo muy fijamente.

—Sí, creo que estas muy feo— Dijo Catherine sin darse cuenta de que posiblemente se sonrojo, por lo que decidió comenzar a moverse para que no se notará— ¿Vamos a comer algo? Muero de hambre y no quiero estar con el estómago molestándome durante la siguiente clase.

Sandra le menciono a Alejandro que lo mejor sería reunirse después de clases, esté confirmó mencionando que lo esperará fuera del edificio de deportes, un edificio de tres pisos detrás de los demás edificios donde había salas para hacer deportes de contacto.

— ¡Hola!— Saludo Irene que la miro por causalidad mientras caminaba de regreso hacia la salida desde la biblioteca— ¿A dónde te diriges? Oh, perdón por preguntar, solo quería curiosear…

—No te preocupes, no te vi por el pasillo y eso que salí varias veces— Comentó Sandra y finalmente saco algo de su mochila— ¡Ten! Antes de que lo olvide. No las hice yo pero mi abuelita insisto en que te las diera, para agradecerte por lo del sábado.

—No debieron— Dijo Irene, emocionada al mirar de cerca las paletas de chocolate que había en la bolsa, eran sencillas pero se veían bonitas, desde flores hasta figuras de animales— ¡Se ven fantásticas! ¡No me las comeré nunca!

—No, deberías comértelas antes de que se echen perder— Comentó Sandra deteniendo la loca idea de Irene con una sonrisa— ¿Ya te vas? Ve con cuidado, incluso si vas tan cerca…



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En el texto hay: libertad, magia, espejos

Editado: 25.09.2020

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