Manipulada Por Mi Jefe

CAPÍTULO 2 LA MALAGUERA

 

CAPITULO 2 LA MALAGUERA

Ámbar

22 de mayo 2018

09:35 a.m.

 

Cuando te das cuenta 

Que hay gente con más mierda 

De lo que tú tienes

 

— Dos cafés medianos por favor — me acerco a la barra con el ticket del pedido que en la caja se pidió. Mily lo toma y asiente dando la orden a los chicos que están en la cocina, me muevo hacia la mesa cuatro de la cafetería, recojo el desayuno sin acabar de la pareja que se va y veo unas monedas en la mesa, me giro hacia la puerta, pero ellos se van sin voltear atrás ignorando mi reclamo silencioso, que es por cortesía nomas.

Es raro, acá no tenemos propinas, aunque varias veces me ha tocado que dejan algunas monedas cuando recojo sus cosas, meto las tres monedas de cinco y unas de dos a mis bolsillos de mi delantal y corro con los utensilios hacia los lavados cuando la campana del pedido dado ya está preparado.

— Ve tú, me duele el estómago demasiado — Mateo niega inclinado sobre el lavado, dejo a su lado los platos sucios y voy saliendo hacia la barra apresurada dejando de lado la mueca que se quiere formar, pero la alejó con una sonrisa así los clientes que están aún desayunando en la barra.

La bandeja con los cafés servidos, una bolsa de papel con empanadas de queso me esperan listos, tomó la bandeja y me acerco a la mesa marcada, que es la siete, donde un hombre con traje me da la espalda y es quien mueve su mano con el celular.

Mateo siempre ha sido de los que atiende a ellos, ya que son de las empresas que están no muy lejos de nosotros, temo fallar con mis palabras que salen, según Mily soy más camba que la yuca por mis palabras toscas o simplemente que no tengo el tic de tratar con ellos, reclamarle que no es cierto, ya me ha cansado así que prefiero alejarme de aquellos clientes.

— Bienvenido a Dulces Encantos, aquí tienes tu pedido — dejo los cafés en la mesa esperando a que me diga algo. Cuando dejo de estar inclinada, un par de ojos verdes casi amarillos se topan con los míos sorprendidos.

El abre los ojos sorprendidos al notar el color de los míos, tal vez, o porque soy mujer.

— Wow… — Suelto una risita por su reacción al color de mis ojos ya que es lo mas seguro que noto. Interactúa con el cliente, que no se te salga alguna tontería.

— Los tuyos también son maravillosos — suelto el halago con una sonrisa mientras dejo que la bandeja quede apoyada en mi estómago. Siempre surge algo tras los pedidos, debo esperar — ¿Algo más que desees? Espero que nuestro café sea de tu agrado junto a las empanadas — No recuerdo haberlo visto antes, pero parece ser habitual ya que toma de su vaso con naturalidad. Su cabello castaño y sus cejas de casi el mismo color se mueven cuando sus ojos notan que le miro.

— Gracias, este… — Levanta el vaso que no bebió — Es para mi amigo — señala al que le deje solo. Asiento con la cabeza y me muevo cuando Mateo vuelve a aparecer, las campanas de la puerta siendo abiertas me llaman, es hora de alejarme.

Me alejo de él con un asentimiento de cabeza y caminó apresurada hacia la mesa que se sienta tras tomar su pedido.

Un dolor agudo en la espalda por agacharme hacia las mesas me punza, pero lo ignoro cuando pide un desayuno tradicional de la casa.

Asiento y corro hacia los cocineros ya que digo las especificaciones de las personas

Mañana, mañana será mi día para poder tener un mejor trabajo si paso la entrevista, espero que mi currículum sea de su agrado.

……

16:35 p.m.

Miro el cielo a través de la ventana mientras apoyo mi cabeza en la ventana del micro, bostezo cansada a pesar de las sacudidas y movimientos bruscos del micro, pero mas bien no está lleno a estas horas, mi turno terminó y tuve que esperar a que lleguen los del turno de la media tarde.

Cuando estoy por darle un abrazo al sueño que me consume, el micro frena de golpe haciendo casi golpear el marco de la ventana por el frenazo.

— ¡Oiga tenga cuidado, puej! — grito alto al igual que los demás pasajeros que se mierdean con el chofer agarró con fuerza mi mochila dejando de lado mi sueño que se hizo humo por el frenazo, sacó la cabeza un poco, para ver como por mi lado para otro micro del mismo color, casi volando.

Sus malditas carreras de estos y ni siquiera es la hora pico.

Tras sus maldiciones lanzadas, el recorrido a casa es rápido, cuando llego las voces de las gemelas y las tratadas de Alexis para que hagan sus tareas me hacen borrar la mueca que de seguro ha quedado plasmada en mi cara desde que desperté.

La reemplazó con una sonrisa y tocó la reja.

Todo se pone en silencio antes de que mi nombre sea escuchado por toda la cuadra y corren despavoridas con las llaves en mano.

— Hola Am — dijo Hanna con dos coletas mal hechas y un peine en mano

— Hola Am — quita el candado Anahí trayendo en el cuello su toalla de flores, aparentemente ambas están con el pelo húmedo por su travesura.

Cuando me abren la puerta no tardan en abrazarme y me inclino para recibir mi beso en ambas mejillas.

— ¿Alexis? — me doy la vuelta y la cierra pegando el candado en su lugar, cuando me giro, este aparece de no muy lejos con pequeñas coletas paradas en su cabello, donde los colores de las ligas lo relucen, no puedo evitar reírme mientras trata de quitarlas.

— Anahí se las dio de peluquera, otra vez — se queja Alexis, la pequeña no tarda en responder.

— Tú pelo es feo — la veo hacerle pucheros mientras nos acercamos a la sala y dejo caer mi mochila, me quito las zapatillas y las medias, caigo en el sofá mientras las dos salen a corretear por el patio al escuchar que Hanna dice que le arde un ojo. En cambio, Alexis se queda parado delante de mí y me mira, esperando algo, parpadeó repetidas veces evitando que bostece.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.