-No puedo creer que me dejas hoy solo. Bueno, sí. Dile a mamá que menos te deja venir hasta que tienen que irse. Está bien. - Está diciendo Leonel a Refina por celular, mientras camina por la empresa hasta su oficina.
Al entrar, se detiene en seco, con la mano en el pomo de la puerta. - Loreta. ¿Qué haces tú aquí? - Dándose cuenta de que alguien pudiera verlos y provocarle problemas, con rapidez entra y cierra la puerta. - Por Dios, vístete. - Continúa diciendo con asombro.
Cómo el hombre que es le es difícil de mirar a otro lado, sin embargo, el rechazo, la dignidad y la caballerosidad ganan terreno y desvía la mirada. No es que Loreta es fea o que su completa desnudes tiene algún defecto, su libido no es de piedra y su provocativa forma en ese sofá de cuero, lo debilita.
-Por favor, Loreta. - Vuelve pedírselo, con la cabeza de lado para no estar en el directo contacto con ella, su voz afectada por la escena lo delata y su movimiento de garganta.
-¿Por qué te resistes, Leo? ¿No me digas que Ángela nunca te ha sorprendido así? - <Por fin>, dice Leonel para sus adentros, ignorando lo que dice y percatándose con el rabillo del ojo, que se levanta. Sus ilusiones son cambiadas por desespero al ver que, en cambio, de tomar su ropa se dirige hacia él, que está sentado en su silla.
-Loreta, no. - Con firmeza, probando detenerla con sus palabras, terminó siendo inútil.
-¿Qué, no me digas que no extrañaste poco de diversión? - Poniendo las manos en el respaldo de la silla, para cautelarlo y darle la vuelta y poner su rodilla entre sus muslos separados.
-Estoy muy feliz con la relación que tengo. - Usando toda su voluntad y con voz neutral, sin permitir que la mirada se le cruza con Loreta.
-No creo que esa te pude dar lo que yo puedo.
-Refina. - murmullo Leonel.
-¡¿Qué, que has dicho?! - Pregunta Loreta, bajando las manos y el pie, de sorpresa. - ¿Me has confundido con Refina hace un momento? ¡Con esa pesada! - Bufando, expone. - Y entonces nos hacen estúpidos, negándolo. - Con incredulidad, habla Loreta. Sintiéndose humillada por la comparación, esto si hace que Loreta se da por vencida y comienza a vestirse. - Y yo como estúpida viniendo aquí. ¿Y para qué?, solo para humillarme. Eso no se quedará así Leonel, te lo prometo, serás mío. - Es la promesa de Loreta, antes de abandonar rabiosa la oficina, pudiendo Leonel por fin respirar.
-Bueno, ¿Qué quieres? - Al escuchar la voz, Leonel levanta la cabeza, para encontrarse con Refina, ataviada en un vestido de gala de color violeta.
-Echa la vista a esto. - Poniéndose de lado para darle lugar.
Apoyándose a la mesa con las manos, Refina comienza a leer el documento, en el computador. Por lo que Leonel tiene libertad de observarla, por no tener otra cosa que hacer.
Pelo que tiene hasta la mitad de omóplato, se encuentra en una elegante coleta baja, las pestañas son pronunciadas con una buena dosis de la máscara y los labios en rosa suave es todo el maquillaje que lleva. Con el escote pronunciado, sin mangas, el vestido se ata al cuello.
-¿Cuándo regresas del evento? - Pregunta Leonel, sin quitar los ojos de su cara. - Quiero hablar contigo.
-No lo sé. - Responde Refina, sin quitar los ojos del computador, sumida en lectura.
-Salte lo antes posible, es importante.
-¿De qué se trata? - Volteando a mirarlo.
-Solo hazlo. No quiero que pases la fiesta preocupada.
Volviendo a leer, dice. - Espérame en el apartamento y cuando regresa, hablamos. ¡Esto es el colmo! - Exclama, sabiendo que se refiere al documento, Leonel se enfoca en el tema.
-Sí. No sé qué vamos a hacer.
-¿Cómo pretenden que lo terminamos en ese tiempo?, y más trabajando con Zora.
-Yo sigo sin comprender como nos han podido juntar.
-Ah, se trata de dos fuertes empresas. Llevadas por dos mujeres con determinación. - Al comentario en su contra, Leonel nada más le dedica la mirada de en serio, <lo acabas de decir, ¿Y yo qué?>.
-Sabes lo que quise decir. ¿Hay algo más? No puedo llegar tarde o tu mamá no me perdona. - Viendo su desconcierto por las palabras y preguntando, mira el reloj dorado en la muñeca.
-Con ese vestido cualquiera te perdona.
-No pasará, ella lo escogió.
-Ah, sí. Entonces cuando te vea en el. - Juguetón con una sonrisa la halaga.
-Leonel. - Reprende Refina.
-Está bien, está bien. - Dice, resignado a no halagarla levantando las manos. - No, por el momento es todo.
-Bien, entonces nos vemos cuando terminó. - Garantiza desde la puerta.
-Echo. - Tranquillo, responde Leonel, tirando la pluma que tuvo en la mano sobre la mesa. Refina desaparece por la puerta y él regresa al trabajo.
En un ambiente aristócrata, está rodeando a Refina, una sala de edificio protegido por su historia, con una decoración pomposa y con los muebles elegantes y refinados.
Cómo compañía de Justa, Refina se encuentra hablando con mujeres de alta sociedad, tomando té y bocadillos, mientras unas cuantas propones actividades humanitarias. Las de Refina siempre pasan por la boca de Justa, porque ella nunca los presenta como suyas, buscando siempre el visto bueno de Justa.
-¿Entonces dinos, querida, cómo lleva tu hijo lo que se dice de él? - Pregunta presumida, una señora, mirando como siempre con desprecio disimulado a Refina, que se encuentra al lado de Justa.
-Muy bien, como lo ves. - Sonriendo, falsa como siempre en esos eventos, responde Justa, poniendo la mano en la muñeca de Refina, para dar a entender a las presentes que Refina le importa.
-Si, claro. - Haciéndose la importante, dice la señora para que suya sea la última.
-¿Han escuchado que se dará la inauguración del teatro renovado? - Otra decide cambiar el tema, con nerviosismo y bebiendo del champán.
-Cómo no, mi esposo ya compro los billetes. Dice que será una colaboración benéfica. - Responde una, dando sé los aires de grandeza. Refina lamenta de haber terminado en el círculo de las engreídas, sin poder escaparse.
Editado: 31.01.2023