Apenas sumergida en la profundidad de mi mente, del sueño mismo; podía saberlo, una vez más estaba en ese lugar. Lo sentía en mi cuerpo que, carecía de material real, pero que era capaz de sentir las deformaciones de aquel ambiente ficticio.
Era simple, mis sueños regulares de acción, o aventura tenían esos tintes personales, de liberación y locura. Al parecer a mi cerebro cree que lo más adecuado, es mantenerme en un estado agotador de movimiento, en vez de quedarse suspendido y descansar. Correr maratones contra bestias increíbles, nadar en el perímetro de un Iceberg, descubrir la profundidad de un cenote o enfrentarme a un mortífero villano; todo aquello era lo habitual entre mis actividades cerebrales nocturnas, pero el encuentro con aquel hombre misterioso, tenía un aire hermético y enclaustrado. Mi voluntad parecía inútil en ese momento.
Era la segunda vez que nos encontramos, me daba la sensación de que lucía más joven que la vez anterior, incluso su estatura era notablemente menor. Mirándolo por primera vez no conseguí una imagen lo suficientemente clara de él, una penumbra que engullía el ambiente, mantenía en el anonimato, la definición concreta de sus facciones. Me dificultó tener una descripción física precisa de él, en ese momento.
Comencé a registrar visualmente los alrededores, de primera instancia, puedo relatar que nos encontrábamos ambos, sentados en algún espacio de una habitación oscura; compartiendo un sillón largo, lo suficientemente extenso como para no sentir incomodidad en aquella situación. Una reliquia de televisor, se encontraba iluminando tenuemente el espacio enfrente de su posición. Únicamente por eso, es que fui capaz de ver el mueble en el que me encontraba reposando, ese espacio iluminado que otorgaba la pantalla de aquel apolillado aparato, evitaba que la oscuridad se tragara por completo el escenario.
Compartimos un momento silencioso y oscuro, no era para nada incómodo, pero sí demasiado íntimo para dos personas que difícilmente, habían cruzado un máximo de 2 sentencias. Como la vez pasada, yo no pronuncie ninguna palabra, no emitía ruido alguno para ser precisa; sólo lo observé levantarse del sillón, lo cual provocó un chirrido en la madera que confirmó mi sospecha, se trataba de mobiliario bastante antiguo. Rebuscó entre la cajonera robusta que sostenía el enser desactualizado y monstruoso, removiendo apresuradamente entre los objetos que probablemente había guardado en aquel espacio; sacó un juego de cables algo estorbosos, y abundantes; una consola de dimensiones pequeñas y controles rectangulares se asomaban entre tanta cacharrería; por mi lado únicamente lo observaba en silencio, la curvatura de su espalda, su posición antinatural , equilibrado por la punta de sus pies en el piso, y una sombra creciente que nacía a partir de la luz eclipsada por su silueta. Tan sólo estaba ahí, conectando cables, parecía muy concentrado y yo no perturbé su labor, me limitaba a estar en silencio.
Al terminar con aquella jornada, se paró frente de mí y me entregó un control para seguidamente, retomar su lugar en el sillón. Cada uno en un extremo, la televisión había pasado de una estática lluviosa, a un juego que realmente no terminaba de comprender. No le puse mucha atención, fue así como pasaron los 5 minutos silenciosos, entre los tenues "clics" que emitían los botones de aquellos controles, también parecían desgastados. Noté en medio de ese silencio, que aquel extraño acompañante, volteaba repetidas veces a mirarme, y en acto seguido, bajaba sus ojos en la dirección de mis manos.
—No me dejes ganar —dijo, rompiendo el silencio de la habitación, pero yo aún no me sentía cómoda para responder.
—Estoy viendo que no mueves las manos; realmente soy malo en esto, pero no me ofendas de esa manera —se dirigió nuevamente a mí, aunque esta vez se escuchaba con un ligero toque de frustración.
—Tu voz es... — Estaba realmente confundida después de oír su voz, pero él me interrumpió antes de terminar la oración.
—Ni lo menciones, la vez anterior te asusté mucho, ¿no es así?; no me digas que esta vez es igual. —Pensó unos segundos. —Estoy tratando de ser amable.
Esas últimas palabras sonaron golpeadas, mi reacción le sentó mal, como una falta de respeto; la realidad es que no lo estaba dejando ganar, ambos éramos malos en los juegos al parecer, pero de los dos, yo era la peor. Había decidido dejar de intentar, utilizando en lo menos posible, los botones del control. En pocas palabras, me di por vencida; algo así como dejarlo ganar, en parte tenía razón, pero no tenía la intención de ofender. Para evitar su molestia, me decidí por jugar en serio, empecé a comprender la mecánica del juego, no era realmente complicada, sólo no estaba prestando atención.
—Bueno, ya ganaste, nos veremos en otra ocasión — lo dijo sonriendo de una manera extremadamente artificial.
—¿Dónde queda la salida? — no me quedaba de otra, ser condescendiente apuntaba a la mejor opción para ambos. Y en realidad, no observé ninguna salida al ingresar en aquella habitación ilusoria.