La luz era un chiste, comparada con la velocidad con la que Mabel llegó al hospital central. Como si fuese cualquier persona, preguntó por el doctor Carlisle Cullen que, "Lamentablemente ya terminó su turno y se encuentra camino a casa por la autopista norte en su modelo T", Mabel tardo un par de segundos en encontrar el auto que lentamente avanzaba. Cuando finalmente paró en frente de una lujosa mansión, salió aquel Rubio guapo que Mabel esperaba ver hace tantos años.
Se quedó pasmada, tal vez los Vulturi se encontraban allí, pero el sentimiento de querer salir corriendo a abrazar a su hermano invadía todo su cuerpo, en su mente ocurría una lucha entre el amor por su hermano y el amor por su vida. Se sintió caer, pero el reflejo de un águila en un árbol contiguo la mantuvo de pie. Lentamente la puerta de la casa se abrió y una bella morena se asomó, tomó a su hermano de la cara y le dio un beso en los labios, a su lado, un joven alto los miraba con una pequeña sonrisa, levantó la cara y la miró.
Mabel se había vuelto un embrollo, no entendía que rayos pasaba, ese chico la miraba tan fijamente como sí supiera quien era. Lentamente aquel muchacho dijo algo inaudible a la pareja, quienes voltearon a mirarla totalmente atónitos. No había pasado un segundo y Carlisle ya se encontraba justo en frente suyo, se miraron como sin poder creerlo y se fundieron en un abrazo, sólo comparable con el de su primer reencuentro.
Ya dentro de la gran mansión que Carlisle tenía como hogar, se presentaron unos a otros. Carlisle conoció a Hunzahua, y Mabel a Esme, la esposa de Carlisle, igualmente a ese extraño chico Edward, del que más tarde comprendió que su rareza provenía de su particular don. Durante horas hablaron de miles de cosas, ambos tenían más de 100 años de historias que contar, y entre los 5 se pusieron al tanto de todo, la conversación era muy alegre y divertida, hasta que llegaron al tema de la persecución de las brujas, allí la cara de preocupación de Carlisle no tardó en llegar y acordaron que no la desampararían.
Era tan extraño para Mabel pensar que de repente, había dejado de ser una vagabunda chupa sangre a tener una familia de 5, el calor de hogar que sentía la lleno de nostalgia, y lloro un poco, pero se sentía feliz, ahora si se estaba completa.
Y así, por alguna razón del destino, los siguientes años de su vida transcurrieron con tranquilidad. No sabía sí Dios o la magia habían intervenido, pero aquellas brujas habían salido de su camino, a lo menos por el momento. En compañía de toda su nueva familia recorrieron diferentes ciudades y poco a poco su familia de 5 se agrando al conocer a Rosalie. Mabel siempre supo que Rosalie y Edward no eran compatibles y lo ratifico cuando Emmet entro al aquelarre. Por los 50's conocieron a Jasper y a la simpática Alice, quienes también se unieron.
Unos 10 años después, en el mismo lugar donde comenzó la historia de Mabel y Hunzahua, la gran familia Cullen vivía tranquilamente. Una mañana Mabel contemplaba a su marido dormir, mientras pensaba muy concentrada. De repente, sintió como algo en su vientre le daba un pequeño golpe, ¡Wow! ¿Qué fue eso?, era lo más parecido a un dolor de estómago que Mabel recordaba, ¿Acaso era un calambre?, ¿Un cólico?, y pum, allí estaba otra vez, sintió otro pequeño golpecito, no quería preocupar a Hunzahua así que lo dejo dormir, se dirigió al cuarto de Carlisle.
—Carl, algo me pasa —dijo con cara de espanto.
—¿Qué? —Dijo su hermano, más viéndola como una loca que verdaderamente preocupado.
—Mira esto —Mabel puso la mano de Carlisle en su vientre.
—Vaya, esto no es posible.
—¿Qué?
—Ven conmigo —Carlisle tomo de la mano a Mabel y la dirigió al mini hospital que tenía en la casa, allí la acostó en una camilla, puso gel en su panza y...
—¿Estás haciendo lo que creo que estás haciendo?
—Sí.
—Carl es imposible.
—Vamos a ver.
Y tal como Carlisle lo imagino, en esa pantalla se veía muy obvio para él, y realmente no tanto para el resto del mundo, que Mabel estaba esperando un bebé. Después de la incredulidad colectiva, toda la familia Cullen se encontraba feliz, expectante y emocionada por el próximo miembro de su familia.
—¿Cómo es que no lo vi? —Se preguntó Alice.
—Tal vez ese bebé no estaba destinado a nacer.
Que se podía esperar de un hijo o hija de un vampiro y un águila medio humano, algo mágico de seguro pero ¿Qué tanto?, ya lo sabrán cuando me vean nacer.
Soy la hija de Mabel Cullen y Hunzahua bachue, deben entender no es algo fácil de rebelar.
Mi madre después de más de 100 años de relación con mi padre logro quedar embarazada, fue un completo milagro, una oportunidad en un billón. Se supone que los vampiros no pueden tener hijos, pero, al fin y al cabo, mi padre no era un vampiro, no estaba muerto, y donde hay vida hay esperanza.
Esa esperanza creció en el vientre de mi madre como cualquier otro embarazo humano. Carlisle, como médico, sabía que todo andaba bien, el feto crecía normalmente, y Mabel seguía regia como un roble, solo le había crecido un poco la panza y se alimentaba más de lo normal, pero lo demás seguía exactamente igual. Carlisle tenía asegurado el puesto de padrino, pero la madrina aún estaba en juego, Mabel sabía que debía ser Esme pero Rosalie moría por serlo, así que decidió dejar eso para después y decidir el nombre de su bebé, nombres iban y venían.