En los próximos días, Leonel se las paso en la oficina, trabajando. La razón por la que no se vieron y la razón por la que Leonarda se encuentra ahí, llevándole el almuerzo.
-¿Me puede decir por dónde está la oficina de señor Montejo? - Pregunta, algo nerviosa por ser su primera vez ahí Leonarda.
-¿Tiene cita? - Mirándola, aburrida, pregunta la recepcionista.
-No, le traigo la comida, soy...
-Su novia, ¿Qué no? - Sale de la boca de Zora que se sitúa a su lado, interrumpiéndola. - Déjala pasar conmigo. - Le dice a la recepcionista que le entrega las entradas del visitador. - Vámonos, sígueme. - Mirándola, le dice antes de agarrar el camino a elevador.
Adentro, Zora se dispone a comprobar su aspecto y decir, percatándose del aroma. - Debes ser una novia buena cuando le traes la comida, eso todavía ninguna no había hecho. Bueno, si no vamos a incluir la mentirosa de Refina.
-¿Por qué mentirosa? - A pesar de que se dijo que la ignorara, le ganó la curiosidad.
-A eso que dicen que entre ellos no hay nada ni el Dios se los crea.
-¿Por qué dices eso? - Con risa de incredulidad, pregunta.
-Entre ellos hay demasiada confianza, se sientan uno al regazo del otro, duermen en la misma habitación y cosas como esas, para mí eso no hacen unos simples amigos. - La puerta del elevador se abrieron y Zora salió, dejando atrás una perpleja Leonarda. - Vienes. - Volteando la cabeza, la llama.
Sin tocar, Zora abrió la puerta de la oficina que dice ser de Leonel y las palabras de Zora que no salieron de su mente se volvieron realidad.
Al pasar la puerta se quedó con los ojos clavados en la escena a pesar de seguir dando pasos, en cambio, a Zora no parece extrañar encontrar a Leonel sentado en el pequeño espacio que quedó entre los pies de Refina que está sentada en la silla y atrapada entre el respaldo y Leonel.
-¿Dónde quedamos con el proyecto? - Preguntó Zora, entrando y dejando su bolso en el sofá.
Al ver a ella también, sorprendido Leonel, se levantó de inmediato, pronunciando. - Leonarda, que sorpresa. ¿Qué haces tú aquí?
-Te trajo el almuerzo. Qué amor, ¿no? - Oyó, decir a Zora. Todavía sin poder quitar los ojos de la silla de la que se levantó Leonel y donde ahora Refina está uniendo las piernas.
Para levantarse en el otro segundo y decir. - Bueno, entonces será mejor dejarlos. - Mientras lo está diciendo, es obvio que no se quedó tan inmune como aparenta. - Zora ven conmigo. - Hasta el final su voz volvió a la normalidad y antes de abandonar la oficina, la saludo. - Hola, Leonarda. - Que sigue sin la posibilidad de pronunciar palabra.
-Entra, no te quedes ahí parada. - Le dice Leonel cuando quedaron a solas.
Leonel no intento explicar lo que había visto y Leonarda no dijo nada. El tiempo pasaron hablando de otras cosas, pero las palabras y la escena no salen de la mente de Leonarda que ni dormir puede.
Al día siguiente, Leonel la llamo a cine.
-¿Qué vamos a mirar? - Preguntó, mientras se acercaban a la entrada.
-El regreso de un amor.
-¿Y de qué trata? Lo verás. - Dice, misterioso Leonel, apretándola a él.
Editado: 31.01.2023