Huyendo de las discusiones de las discusiones May terminó por subir. Durante el transcurso de la mañana su hermana hizo berrinches por la falta de diversidad en su ropa. Al hartarse de ella, su madre la envió donde May disfrutaba de galletas y leche con sus abuelos. La abuela le enseñaba a bordar mientras el abuelo leía escuchando la radio.
-No quiero bordar –gruñó- solo sirve para picarme con la aguja
-Entonces les enseñare a cocer
-Prefiero comprar mi ropa
-No tenemos dinero –dijo May- estamos quebrados
-Si fuera tú me preocuparía más por lo que meto a mi boca
La madre detuvo a Dina, le dolía la cabeza de tanto escucharlas. La abuela fue más severa al regañarla, ella torció la boca mientras se cruzaba de brazos.
-No importa, es cierto
-Aunque estuvo mal hablarte así, tiene razón, princesa –dijo su mamá- no deberías comer tantas galletas, ya tienes suficiente con tu peso. No querrás subir más.
-Esas son tonterías –dijo su bisabuelo- la niña está bien, es sana y bonita.
-En tus tiempos quizás Ritter –dijo la madre- pero no en estos. Necesita una dieta, quien sabe cuántas libras ha subido estos meses, y quien sabe cuántas más va a subir aquí si sigue comiendo de esa manera. Es por su salud.
-Me preocuparía más por Dinora –dijo la abuela- tus tiempos o los nuestros, ella es demasiado delgada.
-Es una chica saludable y hermosa. Y May también debería, si no comiera tantas galletas.
May ignoró el comentario de su madre siguiendo con el bordado. Su madre no era muy buena escogiendo palabras, era una mujer de buenas intenciones pero que por su total falta de talento al hablar a menudo terminaban por hacer sentir mal a quien la escuchaba. May dejó las galletas hasta que salió de la sala y su abuela le devolvió las galletas. Para su suerte podía contar con ella para sentirse mejor. Sin embargo, si su abuela ni su bisabuelo podían ayudarle con su hermana. Al final, como castigo por su mal comportamiento la abuela termino por llevársela a un viejo taller de costura que habían encontrado durante la inspección.
May se retiró de la sala en busca de aire fresco. Disan y Ninel tendrían conversaciones interesantes para ella, incluso de no ser así siempre podía jugar con Esther. May se excusó para volver a su habitación pasando de largo hasta subir la escalera. Parecía ser que sus pies recordaran el camino hacia las habitaciones, caminaban por sí mismos, por lo que se dejó llevar. Mas tardo en lamentarse que en darse cuenta, una mala vuelta la llevó por un pasillo que apenas si había visto. Estando dispuesta a regresarse el sonido del rechinido la detuvo, la única puerta en aquel pasillo dejó salir a quien menos esperaría ver.
-Du warst sät -pronunciaron sus bellos labios- Ich habe zu lange gewartet
Du solltest es nicht tun
Mayrin retrocedió sin apartar su vista, su sonrisa era confusa y aterradora, desapareció solo para aparecer frente a ella.
-Komm zu mir, Süße
-¡Keine süße für dich!
Su expresión complaciente cambio por una confusa. Dio media vuelta corriendo por los pasillos solo para encontrarlo de frente; sus pies se tropezaron al intentar detenerse, atravesándolo, May gateo para alejarse tan pronto lo vio inclinarse hacia ella. Él parecía tan divertido disfrutando verle arrastrarse y dar patadas al aire.
-No te acerques más
-Es inútil que huyas, soy más rápido.
-¿Ahora hablas español?
-Hablo varios idiomas, pareces sorprendida.
Extendió su mano para ayudarle, May se negó, de cualquier forma terminaría atravesándole.
-No voy a morderte, lo prometo.
Más por darse la razón a sí misma y demostrarle que así era termino por aceptar su ayuda, encontrando una mano fuerte que la sujetó firme pero delicado. Podía sentir el frio cuero de sus guantes, sorprendida, acarició el cuero de su chaqueta, el peluche en su cuello, sintió su piel... fría. Se apartó como si este le hubiese quemado. Podía tocarlo. En ese tiempo había tomado los objetos que los demás fantasmas habían tocado pero no a ellos directamente, porque, ¿Quién intenta tocar a un muerto? Se alejó tan pronto como pudo encerrándose en la siguiente habitación que encontró abierta. Si podían tocarse entonces podría lastimarla.
Se apartó antes de otro intento de tocarla. Cada paso que daba hacia atrás era uno que él daba hacia adelante. El miedo de Mayrin pareció molestarle oscureciendo un poco su expresión, la sujetó del brazo con fuerza torciendo su boca en una expresión de ira. Forcejearon hasta que, de nuevo, se volvió intangible, no tardó en reaccionar corriendo por un lugar donde ocultarse, algunos objetos tirados por los pasillos volaron en su dirección, May giró por pasillos casi sin mirar terminando por encerrarse en un cuarto de lavado. Mantuvo la puerta cerrada hasta que el pánico y los sonidos de actividad se disiparon. Ninel se encontró con ella por el pasillo, era día de lavandería.
-¿Qué haces aquí?
-Me escondo de un psicópata
-Te encontraste con él
-Sí
-No deberías estar cerca de las ventanas, el suele rondar cerca de ellas.
-Me di cuenta –respondió ayudando- ¿Dónde está Esther?
-Solo dios sabe dónde. Solo espero que no se hacerque a él de nuevo.
-¿No le tiene miedo?
-Claro que no, no sabe de peligros –suspiró Ninel- Me preocupa que se lleve con él, se porta bien y es cariñoso con ella, pero a veces se vuelve violento de la nada y es lo que me preocupa. Que tenga un ataque de ira frente a ella.
-Entonces, ¿No es malo todo el tiempo?
-De hecho es amable y educado casi siempre, Me ayuda o ayuda a los demás, pero es impredecible. No te confíes demasiado, es un buen chico, pero algo le falla.
May asintió prosiguiendo en silencio, hasta ese momento él no había sido hostil con ella, apenas habían cruzado palabras, ella se puso a la defensiva cuando él comenzó hablarle con tanta familiaridad, quizás solo fuera amable a su manera y la grosera era ella, claro que eso no justificaba su reacción. A menos que fuera cosa de fantasmas, tampoco lo justificaba, pero lo entendería. Tampoco podía ser dura con él, después de todo, ella le fallaba algo también, pero no en el mismo sentido.
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Editado: 05.09.2023