PRESENTE.
CIUDAD DE NUEVA YORK.
TEATRO GRAUMANN, SALA DE ENSAYOS.
Empaco mi maleta mientras observo a Jeon por el rabillo del ojo.
Está nervioso y sigue echando un vistazo como si pensara que voy a irme y a dejarlo atrás.
Eso sería agradable, pero mi cerebro me está diciendo que necesitamos ir a algún lado, para que pueda explicarme y yo pueda rabiar. Luego tal vez podamos derribarnos entre nosotros y ver si nuestros pedazos encajan. Pero mi corazón está encogido como un perro que ha sido golpeado demasiadas veces.
Lo que ha estado ocurriendo entre nosotros durante los últimos días me asusta muchísimo. La conexión que he tratado de olvidar por tres años está de regreso, tan fuerte como siempre lo fue, sin apenas esfuerzo.
Incluso ahora, mientras lo miro encogerse de hombros en su chaqueta y meter su libreto en su maleta, la gigantesca atracción magnética que siempre me atrajo hacia él está allí, exigiendo que me acerque más.
Odio la compulsión familiar.
—¿Taehyung?
Me giro para ver a Marco, guion en mano, con el sombrero encaramado en su cabeza ante lo que solo puede ser descrito como un "ángulo desenfadado".
—¿Todo está bien?—pregunta mientras lanza una mirada a Jeon, quien ahora se encuentra rondando al otro lado de la habitación visiblemente—. Tú y Jungkook parecían de mal humor hoy durante la escena de sexo. ¿Debería preocuparme?
Él ha estado contando con nuestra química natural para limar los espacios y los baches de nuestro pasado. Pero a menos que Jeon y yo descarguemos algo de nuestro equipaje, la química no va a ser suficiente. Todo este viaje llegará a un alto vertiginoso, y nuestro deseo imposible por el otro solo será un punto en el espejo retrovisor.
—Estamos resolviendo las cosas —digo con toda la sinceridad que puedo reunir—. Es complicado.
Asiente y mira de nuevo a Jeon.
—Puedo ver eso. Pero no nos engañemos, a pesar de sus problemas, mi primera prioridad es la obra.
—Entiendo.
—Cuando el señor Jeon me rogó por este papel, supe que estaba arriesgándome por su pasado tórrido. Sin embargo, confié en que ustedes pudieran colocar sus diferencias a un lado por el bien del espectáculo. Si ese no es el caso, díganmelo ahora, y le buscaré un sustituto.
Mi estómago cae.
—Espera ¿qué? ¿Jeon rogó por este espectáculo?
Marco suspira.
—Sí. Después de que decidí que te quería, tuve discusiones con otro actor. Un gran talento desconocido. Pero de repente, el señor Jeon me llamó e hizo campaña por el papel. Por supuesto, sabía que su horda de fanáticas rabiosas, prácticamente garantizarían un éxito de taquilla, y físicamente, era perfecto, pero había escuchado rumores sobre lo que te hizo y tenía mis dudas de que pudiera funcionar. Me llamó tres veces al día, todos los días por dos semanas. Me recordó mi reacción al verlos a los dos en Romeo y Julieta en Grove. Fue bastante molesto. Pero su pasión finalmente fue lo que hizo que cediera. La forma en la que
hablaba de ti… no podía ignorar eso.
—Lo siento, Marco. No tenía idea.
—No lo lamentes. Sé mejor. Si no puedes trabajar con él, dímelo. Aún es temprano. Podría reemplazarlo para el final de la semana, si eso es lo que deseas.
Me mira con expectación. Es una oferta tentadora. Si Jeon no está en el programa, no tendría que enfrentar a todos los fantasmas de nuestro pasado.
Podríamos regresar a nuestras vidas separadas y jamás ver al otro de nuevo.
La idea hace que se forme un nudo en mi garganta.
—Sus admiradoras harían disturbios si lo reemplazamos —digo.
Marco se encoge de hombros.
—Tal vez. Pero es mejor eso que tener críticos dejándonos por los suelos por actores principales incómodos y abatidos.
—¿Puedo pensar en ello?—digo, y toma mi mano.
—Por supuesto. Personalmente, espero que lo solucionen. Los dos obviamente son miserables sin el otro, y es deprimente verlos. A él, en particular.
Asiente hacia Jeon, quien ahora está paseando lentamente, observando sus pies y mirándonos a nosotros.
—Pensé que la historia era qué él rompió tú corazón —susurra Marco—. Desde donde estoy parado, parece al revés.
Reprimo la risita nerviosa que burbujea en mi garganta. —Te lo aseguro, fui a el que terminaron, no quien rompió. Solo no sé si…
Levanta sus cejas. —¿Si qué?
Suspiro.
—Si hay demasiado daño. Si alguna vez podremos seguir adelante.
Sonríe.
—Taehyung, algunas veces no se trata de intentar arreglar algo que está roto. Algunas veces es acerca de empezar otra vez y construir algo nuevo. Algo mejor —Mira a Jeon, quien ha parado de pasearse y nos está observando fijamente—. Parece que la vieja construcción sigue allí. Úsala.
Se va y le da una palmadita a Jeon en el hombro mientras pasa a su lado. —Espero verlo el lunes, señor Jeon.
Jungkook frunce el ceño antes de mirarme.
—¿Listo para irnos?
Asiento, y nos dirigimos al exterior.
Caminamos en silencio mientras subimos las escaleras que nos conducen al vestíbulo. Sostiene la puerta para mí, y salimos a la calle.
—Marco quiere reemplazarme ¿no? —dice mientras sus dedos cálidos se colocan en la parte baja de mi espalda, guiándome más cerca de él mientras cruzamos la calle.
—No quiere hacerlo; pero si nosotros no lo conseguimos, lo hará.
Mientras llegamos a la acera de enfrente, me detiene. —¿Eso es lo que quieres?
Froto mis ojos para que no tenga que mirarlo.
—No lo sé. Marco me dijo que hiciste campaña para estar en el programa. Pensé que todo esto era el destino juntándonos de nuevo, pero no lo es. Tal vez esta obra es una mala idea.
Por un momento, su compostura vacila antes de que la determinación de acero se deslice en su lugar.
—No quiero joder esta oportunidad para ti, Taehyung. Si quieres que renuncie, lo haré. Pero si solo lo estás haciendo para no tener que lidiar conmigo, no va a funcionar, porque regresé a Nueva York por ti. El programa fue solo un extra.