Luzbell: Reflejos

Capítulo XX.

— ¿Qué hay?— Saludo José a Anahí quien estaba mirando su celular despreocupadamente. José se sentó a su lado como si nada.

—Bien, creo— Respondió Anahí, entonces abrió los ojos sorprendida de la extraña actitud de José. Rápidamente dejo su celular de lado— ¿Te pegaste o algo así?

—No— Respondió finalmente José mientras soltaba un suspiro— Solo quería disculparme, no debí portarme tan cortante cuando solo querías ser mi amiga. Aun eres molesta, así que espero que al menos estemos en paz.

La batalla finalizo el día de ayer cosa que lo dejaba bastante tranquilo pero aun había cosas que tratar con todas las personas involucradas.

En primer lugar debía discurse con Anahí, quien de alguna manera había estado con él. Podía ser una persona orgullosa pero debía tragarse el orgullo aunque sea un momento. Estaba dispuesto a aceptar que ella tampoco se quedaría, su culpa, pero al menos se disculparía por todo.     

— ¿Bromeas?— Preguntó Anahí de regreso mientras se inclinaba hacia él— Me trataste mal mucho tiempo, así que debo hacer lo mismo o aproximadamente dos semanas, para estar en paz.

— ¿En serio?— Pregunto José mientras la miraba, mostrándose algo sorprendido— ¿Una especie de venganza?

—No, para nada, más bien, trabajos en equipo que hay que hacer— Le dijo sonriéndole un poco, para luego hacer una mueca— Espero que haberte metido en mis equipos sin tu consentimiento no sea un problema mayor para ti. Ahí me las cobraré, así que aguántate.

—Lo haré— Dijo José sonriendo de lado— Pero gracias.

José sabía que aún le costaría abrase con ella o con cualquiera pero era un avance. Le agradeció en silencio por darle otra oportunidad.

No pudo evitar pensar en la noche que paso.

— ¡Tengo miedo!— Gritó el Gran José moviéndose en aquel salón pequeño en un berrinche mientras José trataba de evitar que los pies lo aplastarán— ¡Me agradaba el otro chico!

—No pude venir, lo siento— Se disculpó José mirándolo severamente— Pero debes entender que no lo necesitamos. Podemos hacerlo solos…

El gran José se dio cuenta de que estaba hablando mucho más tranquilo que otras veces que se enfrentaron.

— ¡No, no quiero estar solo!— Dijo el gran José mientras trataba de tomarlo— ¡No lo entiendes, no quiero estar solo, quiero amigos, quiero que me acepten…!

—Incluso si eso es verdad— Lo estaba admitiendo—  No vamos a encontrar un amigo sin más, no todos nos aceptaran y eso está bien ¿Entiendes? Estaremos solos y tenemos que hacerlo solos…

—El chico dijo que estaría conmigo, que podía ser mi amigo—­ Dijo el pequeño José mientras acorralaba a José y lo tomaba con sus manos— No voy a estar solo si estoy con él ¿No?

—Pero al final podría también irse ¿Entiendes?— Dijo José tratando de soltarse— Podría  molestarse con nosotros, como todos ¿No lo entiendes? No podemos arriesgarnos ¿Quieres sufrir?

José sabía que podía hacer amigos, no era del todo asocial pero no debía forma lazos para evitar sufrir cuando se rompan. Ya sea por su propia actitud franca y cruel, o por sus amigos.

No quería sufrir. Y no podía rechazar quien era solo para convivir.

—Pero ¿Cómo sabes que vamos a sufrir?— Pregunto el José enorme derramando lágrimas. Algo que dejo al pequeño José en shock.

No pudo responder nada. Incluso dejo de luchar.

—No quiero estar solo, y no quiero sufrir— Dijo el gran José mientras bajaba la vista, aun llorando ruidosamente— No quiero, eso quiero.

No lo sabía. Esa era su respuesta. No sabía si sufriría pero todo lazo conlleva sufrimiento al final. Amigos o pareja, todo con lleva dolor y eso era que no podía ser desmentido. Arriesgarse era sufrir.

— ¿Cómo lo sabes?— Volvió a preguntar el gran José mientras volvía a levantar la vista— ¿Cómo lo sabes? Un presentimiento o una estadística ¿En serio?

El gran José comenzó a apretarlo con fuerza.

—Solo tienes miedo— Dijo el gran José­— Eres un miedoso que vive a la segura…

Eso era verdad, era un miedoso. No quería arriesgarse a perder nada pero ese niño tenía razón. Arriesgarse significa sufrir y perder pero también ser feliz y ganar por un lazo, por una amistad, por una pareja.

No lo sabía. Él no sabía si sufriría o no pero solo había una forma de saberlo.

—Puedo ser tu amigo— Le dijo Alejandro levantado el pulgar— No tengo amigos hombres, vamos que podríamos ser buenos amigos con eso de que ambos entrenamos y más importante…

José también pudo ver a Anahí por un breve momento.

—Espero que tu expresión de pocos amigos sea solo por apariencia— La dijo Anahí mientras le tendía la mano— Trabajaremos en equipo así que tratemos de que sea sencillo para ambos.

—Hay otra chica que quiere ser tu amiga, eso está bien, quizá valga la pena. Solo los amigos de verdad se quedan contigo pero ¿Cómo saber quién es un amigo de verdad?—Nuevamente la voz de Alejandro sonó en su cabeza— Hay que arriesgarse…

—Pepe ¿Estás bien?— El tono de Anahí, en ese momento estaba cargado de preocupación ¿Pudo reconocerlo la primera vez? No— Yo no pude hacer nada y por…



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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