Luzbell: Reflejos

Capítulo VI.

— ¡Maldita!— Gritó la criatura con la voz de su madre mientras sus ojos inyectados en sangre la miraban fijamente, y Sandra no pudo evitar notar que sus nervios oculares expuestos parecían inflarse del enojo— ¡¿Cómo te a través a lastimar a tu madre?!

—Mereces ser castigada por tal pecado— Le dijo el monstruo con voz de su padre mientras caminaba lentamente hacia Sandra con la intensión de tomarla entre sus manos deformes.

Sandra no dejo de mirar su mano, aún estaba ardiendo, no era todo su brazo, era solo su palma, con flamas pequeñas pero brillantes y a la vez cálidas, pues no le hacían daño alguno en la piel y casi parecían hacerla sentir bien con su sola presencia.

La criatura estaba por tomar la cabeza de Sandra para aplastarla pero esta vez Sandra fue más rápida y uso la flama de su mano para quemar las manos gigantescas de la criatura la cual retrocedió molesta al ver sus manos quemadas.

La piel de la criatura comenzó a derretirse como si el calor aun le estuviera haciendo daño. El olor a carne quemada por poco hace vomitar a Sandra.

— ¿Cómo mierda estás haciendo esto?— Preguntó la criatura con la voz del padre pero ahora se escuchaba mucho más demoniaca, como si la voz de su padre estuviera siendo apagada lentamente— ¡Somos tus padres! ¡Obedécenos!

­—Ustedes no son mis padres— Dijo finalmente Sandra poniéndose de pie, aún estaba temblando, su mano que no estaba en llamas y sus piernas no parecían querer parar de temblar, pero aquella llama la hacía sentir terriblemente tranquila, relajada, incluso ante la sangre y ante aquellas criaturas.

La criatura con ropa de su padre se arrojó contra ella de nuevo y esta vez Sandra se preparó estirando su mano en llamas hacia la criatura, entonces las llamas se incrementaron y terminaron por abarcar a toda la criatura.

—Lo siento, sé que debo hablar, pero no sabía como ¿De nuevo me verían mal? ¿Estoy mal? ¿Hice mal desde el principio?— Les dijo Sandra, en realidad ahora solo estaba hablando con el monstruo que tenía la ropa de su madre— ¡Lo siento! ¡Lo siento de verdad! Mi orgullo me impidió hacer algo más…

El otro monstruo parecía haberse convertido en ceniza totalmente pues tras las llamas de Sandra, no había más que polvo blanco que flotaba por aquella habitación cerrada.

La otra criatura se movió rápidamente hacia Sandra quien levanto la flama en su dirección pero esta la esquivo y con un fuerte golpe termino estampada contra la pared, haciendo que su cabeza comenzará a dar vueltas.

—Debes aprender a obedecer a los adultos, solo nosotros sabemos lo que te conviene, solo nosotros podemos ser un modelo para ustedes— Dijo al criatura con la voz de su madre, nuevamente parecía más humana— ¡Y tú debes obedecer!

Sandra se dio cuenta de que era así como veía a sus padres, como seres a los que debía obedecer para mantenerlos contentos y de caso contrario, ellos podrían devorarla pero se preguntaba por qué hasta ahora lo notaba…

No lo notó antes porque simplemente no quería notarlo.

Cuando sus padres la rechazaron, ella misma comenzó a verlos como personas que solo la ataban, ella quería hacer algo divertido en aquel momento, ellos la encadenaron y lo peor de todo es que la ataban cada día más con miradas molestas o sin palabras cuando ella les mostraba algo.

Era su culpa ser tan rebelde, claro, ella misma había bajado de calificaciones y se las había mostrado a sus padres, esperando que no mostrarán indiferencia, quería ser nuevamente regañada y con ello finalmente podría hablar. Ellos tenían que escucharla pero ellos ya no buscaban respuestas a sus fallos, de hecho, jamás las buscaron.

Todos eran los culpables… Ella lo sabía y seguro sus padres también, y por el orgullo de cada uno, nunca se solucionó.

El monstruo con ropa de su madre corrió hacia ella nuevamente y trato de aplastarla con ambas manos pero Sandra reacciono y lanzo una nueva llamarada la cual la criatura nuevamente esquivó, entonces viendo que su mano estaba cerca de su rostro soló un grito.

No era un grito de terror, quería alertar a la criatura, distraerla de alguna forma pero esta ni se inmuto. Como sus padres reales frente a sus berrinches de niña…

La criatura tomo su rostro y trato de estrellarlo contra la pared pero Sandra provecho esto para colgarse de su largo brazo y apretar con ambas manos.

La llama de su brazo derecho comenzó a recorrer el cuerpo de la criatura que comenzó a luchar para que la soltará, pero fue imposible para ella, su cuerpo comenzó a derretirse, mostrando huesos humanos como si las criaturas nunca hubiesen mutado a sus horribles formas.

Sandra soltó una llamarada final, o al menos así lo pensó ella y una onda de fuego se extendió por la habitación, prendiendo la mesa y los muebles en llamas mientras la ceniza de ambas criaturas caía y llenaba la habitación.

El fuego no parecía estar quemando nada, de hecho una foto salió de entre las llamas y se fue a posar sobre la mesa, en ella, estaban los tres sonriendo como si nada después de haber salido de paseo.

Recordó lo feliz que fue en ese momento y lágrimas comenzaron a humedecer sus ojos. 

Sentía que no debía tenerles miedo a sus padres, no debía buscar que la regañaran o que le prestaran atención como antes, simplemente debía hablar con ellos, de adulto a adulto y como aquellas llamas, reconstruir lo que había perdido con ellos. Ella ya había elegido un camino y sus padres debían aceptarlo e incluso si no, ellos al menos ya estarían enterados.         



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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