Mar de Corazones ✓ [2]

CAPÍTULO 14

'Romance de Mirabella'

Laetizia.

Pulso el botón verde cuándo la llamada de Marco, mi representante, entra en el móvil haciéndolo vibrar.

—¿Sí?

Hasta que por fin me coges el maldito teléfono. —murmura. —¿Dónde demonios estás metida, Laetizia? Llevo casi dos meses sin saber de ti. Lo último que la prensa sabe de ti es que te fuiste con esos marineros por ahí. ¿Cuándo vas a volver a West Plate?

—Nunca. —contesto en un tono firme. —Cómo vuelva allí me matarán y lo sabes. Aparte, ya ninguna televisión querrá pactar ni conmigo ni con Vangalore para ningún programa.

¡Claro que sí! —responde eufórico. —Acabo de hablar con una productora a la que le encantaría que salieses en un programa contando la historia de tu vida. Miércoles a las 22:30, hora de máxima audiencia, Laetizia. Tú y Vangalore, juntas.

La propuesta ronda por mi mente, trato de analizarla y es que una propuesta así... eso, aparte de fama, me daría muchas ganancias.

—Pero salir contando mi vida... es algo igual un poco perturbador, ¿no? —intento buscar una excusa. —Yo estoy muy tranquila aquí donde estoy, no quiero romper esa paz...

¿Pero dónde estás?

—No puedo decírtelo, Marco. —contesto. 

Ah, claro. Se me había olvidado que ahora te juntas con criminales.

—No seas tan burro, Marco. —siseo entre dientes al oír ese término. —Ellos me han ayudado mucho, ahora tengo una casa y una vida en calma y no deseo romper eso volviendo al foco mediático. Al menos no ahora, tal y cómo están las cosas, necesito tiempo para que la gente se olvide un poco de mí y volver con más fuerza.

Ahora las cosas están en su mejor punto, Laetizia. Hazme caso, ahora...

—He dicho que no. Pero no es un no definitivo, Marco. —suspiro profundamente. —Es que simplemente... ahora no, si salgo contando mi vida... eso es una bomba que necesita tiempo para ser soltada, ¿vale? Dame unos meses más de tranquilidad y te prometo que vuelvo.

Lo oigo bufar con fastidio al otro lado de la línea, pero es lo que hay.

Vale. Tienes dos meses como mucho. Sabes que tienes la línea abierta si deseas volver antes.

Cuelga la llamada sin darme la oportunidad de decir nada más y es entonces cuando aparto el teléfono de mi oreja, tratando de pensar en que puede suceder si lo hubiese aceptado.

—Has hecho lo mejor.

La voz de Vangalore detrás mía me sorprende. Me giro para encontrarla bajo el umbral de la puerta.

—¿Has estado poniendo la oreja?

Me pongo de pie andando por la sala, nerviosa.

—No. Simplemente estaba escuchándote porque he oído mi nombre y me concierne como tu compinche. 

—¿Tú quieres hacerlo?

—Claro que no. La decisión que has tomado es... correcta.

—No pareces muy segura de ello. —murmuro, realmente parece que ella si quisiera hacerlo.

—¿Qué? Claro que no, Lae. —niega. —La decisión que has tomado está muy bien, tienes razón, si volvemos ahora probablemente nos pase algo.

En el fondo, tanto ella cómo yo sabíamos que ella si anhelaba hacer el programa; pero era el precio de vivir bajo la sombra de una gran actriz, cómo lo era yo. Si es cierto que yo siempre trataba de darle equidad, pero no era así. Yo sabía que ella sentía eso. Mis decisiones nunca son cuestionadas por ella.

—Se nota que sí quieres...

—En serio, Laetizia. —sigue Vangalore. —No hace falta...

—¿No te sientes insuficiente?

Su semblante se torno de expresión extraña, cómo si le acabase de proponer mudarnos al Congo.

—No. —musita lacónica.

—¿No?

—Ya hemos hablado del tema, Laetizia. —contesta de nuevo. —No quiero hablar más de esto.

—Me mata por dentro el saber que te sientes inferior.

—No siento eso, al menos no cómo persona.

—¿Al menos? —cuestiono —¿Eso qué quiere decir?

Se queda callada durante unos segundos antes de suspirar profundo y responder mis inquietudes.

—Claro está que eres mucho mejor actriz que yo, Lae.

—Vangalore, no...

—Es lo que hay. —me interrumpe. —La cámara te quiere más a ti y evidentemente las emisoras quieren más atención de ti que de mí. Pero no pasa nada, estoy bien con ello y es que me gusta trabajar en esto sí es contigo.

Las lágrimas inundaron mis ojos ante sus palabras.

—No quiero que te sientas inferior en ningún aspecto. —Entonces es cuando me levanto, acercándome a ella y posando la mano en su mejilla. Le sacaba unos cuántos centímetros de altura, Vangalore era bajita y castaña, así que tenía que alzar la mirada un poco para mirarme a los ojos. —En ninguno, porque no lo eres. Tú y yo somos un dúo. ¿Sabes?

—No lo siento. Simplemente es lo que hay. —murmura. Siento un escalofrío y avanza ligeramente acercándose más a mí: su boca queda a milímetros de la mía y siento su respiración agitada. 

Es entonces cuando una brisa bate una ventana, abriéndola con un estruendo que nos separa.

Carraspeo dándome cuenta del momento que acabamos de vivir.

—Mmmm... —titubeo, hasta que finalmente me acerco al altavoz en el cuál reproduzco la canción que ambas adoramos. Pulso el botón que da inicio al armónico inicio de la canción de Rosa Cedrón, Romance de Mirabella. —Esto relajará nuestras mentes. 

Vangalore me sonríe cuando la larga instrumental principal permite oír el arpa que, al cerrar los ojos, me transporta a otro lugar lleno de paz y calma. Me siento en una silla de la cocina tipo loft y es entonces cuando siento el calor de Van cubriéndome. 

Cierro los ojos respirando profundo cuando la gallega autora comienza a cantar la canción. 

En la barca del
verdadero amor
se alejaba el rey
de su hogar, de su corazón.

Tarareo la canción y Vangalore me imita. Se separa segundos después y canto con fervor la segunda estrofa a la vez que aparece un sol radiante emitiendo rayos de sol que traspasan la ventana y se clavan en mi piel.



#7495 en Fantasía
#1650 en Magia

En el texto hay: piratas, mar, amor accion secretos

Editado: 12.06.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.