Capítulo VII
Odisea de almas y sangre
1
Salimos pedaleando lo más rápido que pudimos. Nico iba delante a toda velocidad y yo intentaba seguirlo a como diera lugar, pero me era casi imposible mantener su ritmo.
No hubo mucho movimiento durante el camino, casi no hemos visto a ninguno luego de salir de la casa lo cual me parece muy extraño, pensé que bajar un poco la velocidad iba a estar bien, en verdad me dolían las piernas. Poco a poco mi velocidad fue disminuyendo y mis piernas se relajaron, comencé a ver el paisaje con ojos más relajados, algo en él me tiene hipnotizada.
Frente mío esta Nico, solo veo su espalda y su cabello, es negro, está largo y despeinado, la brisa le otorga un movimiento interesante.
Lo veo alejarse de a poco, sin embargo, su cabello no me deja pensar claramente, es hermoso.
Sin darme cuenta, pase muy cerca de un muerto, sentí como su mano rozo mi blusa, caí de vuelta en la realidad y aceleré, casi perdí a Nico de vista. Que idiota.
Llegamos a la puerta de este tal Gabriel y tocamos el timbre un par de veces.
Entramos despacio a la casa, no había nadie en la sala y no nos detuvimos a corroborar si había alguien en las otras habitaciones, simplemente nos dirigimos al patio a buscar la moto.
Recorrí la casa y vi una seria de fotografías colgadas en la pared, pude distinguir el rostro de Gabriel, ya lo había visto, no en la escuela, si no en trabajo de mamá, creo que su madre era maestra en el mismo lugar donde mamá era celadora.
Vi cada una de las fotos en la pared intentando imaginar la situación en donde habían sido tomadas. En verdad parecía una familia feliz. Eso me repugnaba.
Recordaba muy bien a Gabriel, él era hijo de una profesora y también estudiaba en esa escuela, a veces no había nadie quien me cuidara hasta la hora en que tenía que entrar a la escuela, asique iba con mamá al trabajo. Él y su grupo de amigos se reían de mí por ser pobre, por ser la hija de la celadora, quien sabe porque habrá terminado en nuestra escuela y aún así, el nunca me pidió perdón, ni siquiera me habló, gente como Gabriel, me alegro de que esté muerto porque vivo no servía de nada.
Me concentré tanto que casi no noté que desde una de las habitaciones proviene un sonido, como rasguños en la puerta, en verdad estaba asustada de pensar en que habría detrás.
Me puse en frente de la puerta para abrirla, el miedo me tenía paralizada pero a la vez, el deseo de que sea Gabriel, arrastrándose en el suelo ya sea enfermo o convertido me impulsaba a abrir la puerta solo para poder matarlo. Ojalá sea él, que esté aquí y no en el hospital.
Abrí la puerta pensando que me iba a encontrar con algo que pudiera matar, en lugar de eso, encontré un cachorrito.
Estoy segura que esta era la habitación de Gabriel, lo primero que noté fue una foto de él junto con Nico, por lo que puedo deducir que eran mejores amigos, no soy tan mala persona como para arruinar la imagen de su mejor amigo y tampoco quería hablar del tema, asique decidí ignorarlo.
No seguí discutiendo el tema, cargué a Chester en mi mochila y me la colgué en la parte de adelante como lo hizo Nico con Lio.
Estoy segura de haber escuchado en clases que los satélites requieren mantenimiento constantemente, pero son capaces de aguantar por un tiempo asique creo que vamos a estar bien, además actuamos como si fuéramos los únicos que han sido capaces de sobrevivir, pero no estoy segura de que sea así.
Tomamos la moto, un par de cascos y con un tanque lleno y sin muchos preámbulos nos pusimos a andar siguiendo las indicaciones del GPS.
Llevamos aproximadamente 1 hora andando y todavía no nos hemos topado con ningún problema, lo cual me resulta inquietante. Es como cuidar un niño, el silencio indica que algo anda mal.
Escucho que Nico está intentando decirme algo pero el casco y el viento no me dejan escucharle
-……-
- ¿Qué?-
Esta es mi primera vez andando en moto, por lo que tengo entendido es la segunda vez que Nico maneja una. Intente acercarme para escuchar lo que decía, mi movimiento brusco hizo que Nico perdiera el control y terminamos dando contra la vitrina de una tienda en pleno centro de la ciudad, enfrente del hospital más frecuentado, cerca de una terminal de colectivos y lo peor. Esta tienda tiene una alarma. Siento el dolor del impacto, aún así me levanté y me sacudí rápido Nico aún está tendido en suelo y lo escucho sollozar.
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Editado: 29.03.2020