Maldito Romeo » kookv

Fingiéndolo.

Al día siguiente, la disculpa de Jeon sigue haciendo eco en mi cerebro mientras camino al ensayo. Pensé que la disculpa me daría cierta sensación de cierre, pero no. En cambio, ha dado lugar a una extraña, latente ansiedad.

Soplo una bocanada y echo los hombros hacia atrás.

¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Dice que no hablaba enserio?

No, mi conciencia susurra, sonando molesto como Daniel.

Sería peor si dijera que lo quería decir, porque entonces realmente tienes que decidir o bien dejarlo entrar o dejarlo ir. Siendo realistas, ambas opciones te aterran profundamente.

Rechino los dientes.

La conciencia de Daniel es tan verdaderamente molesta como Daniel en la vida real. ¿Quién sabía?

Cuando llego al teatro, contemplo el ensayo de hoy. Se supone que debemos interpretar la escena de sexo, y luego hacerla al día siguiente. Me estremezco cuando imágenes de Jeon pasando sus manos sobre mi cuerpo secuestran mi mente.

Señor.

Tomo una respiración profunda y abro la puerta.

Cuando entro en la habitación, Soobin, el extraordinario ángel de la cafeína, me entrega mi café. 
Descargo mi bolso y tomo el café, Jeon aparece frente a mí, viéndose demasiado bien para alguien con una monstruosa resaca.

—Hola —dice en voz baja.

—Hola.

Simplemente estamos allí durante unos segundos en un silencio incómodo.

—Así que... —dice, mirando hacia a sus manos.

—Sí, así que... te ves como la mierda esta mañana —le digo con rencor.

—Gracias. Parece que no puedo beber casi una botella entera de Jack como solía hacerlo.

—Es una pena. ¿No lo indicaste en tu currículum como una habilidad especial?

—Sí. Sin embargo, nunca tuve que usarlo para un papel, pero he investigado mucho.

—Oh sí. Muy importante, la investigación alcohólica.

—Sí. —Él sonríe, la sonrisa de un solo lado del tipo lindo que es molesta y entrañable.

—Escucha —dice—. ¿Cuán imbécil fui la noche anterior? Siéntete libre de mentir y decir que nada en absoluto, porque tengo la sensación de que fue malo.

Estuve a punto de tirar mi café.

—¿No te acuerdas?

Traga y hace una pausa antes de decir—: No, me acuerdo, es que... no sé cuánto te reíste de ello después de colgar. No te culparía si lo hiciste.

—No me reí de todo —le digo, tratando en la medida el ser honesto—. Me sorprendí también por ti pidiendo perdón por hacer nada más que convencerme de que no estaba soñando.

Él asiente. —Sí, me doy cuenta de que tengo problemas con eso. Es una de las cosas en las que he estado trabajando.

—Es una pena que no trabajaras en ello cuando estábamos juntos.

Me siento mal por el dolor que atraviesa su rostro, pero, ¿qué puedo hacer? No es como si pudiera dejar de ser una perra con él para que se quedara toda la noche.

Marco llega a la habitación, y hay una ráfaga de actividad mientras se mueven las piezas a su posición. Hay una cama en el medio de la sala de ensayo, y  está elevada en un ángulo para que el público pueda vernos cuando estamos acostados.

Mi boca se seca con sólo mirarla.

Lanzo una mirada furtiva a Jeon. Está tomando unas grandes respiraciones, ya sea calentando o resolviendo sus nervios. Yo sigo su ejemplo. Mi corazón está latiendo demasiado rápido.

Cinco minutos más tarde, Marco nos ha colocado en la posición de dos ex amantes más incómoda en la que alguna vez podrían encontrarse —Jungkook se encuentra entre mis piernas, sus manos enmarcando mi cara, la boca justo por encima de la mía. 
Me besa, suave y dulce, mientras sus caderas se mueven hacia adelante y atrás, y luego deja escapar un gemido silencioso mientras cierra los ojos.

—Mírame, Sam —le susurro.

Abre los ojos.

Tan hermoso. Completo y  omplicado. Siempre.

—Bésalo de nuevo —dice Marco en voz alta—. Besa su boca, y luego ve hasta el cuello.

Jungkook me mira, dudando por un momento antes de obedecer, sus labios suaves pero cerrados. 
Me acuesto allí, también congelado para besarlo de nuevo, pero consciente de que debería hacerlo. Él se echa hacia atrás y me mira, confundido.

Maldita sea, tengo que empezar a pensar como Sarah.

Él es Sam. Él y Sarah tienen un felices para siempre. He leído el guión.

Me besa de nuevo, y respondo torpemente.

—Necesitas hacer algo de ruido, Taehyung —dice Marco, sonando frustrado—. Nada de lo que estás haciendo se lee desde aquí. Que sea más grande.

Me descongelo y trato de hacer mi trabajo. Empiezo envolviendo mis brazos alrededor de él y gimiendo en voz alta mientras levanto las caderas y arqueo la espalda. Es falso y erótico, pero en este momento no tengo ni idea de qué demonios estoy haciendo.

Le agarro el trasero y lo empujo contra mí. Él susurra—: Joder, Taehyung. —Antes de exhalar con fuerza contra mi hombro.

—Creo que la línea es, “Oh, Sarah, te amo" —digo, antes de gemir y besarle el cuello.

Instintivamente, me acerco sobre sus hombros y agarro su camiseta. Se la saco por encima de la cabeza y la tiro al suelo.

—¿Así que estamos hablando de mi ropa ahora? —susurra—. Pensé que estábamos marcando esto.

—¿Qué puedo decir? Al parecer, nada de lo que estoy haciendo está llegando a la audiencia. Supongo que conseguir desnudarte les llegará.

Se siente bien ser agresivo. Me ayuda a desconectar.

Más ruidos falsos se vierten de mi boca, pero a medida que los músculos se extienden bajo mis dedos, todos los pensamientos de Sam vuelan directamente por la maldita ventana.

Jungkook semidesnudo.

Se siente increíble. Más increíble de lo que solía hacerlo, si eso es posible.

Estoy tan distraído por su pecho desnudo, que de repente no tengo ni idea de qué demonios se supone que debo decir. Sarah se ha ido, adiós.

Dirijo mis manos por su estómago antes de llegar alrededor de su espalda y acaricio la cintura de sus pantalones vaqueros. Él murmura algo que suena vagamente como—: Jodido Jesucristo.



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En el texto hay: kookv, drama amor

Editado: 16.11.2019

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