11 Julio
Mis sitios favoritos son los museos, más que las bibliotecas a decir verdad. En los museos puedes encontrar y aprender muchas cosas, puedes tener experiencias divertidas o experimentar sentimientos sublimes, según sea el museo al que entres. Mis favoritos son los museos de arte e historia, aprendes más del mundo y las personas del presente cuando aprecias el arte y la historia. Uno te recuerda lo que pasó y otro te muestra cómo veían su mundo. El museo que visité hoy es alucinante. Un museo interactivo de biología marina de la región que tenía una sala especial para bestias, mitos y otros fenómenos mágicos. Pero no es por ello por lo que escribo. Al encontrarme sola (gracias a todos los dioses) decidí aprovechar que la zona de la playa más cercana a la colina de la Maison Colony se encontraba con pocas personas para explorar el arrecife y buscar algo bonito que llevarle a la abuela. Recogiendo conchas entre los corales de la orilla del arrecife recogí al monstruo de la laguna. Solo fue ir a la playa a recoger caracoles, corales y un ahogado en un típico día de verano, supongo. Su cabello tenía algas y cosas viscosas por todos lados, no había visto un ahogado, así que no creía que alguien pudiese tragar tanta agua o que yo fuera capaz de aprender algo en los cursos de primeros auxilios el año pasado.
-Soy May- me presenté cuando se sentó
-Devi-respondió- ¿Dónde estoy?
-En la playa
-Oh vaya, ya estaba preguntándome por qué había tanta arena
La forma tan natural en que lo dijo me hizo reír, hablando le comenté que era nueva en la ciudad y contestó que ya le parecía al verme ayer. Sin sus lentes y con tantos restos marinos en la cara no pude reconocerla. Conversamos un poco sobre cosas sin importancia, sobre los planes para el verano, datos curiosos de los lugares interesantes de la ciudad, y un poco del lugar donde asistiría a clases una vez que el verano terminara, también comentó un poco sobre lo que había estado leyendo. De modo que así inicié mi amistad en la nueva ciudad. Una de las últimas cosas que me dijo fue que había una historia sobre la casa, la cual no era la "típica casa embrujada a la que ni los vagos se acercan". Le aclaré que nada de lo que me contara me asustaría así que hicimos una apuesta. Claro que tendría que ser en otra ocasión.
Quedamos en vernos después, entonces me acompañaría a conocer la ciudad, me contaría historias de terror y tomaríamos helado. Tomó entre sus manos el libro sobre mitos del lugar que había comprado en el museo, dandome su versión de cada una de las historias que estaba escritas, replanteando cada una desde otro punto de vista, donde las criaturas y brujas no eran los malos de las historias sino gente común intentando vivir escondidos en un mundo donde los verdaderos monstruos eran los humanos. Nunca se me había ocurrido pensarlo así, pero, de acuerdo a ella, las personas casi siempre eran injustas y algunas, eran malas fingiendo ser los héroes para lograr sus ambiciones, fueran fama, poder o dinero. Y que si había seres tan inteligentes como afirmaban las historias ¿Por qué no tratar de llegar a algún acuerdo de paz? ¿Por qué la necesidad de erradicar a todas las demás criaturas?
Ella tenía razón, muchas veces las personas eran malas y crueles incluso entre sí, en especial cuando había diferencias entre ellas. Se que no todas las personas son malas y ella también expresó que opinaba igual, pese a eso, no pude sentir una dolorosa punzada de culpa. Por alguna razón me sentí como si, al hablar de los villanos, hablara de mí. Me sentí un monstruo. No entiendo por qué, nunca he herido a nadie, nunca he sido grosera, ni siquiera con mi hermana, al menos, no lo suficiente para lastimarla y, si lo pienso con más detenimiento, esta sensación de haber sido mala en algún momento me ha pesado toda la vida. Porque admito, que he sido lastimada y lo he permitido, para poder expiar un pecado que no he cometido de mi corazón.
Después de toda esa reflexión me encontré con que no había escuchado ni la mitad de las cosas que había dicho, por suerte, no tarde en concluir que ella en realidad comenzó a divagar y que probablemente ni siquiera ella recordaba todo lo que me había dicho. Gracias a todos los dioses por presentarme una chica tan distraída. Al final, todo lo que me quedó fue una historia sobre las islas errantes. Islas de las que solo podían verse las siluetas entre la neblina y noches oscuras.
-Son bestias colosales que se acercan a la costa cuando la luz escasea.
Teniendo en cuenta mi problemas con fantasmas y la posible existencia de magia no me parecía tan descabellado, cualquier cosa parecía posible. Dijo que ella venía de una de ellas, había visitado a una conocida mitad ninfa y que se había metido en problemas con una bruja marina. La verdad es que, siendo ella la misma chica de aspecto escalofriante del dia anterior y una extraña cubierta de cosas viscosas que encontré prácticamente ahogada en un arrecife, la verdad era que me hacía dudar, en especial después de darme una lección de juicios y perspectivas con los esas historias, podía ser una mentira, a luces que sí, ademas los fantasmas y la magia en casa también era irreal, eso se supone, en cambio, mi situación es de lo más real. ¿Podían las palabras de Devi, ser reales también? Ello me tenía con cuidado. Ella lo notó y soltó una carcajada.
-No deberías tomarte las cosas tan enserio. Son solo cuentos, aunque desde tu casa deberías divisar un poco de las islas, esas son reales, lo demás es puro cuento para impresionar turistas.
Cuando volvimos al lugar donde dejé mis cosas le presté mi teléfono para que llamara a alguien y este llegó justo a tiempo. Antes de irse con el amigo de su familia inusualmente apuesto, le pregunté por dónde vivía y señaló hacia al el sureste. "A una hora y media por carretera". Y se fue. Así que la única amiga que he hecho es una chica extraña de otra ciudad; a mi madre le encantará. La otra mala noticia es que ninguna recordó pasar el número a la otra.
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Editado: 05.09.2023