Ya eran diez para las once de la mañana y en cualquier momento tendría que bajar del avión para tomar un mini bus que me llevaría a mi destino.
Baje rápidamente, fui con un carrito por mis maletas y espere por el bus en una banquita blanca individual fuera del aeropuerto.
Golpeaba la suela de mis blancas zapatillas contra el suelo de manera indecisa y suave, era la primera vez que viajaba sola desde tan lejos, pero aún así estaba de lo mas calmada. Era la espera lo que me incomodaba, no hallaba la hora de llegar lo antes posible y descansar un poco.
Hoy era el día en que conocería a mis futuros "hermanos", y si que se sentía extraño ya que siempre fui hija única. Era realmente extraño pensar que solo hace unos meses atrás mi padre me contó sobre su nueva relación amorosa con una mujer de unos cuarenta y algo y sus 7 hijos, si que era extraño... de 0 a 7 hermanos, y hoy los conocería.
En esta ocasión mi padre no iba a poder estar presente ya que estaba de viaje por su trabajo, siempre viajaba, siempre. Y aunque eso antes me molestaba, ya me importaba muy poco.
Con mi padre teníamos una excelente relación, éramos muy cercanos, como amigos, independientemente de sus viajes, siempre estábamos comunicándonos por los diversos medios, todos los días.
Luego de que mi madre falleciera, mi padre se había convertido en mi mejor amigo y jamás había vuelto a estar con otra mujer, siempre decía que no tenía tiempo para esas cosas, que nadie podría reemplazar a mi madre -cosa que era absolutamente cierta- pero aún así, yo esperaba lo mejor para él, y no me importaba si él volvía a enamorarse de otra mujer mientras esta lo hiciera feliz, en cierta parte, siento que lo necesitaba.
Y es así, como un día me contó que había conocido a alguien, una mujer de casi su misma edad, pero de otro país, que tenía 7 hijos, -mentiría si dijera que eso no me había impresionado- pero poco me importaba, solo esperaba que mi padre volviera a ser aunque sea solo un poco de feliz como lo era con mi madre.
[...]
Con las palmas de mis manos apoyadas sobre las rodillas cubiertas por el jeans, miraba hacia el cielo, estaba despejado, era un día miércoles y el viento me soplaba directamente a la cara haciendo que mis ojos se entrecerraran de vez en cuando, revisé por milésima vez mi teléfono, ya como por inercia y los minutos no avanzaban, la espera se me hacía eterna y menos mal que estaba con peca, mi perrita, una poodle pequeña de color blanco, que estaba conmigo hace ya un poco mas de dos años. Esta se daba vueltas alrededor de mis piernas, incluso mas ansiosa que yo por la llegada del bus.
De la nada divisé a lo lejos y auto negro, claramente bien pulido y moderno, de el bajo un chico que incluso a la distancia se veía alto, era curioso, se notaba que esperaba a alguien, pues miraba hacia los lados de manera paciente; hasta que me divisó y me hizo un ademán con su mano izquierda.
— ¿Qué rayos? — pensé en lo que yo creía como para mis adentros, pero peca me había quedado observando, dándome a entender que lo habría dicho en voz alta.
Miré fijamente al chico de chaqueta gris y gorra negra, hice una mueca de no entender cuando me di cuenta que se aproximaba a mi a pasos largos y decididos. Peca ya había comenzado a lanzar ladridos hacia su persona, pues era un total desconocido y eso es lo que los perros hacen.
Caminó hasta posicionarse frente a mí, momento en que detuvo sus pasos y me observo por unos segundos, retirándose las oscuras gafas que cubrían sus ojos.
— Hola, tu debes ser Evoleht. — me dijo, mientras se inclinaba un poco hacia adelante para intentar llegar a mi altura, tenía en la cara una sonrisa amistosa y unos bellísimos hoyuelos que se formaban cuando sonreía.
No supe qué contestar, debí haberle parecido una retrasada pues solo me quedé mirándole con la boca entreabierta y con cara de entre sorpresa y duda.
— Soy Kim Namjoon...
Y como la genia que soy, seguí mirándole, ¿Qué significaba que fuera Kim Namjoon?, jamás había escuchado de él, y no me malinterpreten era totalmente atractivo, quizás era un famoso del cual yo no me acordaba.
— Tu nuevo hermano.— terminó por decir.
Dicho eso, lo único que atiné a emitir fue un pequeño grito ahogado, esta vez con la boca un poco mas abierta y formando una "o" con mis labios. Él río y tocó el puente de su nariz con su dedo pulgar e índice, para luego cerrar los ojos con aún una pequeña sonrisa en su rostro y continuó.
— Veo que tu padre no te avisó que te vendría a buscar al aeropuerto.