Mamihlapinata: Mirada sin palabras

Capítulo 8

Aunque hace mucho tiempo que no tenía sueños de mal gusto, no supo si fue el cenar tan tarde, el día de mentiras con sus padres, el día anterior con Joaquín o la semana llena de experiencias, que esa noche soñó con su pasado.

 

Micaela era nueva en la escuela y el empezar el primer año de secundaria en un nuevo colegio era bastante difícil para ella; sumado a que era tímida la situación lo tenía complicada. Ella se parecía a su padre: de gran altura, ojos café, pelo negro largo y laceo y contextura delgada, aparentaba más edad de la que tenía. Su primera amiga fue Pamela y ella fue quien la introdujo al resto de sus amigas; entre ellas estaba la recientemente “agregada al grupo”, Isabella. Al principio no tenía mucha confianza con ellas y no se involucraba tanto en las relaciones, eventos y conversaciones, pero cuando llegó el segundo año de secundaria, la timidez con ese grupo había quedado de lado. Fue en ese año que su amistad con Isabella se afianzó, y de hecho empezaron a hacer muchas cosas juntas y compartir sus gustos; sin embargo, temas íntimos o de la vida personal eran difíciles de contar entre ambas y eso tomaría su tiempo.

Isabella llegó a los quince años siendo todavía un bebé; tenía la idea pero su mente todavía estaba pensando en muñecas y colores. Su círculo de amigos era bastante parecido y eso tampoco ayudaba a que madure; a pesar que sus padres a ratos se preocupaban por ello, no ponían mucho empeño en mejorar la situación. No es que fuera algo malo pero la inocencia debe tener su momento y etapa. A esa edad le gustaba mucho los juegos de CD de computadora y uno en especial era su favorito: Los Sims. Aquel día en que su primera historia de amor comenzó fue cuando estaba en casa de Teresa, una de sus amigas de la secundaria, y mientras su amiga avanzaba una tarea de inglés que ella ya había acabado, se puso a jugar su juego favorito, habiéndole indicado a su amiga que estaba allí para cualquier duda que tuviera con la asignación.

—Tere, ¿recuerdas cuál es la clave para ganar más dinero en Los Sims? —dijo Isabella, luego de unos minutos de estar jugando y tratar de recordar esos trucos que había encontrado en Internet una vez.

—Mmmm… no Isa. ¿Por qué no le preguntas a Mica? Ella es fan de esas cosas.

—Cierto. ¿Puedo usar tu teléfono para llamarla?

—Ay tonta, sabes que mi casa es la tuya —respondió Tere con una sonrisa.

Entonces agarró el teléfono alámbrico de esa época y marcó el número de Micaela que se sabía de memoria ya que parte de su amistad consistía en hablar por teléfono casi diario de series, animes, telenovelas y demás. Hasta hace poco Manuela había regañado a Isabella con la cuenta que había llegado de teléfono.

—¿Aló?

—Buenas tardes, soy Isa, ¿se encuentra Mica?

—¡Isa! Soy yo.

—Hola Mica. Oye, esta llamada no es para cotorrear… —Ambas rieron—, porque ando llamando del teléfono de Tere, sino porque tengo una pregunta.

—Pobre Tere, te debe tener miedo con la cuenta de teléfono —dijo Micaela y rió. Isabella resopló porque sabía que su amiga bromeaba—. Qué pasó, cuéntame.

—Es que estoy jugando Los Sims y no me acuerdo la clave para ganar más dinero. Quiero más cosas para mi casa y no puedo —dijo Isabella y comenzó a reír.

—Ay Isa —rió Micaela—, ya te volviste fan. Ahorita no me acuerdo, tendría que buscar pero… mmm… ya sé quién puede saber. Espérame.

Esperó en silencio mientras Micaela buscaba la información o lo que sea que estaba haciendo. Teresa seguía enfrascada en su tarea.

—Hola Isabella —dijo de pronto una voz masculina—, soy Diego, el primo de Mica. —Y la forma en que dijo Diego le gustó; se dio cuenta entonces que le gustaba su voz y que hubo algo que sintió en su cuerpo pero no supo identificar. Solo supo ver que su piel se había erizado y su corazón latía, estaba nerviosa y no entendía el motivo. ¡Solo era un chico!—. Me dijo mi primita que necesitas ayuda con una clave; la tengo así que puedo pasártela.

—Eh…. Oh…. Hola Diego —respondió nerviosa—. Gracias. Déjame que consiga un papel y un lapicero para anotar —agregó y estaba por pedir ayuda con eso a Teresa pero Diego la interrumpió.

—No te preocupes. Hagamos algo… —Y nuevamente la forma en que decía las palabras, esa voz tan varonil…—, ¿Qué te parece si me compartes tu MSN y te agrego y te paso por ahí la información? Sucede que tengo toda una lista de claves que puedes utilizar y por teléfono nos tardaríamos años. No creo que tu mamá esté feliz de pagar una cuenta muy grande… —bromeó y rió suavecito.



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En el texto hay: sexo, romance y drama, amor

Editado: 01.10.2018

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