WESTCHESTER, NUEVA YORK.
EL DIARIO DE KIM TAEHYUNG.
CUARTA SEMANA DE ENSAYO.
Querido Diario,
Hoy es mi cumpleaños.
Sip. Diecinueve años de intentar ser todo para todos y terminar como nadie para mí mismo.
¿Cómo diablos sucedió esto?
No sé si estoy deprimido porque siento que debería haber conseguido más en mi vida para ahora, o porque soy un virgen de diecinueve años que desesperadamente quiere sexo.
Estoy bastante seguro de que es lo segundo.
Nunca he tenido un novio, lo digo así, porque estoy completamente seguro de no estar interesado en las chicas, no es ningún secreto.
Nunca he tenido un verdadero beso que curve los dedos de mis pies. Nunca un chico ha tocado mi trasero, o prácticamente cualquier parte de mi cuerpo desnudo, y Señor, estoy desesperado por eso.
La mayoría de las noches me toco, pretendiendo que las manos no son mías mientras busco el aplastante placer que sigo leyendo en las novelas románticas de Harlequin y Cosmo. Pero cada noche me doy por vencido, porque aunque puedo sentir algo construyéndose ―algo brillante, explosivo y justo fuera del alcance― nunca puedo alcanzarlo. Es como si estuviera flotando al borde de un estornudo, e inhalo, inhalo e inhalo, pero el exhale orgásmico nunca viene. Literalmente.
Por supuesto, no ayuda que recientemente haya descubierto el porno en Internet y me obsesionara con él.
Al principio me sentía avergonzado, pero la vergüenza fue rápidamente reemplazada por la fascinación.
Cachonda, excitada fascinación.
Ah, sus bonitos penes. Especialmente los erectos. Y por supuesto que sé de primera mano como son, pero nunca el de alguien más personalmente.
Apuesto que se sienten increíbles dentro.
Lo más cercano que he llegado al rose de uno ajeno, fue la noche que borrachamente me froté contra Jeon, y aunque eso se sintió bien, quiero algo más.
Tal vez Jeon me dejará tocar el suyo. Apuesto a que tiene un pene muy agradable.
Apuesto que es glorioso, como su estúpido rostro perfecto, sus ojos magníficos y su cuerpo musculoso. Apuesto que si metiera su pene en una competición, ganaría el "Mejor en el Espectáculo" y podría caminar por ahí con una enorme cinta azul pegada a su entrepierna.
Me pregunto si usaría su bonito pene para quitar mi molesta virginidad, si se lo pidiera amablemente.
Estoy dispuesto a apostar que soy la única persona virgen en mi clase. Tenía la esperanza de que Minki todavía estuviera en la Hermandad "V", pero llegó a la clase el otro día alardeando sobre cómo finalmente se reunió con un chico con el que había estado teniendo sexo virtual y saltaron el uno sobre el otro el fin de semana pasado. Me susurró que se vino cuatro veces. ¡Cuatro!
Buen Dios, sería feliz de sólo venirme una vez, ¿y él consiguió cuatro? Eso es claramente avaro. No le he hablado por varios días.
Juro que estoy tan desesperado que a veces creo que voy a agarrar al siguiente chico que venga hasta mí, rasgar sus ropas y molestarlo en el lugar. Que voy a...
―Hola, Kim. ¿Escribiendo una novela?
Cierro de golpe mi diario y mis piernas con igual pánico. Cuando levanto la mirada, Jeon me está mirando con una de sus características sonrisas irritantes.
―¿Qué quieres? ―digo mientras empujo mi diario profundamente en mi bolso. Con mucho esfuerzo, evito acariciar su entrepierna.
Me ventilo porque, oh dulce Jesús, mi cara está caliente.
―¿Qué carajo pasa contigo? ¿Estas enfermo?
Coloca la parte posterior de sus dedos en mi frente. En todo lo que puedo pensar es en que quiero que esos dedos me toquen en lugares íntimos.
Sí, estoy enfermo.
Extremadamente pervertido y sexualmente enfermo.
―Estoy bien ―digo y me levanto para alejarme de él. Me giro, saliéndome un poco de balance y me inclino hacia el suelo. Luego sus brazos me rodean y mi cuerpo cachondo y privado está contra el suyo, e intento desesperadamente no saltar sobre su muslo.
―Mierda, ni siquiera puedes levantarte hoy ―se queja―. ¿Qué demonios?
Tengo un momento para saborear cómo se sienten sus brazos bajo mis manos antes de que me aleje y haga esa cosa donde exhala mientras pasa sus dedos por su cabello.
Tengo que apartarme de él, porque si no, juro ante el pequeño y dulce niño Jesús, que voy a lanzarlo al suelo y montarlo.
Me giro y me alejo.
―¿A dónde demonios vas? ―grita detrás de mí.
―A otra parte.
―Kim, la presentación de Benzo Ra comienza pronto. En el teatro. Que se encuentra en la dirección opuesta a la que actualmente estás yendo.
Me detengo. En mi bruma obsesionada con el sexo casi había olvidado la presentación de la compañía de teatro mundialmente famosa que visita nuestra escuela para una actuación exclusiva.
Giro sobre mis talones y paso a su lado.
―Lo sabía.
Toma el ritmo a mi lado. Acelero para perderlo, pero no hay manera de vencer sus piernas estúpidamente largas.
―¿Vas a hacer la audición para lo de Romeo y Julieta la semana que viene?―pregunta.
Me burlo y sacudo la cabeza.
―No.
―¿Por qué no?
―Porque no hay manera de que consiga el papel principal. Probablemente terminaré interpretando a el "tercer fiestero a la izquierda" y pasando toda la producción haciendo crucigramas en el vestuario.
Se detiene y me mira fijamente.
―¿Por qué demonios no harías la audición?
―Porque podría apestar.
―¿Por qué apestarías?
―Porque aunque deseo el papel para Julieta ―digo―, miro a nuestra clase, y todo el mundo, quiero decir todo el mundo, tiene más de una pista sobre qué demonios están haciendo. Casi todos han tenido algún tipo de experiencia profesional y formación, mientras que yo no he tenido ninguna. Siento que ustedes conducen coches deportivos mientras yo aún voy en mi bicicleta de niño con las ruedas de entrenamiento.