Refina está trabajando en su oficina en la compañía de Darío Montejo, cuando pregunta.
-¿Y qué les pareció Leonarda?
Suspirando, en cambio, de ella, Darío deja mirar el papel y se recuesta en la silla para contestar. - Es una muchacha linda, trabajadora, se ve que le importa Leonel...
-Eso se ve en todas. - Dice en el murmullo Refina.
-... Justa tampoco le encontró defectos.
-¿Por qué no le creo? Su voz lo dice.
-Refina, su estatus es obvio y será imposible pasarlo por alto o educarla.
-Bueno, importa que persona es, no como la vera la sociedad, ¿No?
-Te mueves es esos círculos y la respuesta sabes.
-Yo tampoco soy crecida en sociedad.
-Lamentablemente, eso no podemos discutir. Si, no creciste, sin embargo, no sabemos qué se esconde debajo. Tienes todo y eso es inquietante.
Aclarando la garganta, Refina dice. - Volvamos al trabajo. - Dejando silencio unos minutos, agrega. - Me da gusto que les gustó la elección de su hijo. - Darío le sonríe levemente, no queriendo volver al tema de que y no están tan de acuerdo.
Con la comida para Leonel, Leonarda se encaminó una vez más a llevarle de comer. Esta vez no es encontró con nadie, ni le fue difícil entrar, hasta la puerta de la oficina. De dentro se estaban oyen unas risas de mujer y al entrar, lo encontró con una elegante castaña que le estaba acariciando la mano.
-Leonarda. - Percatándose de su llegada, levantándose la saluda.
-Hola, te traje de comer, pero vea que ya lo tienes. - Viendo en la mesita frente a la desconocida, envoltorios.
-Si, Brigite vino de visita. Ven te la presento. - Llevando de la puerta hasta el sofá. - Brigite, mi novia Leonarda Mayis. Leonarda, ella es Brigite Camil
-Hi. - En su perfecto británico, dice Brigite. - Los vi en el periódico. No puedes quitar las similitudes con Ángela, si no fuera por Loreta sería la perfecta sustituta.
-Brigite, por favor.
-¿Qué? Digo la verdad.
-Leo. - Dice Refina, entrado y deteniéndose al verlo en presencia de Leonarda y Brigite.
-Hola, Refina. Mejor te queda el vestido. - Dice Brigite, criticando su estilo de trabajo hecho de pantalón.
-Brigite. - Es el único comentario que hace, antes de voltear hacia Leonel. - Te traje el informe para la reunión, si tendrás tiempo de mirarlo hablando que esto cada día se parece menos en una empresa y más a tu burdel privado. - Deja la carpeta en la mesa y se va.
-¿Qué le pasa a Refina? - Acercándose a Leonel, pregunta Leonarda.
-Está enojada, ¿Qué no ves? - El intento de Leonarda, para qué la oye solo Leonel, fue sin éxito porque la respuesta vino de Brigite.
-¿Pueden irse, las dos, por favor? - Sin ganas, pide Leonel, alejándose de ambas y sentándose a su mesa para tomar el informe.
Viendo ambas que el reproche de Refina lo afecto, sin decir nada ni el saludo se van.
-¿Hay algún problema entre Refina y tú? - Preguntó Leonarda, esa noche cuando se encontraron.
-No. - Respondió él, secamente y distante. Ella se lo quedo mirando hasta que él no agregó. - Es solamente cosa del trabajo.
-No comprendo.
-¡¿Qué no comprendes, Leonarda?! - desesperado, pregunta Leonel, levantado la voz.
Ella se encoge por el grito tan de cerca y le dice. - Veo que no es la única enojada.
-Es el trabajo, nos tiene a ambos desesperados y entonces llegan ustedes y tengo que dejar todo.
-¿A quién consideras cuando dices ustedes? - Con sospecha, pregunta Leonarda, arqueando la ceja.
-¡A todas! A ti, a Brigite, a Loreta, a Sarina, a... - Viendo la cara de Leonarda, Leonel se detiene.
-Sigue. - Lo alienta. - Termina. - Llenándose de tristeza y enojo.
-Zora. - Avergonzado, termina Leonel. Sin pedir disculpa, es obvio en él que no fue su intención herirla y que está llevado por la presión y cansancio.
Cómo prueba a ellos, se va, la deja sola. Tomando su chaqueta, sale por la puerta que cerró al cruzarla.
Editado: 31.01.2023