EN LA ACTUALIDAD.
CIUDAD DE NUEVA YORK.
FIN DEL CUARTO DÍA DE ENSAYO.
Cuando entro en mi apartamento, me encuentro con sonidos de la selva tropical. Maldita agua corriendo y cantos de aves con una molesta mierda melodiosa/electrónica que me dan ganas de arrancarme los cabellos.
-Joder.
-Escuche eso -dice una voz relajada desde la sala de estar-. Por favor, no contamines nuestro santuario con un lenguaje agresivo. Estas arruinando mi calma.
Mi agotamiento emocional pesa sobre mí como una manta de plomo. Dejo caer el bolso en la entrada antes de deambular hacia la sala y colapsar en el sofá.
-Por favor, apaga esa mierda. -Suspiro mientras inclino la cabeza hacia atrás y miro el techo-. Eso no es relajante. Me dan ganas de torturar cachorros. Y a ti.
Mi compañero de cuarto, Daniel, está sentado en la gran alfombra delante de mí, con las piernas cruzadas, y manos sobre las rodillas. Sus ojos están cerrados, y su respiración es tranquila y moderada.
Me tomo un momento para pensar en cómo los años de yoga han esculpido su metro noventa. Tener una madre Japonesa y un padre de Malasia le ha dado una especie de exótica apariencia que debería ser inmortalizado por un artista. Haría una gran estatua.
Caliente Buda.
A diferencia de mí, él es el epitome del maldito Zen.
-¿Mal día? -pregunta.
Pasé la mayor parte del día besuqueándome con mi muy atractivo ex a quien ni remotamente he superado.
Malo no lo describe.
-No tienes idea.
Daniel abre los ojos y me evalúa con una mirada. -Oh, Dios, Taehyung. Tus chakras están por todo el lugar. ¿Qué diablos pasó?
-Jeon y yo nos besamos. -Mi voz está cansada y ronca. Mi cerebro esta lodoso. Estoy tan perdido, apenas puedo hablar.
Daniel suspira y sacude la cabeza.
-Taehyung, después de todo lo que hablamos. Después de que me juraste que no saltarías de nuevo en algo con él. Después de que escribiste El Juramento de Auto Preservación.
-No fue algo espontaneo, Dan. Era parte de la escena.
Apaga el equipo de música. Gracias a Dios.
-Ah. ¿Y?
-Y...
Espera por mí, pero no puedo hablar. Si abro la boca, una tormenta de amargura saldrá de mí y voy a arrancarme la piel de los huesos.
-¿Tae?
Niego. Él sabe.
Se sienta a mi lado y me envuelve en sus brazos gigantes.
-Dulce niño. -Suspira mientras lo abrazo como si fuera lo único que me ancla a la realidad.
-Dan, estoy tan jodido.
-Sabias que esto iba a ser difícil.
-Pero no tanto.
-¿Qué hay de él? ¿Cómo está manejando las cosas?
-Está siendo un imbécil.
-¿En serio?
Suspiro de nuevo.
-No, no realmente. En su mayoría está siendo un poco
semi-decente y preocupado, pero eso es casi peor. No sé cómo lidiar con él de esa manera.
-Tal vez ha cambiado.
-Lo dudo.
-¿Se ha disculpado?
-Por supuesto que no.
-¿Qué si lo hiciera?
Pienso en eso.
¿Lo aceptaría? ¿Podría alguna vez disculparse lo suficiente para que lo perdonara?
-¿Taehyung?
-Digamos que se disculpó, lo que es tan probable como pequeños animales peludos saliendo de tu trasero. No cambiaría nada. Él sigue siendo él y yo sigo siendo yo. Somos como dos imanes que se mantienen girando una y otra vez, atrayéndose el uno al otro, luego empujandose lejos, y solo... yo...
Me desinflo y sigo.
No puedo decirlo. No puedo admitir que la primera vez que me he sentido completo en años fue hoy cuando me estaba besando. Me pone loco darme cuenta que él es el único que puede hacerme sentir de esa manera.
Froto mi cara.
-No sé qué hacer.
-Necesitas hablar con él.
-¿Y decir qué? "¿Caramba, Jungkook, a pesar de que me destruyó por completo cuando te fuiste, todavía te quiero, porque soy el masoquista más grande del mundo?" No puedo darle ese tipo de municiones.
-Ustedes no están en una guerra.
-Sí, lo estamos.
-¿Él lo sabe?
-Debería. Él lo empezó.
Daniel me da una mirada. Sé que está a punto de decir algo profundo, inteligente y malditamente molesto. Lo que sea que diga estará bien. Siempre tiene la razón. Odio eso de él.
También me encanta eso de él.
Desde la noche que me esperó en la puerta del escenario para decirme lo increíble que estuve en el Off-Broadway con la versión de Portrait, hemos tenido una conexión. Me sentí como si estuviera destinado a estar en mi vida, y no había tenido eso desde que Rosé se mudó al extranjero en nuestro último año.
Necesitaba un lugar para quedarse, así que cuando mi compañero de piso resultó ser una roba-zapatos compulsivo, y huyó en medio de la noche con toda mi colección de calzado, no lo pensé dos veces en pedirle que se mudara.
Hemos sido mejores amigos desde entonces, y durante los últimos tres años, me ha visto en cada una de mis etapas "Odio a Jeon". Me ayudó mucho a superar muchas de mis tendencias destructivas, pero hoy es definitivo retroceso.
-Tae, ¿Qué quieres?
Parece una pregunta engañosamente fácil, pero lo conozco mejor. Daniel no hace preguntas fáciles.
-No quiero que me haga sentir estas cosas nunca más.
-No te pregunté lo que no quieres, pregunté qué quieres. Si pudieras tener cualquier cosa, independientemente del presente, pasado y futuro, ¿Qué sería?
Pienso mucho. La respuesta es simple. E imposible.
-Quiero ser feliz otra vez.
-¿Y qué va a hacerte feliz?
Jungkook.
No.
Sí. Jungkook sosteniéndome y besándome.
No lo hagas. No puedes. Él no lo hará.
Jungkook. Corriendo las manos por mi cuerpo mientras me desviste.
Dios, no.
Jungkook gimiendo mí nombre mientras se mueve dentro de mí y me declara su amor eterno.
Oh, Jesús.
Me levanto y voy a la cocina. Mis manos tiemblan mientras agarro la botella de vino más cercana, arranco la tapa, y vierto en un enorme vaso. Daniel se apoya en el marco de la puerta. Siento tu desaprobación mientras bebo mucho, demasiado rápido.