Mamihlapinata: Mirada sin palabras

Capítulo 28

Las horas se pasaron muy lento, teniendo a Isabella dando vueltas a su cabeza sobre lo que había sucedido con Joaquín. Él no había vuelto desde entonces y le preocupaba que no lo hiciera más. Cuando estaba por quedarse dormida del cansancio mental, el doctor apareció para hacerle una revisión nuevamente.

—Estás muy bien Isabella —mencionó él, luego de revisarla—, te has recuperado muy rápido en tan pocas horas. Solo debes quedarte un día más a que terminen de cerrar esos puntos y se aligere el dolor de cabeza. Luego, reposo en casa. Puedes salir a pasear, pero todo muy tranquilo, ¿de acuerdo? —agregó, mirándola fijamente.

—Está bien. Trataré de portarme bien —bromeó.

—De acuerdo, entonces cada cierta hora te estará revisando Margarita, nuestra enfermera, y cualquier cosa que necesites estaremos para ti. Por favor, si sientes dolores intensos de cabeza no dudes en avisarnos de inmediato.

Luego de agradecerle al doctor y que este se fuera, Joaquín apareció, aún con el rostro tenso. Rígidamente, le comentó que sus papás y su hermana estaban yendo al hospital para hacerle una visita y ver cómo seguía, a pesar de que él les había informado de todo. Por suerte, no le habían avisado nada a Manuela ni a Ignacio para no alertarlos ya que se encontraba bastante bien, aunque no estaban seguros del todo de haber obrado bien; Isabella se encargaría de contarle a sus papás cuando estuviera de regreso y fuera de peligro.

El resto del día se la pasó en reposo, con ayuda de Joaquín—a pesar que seguía tensa la relación—o de la enfermera para ir al baño, bañarse, comer o acomodarse en la cama. El yeso en la pierna le pesaba mucho y estaba segura que se llevaría una muleta a Nueva York; allá tendría que terminar el tratamiento con otro doctor. La familia de Joaquín la fue a visitar tal como indicaron y se sintió muy agradecida de aquella segunda familia que le había tocado y del cariño que siempre le habían mostrado desde que empezó su relación con Joaquín. Nuevamente insistiendo, logró que Joaquín se fuera a su casa a descansar un poco y él prometió que regresaría pronto; Isabella no dudaba de eso. Podían estar enojados, pero eso no impedia que siguiera el amor.

 

 

Con muleta en brazos y muy ayudada por Joaquín y su papá para que haga poco esfuerzo, Isabella salió del hospital dada de alta. Inmediatamente la llevaron a casa y aunque todos insistieron en que descansara, ya estaba harta de reposar y quiso comer algo y ver una película con todos en su último día en Chicago. El avión salía al día siguiente muy temprano y estaba apenada de terminar el viaje de esta manera, pero al menos había podido ver casi todas las atracciones y hacer los planes que habían realizado los papás de Joaquín.

Una vez que terminaron de ver Los Vengadores, insistió en que quería conocer un último atractivo turístico y por eso fueron a que conozca un museo contemporáneo. Utilizaron una de las sillas de ruedas del lugar para poder movilizarla más fácilmente, y así pudo al menos distraerse y apreciar más del arte y cultura de aquel estado. Joaquín siguió distante e Isabella odiaba que el viaje terminara de esa manera, pero sabía que ya habría tiempo de hablar las cosas.

En la noche, luego de haber cenado fuera, Isabella les dio un abrazo fuerte y largo a cada miembro de la familia, agradeciéndoles por todo el cariño, apoyo y por enseñarle lo hermoso de Chicago. Le agradeció mucho más al papá de Joaquín, quien a pesar de tener trabajo, se había escapado unas horas cada día para estar con ellos. Joaquín también agradeció a su familia por toda la hospitalidad y los invitó a que fueran a visitarlo pronto a Nueva York, ya que últimamente era él quién los iba a visitar a Chicago.

Esa noche, se olvidaron de las reglas de la casa y se echaron juntos en la cama de invitados; no podían seguir postergando la conversación pendiente, a ambos les dolía estar distantes.

—Si vas a verte con Diego, dejarás que vaya contigo y que te espere a una distancia prudente. Esa es mi condición Isa —dijo de pronto Joaquín, con la espalda contra la cama y mirando el techo.

Isabella sintió su corazón hincharse de amor y rápidamente dijo:

—Gracias. —Se acomodó para estar por encima de su rostro. Esperó a que él dirigiera su mirada hacia ella para agregar—: Te amo Joaquín.

Él no pudo evitar sonreír apenas y devolver el beso que Isabella le dio. Ella entonces se acurrucó en su pecho y minutos después, ambos estaban dormidos, esperando el taxi que pasaría por ellos en plena madrugada. Descansaron las horas necesarias y se prepararon para regresar a la vida real, a ir con el doctor para revisión de la herida de Isabella tanto en su cabeza como en su pierna, comenzar a trabajar y tener una pequeña conversación con su familia sobre el accidente.



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En el texto hay: sexo, romance y drama, amor

Editado: 01.10.2018

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