Luzbell

Capítulo XXIV.

—Bueno, no es necesario comenzar a pelear aquí, en medio de la escuela ¿Saben?— Les comentó Alejandro mientras levantaba ambos brazos para detenerlos— Aclaremos las cosas de una vez, podríamos ayudarlos.

— ¿Podrían hacerle entender a este tipo que no todo gira a su alrededor?— Leticia señalo a Gabino con desagrado— Si pueden hacerlo, por favor, háganlo, pero seguro les resultará imposible.

Gabino solo la miro con los ojos muy abiertos.

—Creo que esa no es la manera de afrontar el problema—­ Les dijo Sandra mirando a ambos seriamente— Matándose entre ustedes. De momento lo mejor sería que nos contarán su pesadilla, para entenderla.

Ambos la miraron sorprendida.

—Si es algo personal, creo que debo enfrentar a la fuente de mi pesadilla— Leticia se levantó de su lugar— Gracias por todo, yo me haré cargo y no los molestaré más.

—No es lo mejor— Le dijo Alejandro pero esta se fue sin voltear de nuevo.

—Es inútil— Dijo Gabino bajando la mirada y soltando un suspiro— ¿Qué me recomiendan, entonces? ¿Necesitan que les cuente todo?

—No es la solución más próxima, pero quizá te ayude a darte cuenta de tu error— Dijo José encogiéndose de hombros—­ Aunque claramente no te obligaremos a nada.

—De acuerdo, les contaré— Dijo Gabino. Ya se había rendido con eso de las pesadillas compartidas ¿Qué más podía perder? Tampoco les iba a contar todo. La pesadilla y quizá alguna que otra cosa.

Gabino les compartió su pesadilla, como comenzaba y como terminaba.

—La fuente de tus problemas es esa chica—Le dijo finalmente Sandra sin penárselo dos veces— No sé nada sobre su relación pero honestamente creo que te estas aferrando a una ilusión que tu mismo te hiciste en la cabeza.

—Debiste ser más suave— Le dijo Alejandro sonriéndole de lado.

—No lo comprenderían, han pasado cosas entre ella y yo— Les dijo Gabino sin mirarlos— Solo yo sé la verdad.

Esas palabras le dolieron pero al menos no lo mostraría.

—Deberías hablar con ella— Sugirió Alejandro mirándolo con una mueca. El mismo había pasado por algo similar pero su forma de enfrentarlo fue alcoholizarse— Deja las cosas en claro, eso siempre funciona, que te rechace o no será  lo de menos ya que terminar con ello. Estar en el limbo es estresante.

—O ser difuminado— Le dijo José sonriendo.

—Sí, verdad— Le dijo Alejandro mirándolo, visiblemente irritado— También puedes tomar mucho alcohol hasta que todo te deje de doler o hasta que te de un coma etílico.  Entonces solo importará tu vida.

—No le des consejos tan deplorables, no todos somos tan inútiles para terminar como tú— Sandra le miro con los ojos entrecerrados para luego regresar la vista hacia Gabino— Supongo que si han hablado de eso ¿No?

—Sí, pero nunca llegamos a nada— Gabino la miro haciendo una mueca de desagrado— Creo que tú misma lo notaste ¿No? No es fácil con ella y cuando lo haces te puede dar millones de largas sin sentido.

—Sí, parece que si— Sandra le sonrió de lado— Inténtalo de nuevo, no pierdes nada, quizá con eso de sus pesadillas, independientemente de que estén o no conectadas, puedan llegar a un acuerdo.

—Si no, ella puede intervenir— Sugirió Alejandro señalando a Sandra con despreocupación— ¿La escuchaste? Puede ser muy, pero muy sádica respecto a las verdades que sabe.

Gabino miró a Sandra y esta le sonrió avergonzada.

—Bueno, animal, no digas cosas innecesarias— Sandra le pego levemente a Alejandro, este simplemente lo detuvo con su mano suavemente.

— ¿Lo harías?— Pregunto Gabino mirándola con interés.

Gabino tenía la esperanza de que escuchando a alguien más, ella entraría en razón, y más si hablaban específicamente sobre su relación.

— ¿Les crees?— Preguntó Sandra nerviosamente para luego soltar un suspiro resignado— Lo haría pero necesitas primero contarme todo. Y que ella lo haga, sería imparcial, si me lo peguntas.

—Eso es lo que necesito— Le dijo Gabino sonriéndole­— Creo que será mejor irme por hoy ¿Te parece? Hablamos mañana, ya siento una extraña necesidad de golpearlos y no quiero hacerlo.

Sandra asintió y se adentraron en la escuela junto a sus amigos. Diego dijo que lo mejor que podían hacer era alejase mutuamente para evitar los ataques de fiebre mágica contra ellos.

Sandra debía prepare para escuchar la historia y encontrar soluciones. Eso era más lo que hacía una estudiante universitaria.  

— ¿Esta bien?— Preguntó Carmen mirando a Sandra que parecía pensativa en la mesa mientras comía el filete de pescado. Aunque no lo había tocado para nada— ¿Quiere que le prepare otra cosa?

—No te preocupes— Sandra le miró con una expresión llena de duda— ¿Qué haces para resolver una riña de pareja? Mejor dicho ¿Cuándo dos chicos son más tercos que niños pequeños?

— ¿Tiene problemas de pareja?­— Fue casi imposible contener la emoción de Carmen al escucharla hablar de ello— ¡¿Cuéntame quien es?! Digo, ¿Podrías contarme quién es?



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En el texto hay: libertad, magia, espejos

Editado: 25.09.2020

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