Mar de Corazones ✓ [2]

CAPÍTULO 30

'Explosión interestelar'

Anders.

El barco despliega las velas, y subo por la tabla cuando Marino entra ayudado por Calamity.

—¿Hacia dónde está Narvae, capitán? —cuestiona la muchacha y me dispongo a responder, pero al levantar la cabeza al entrar al navío veo que le habla al capitán, Craber.

—Mmmmm, ya está puesto en el mapa. —farfulla. —Anders. —me llama y mi nombre en su boca me hace arder el pecho. —Ponte de timonel y eleva el ancla, voy a organizar cosas en la recámara.

Me trago la saliva que sabe amarga y acato la orden sin decir nada.

No es capaz de mirarme a la cara y baja de la zona del timón sin hacerlo. Suspiro dirigiéndome a la zona circular con dos astas de las cuales tiro, dando la vuelta y levando anclas a la vez que Woods quita la tabla para pasar.

Los artilleros recargan los cañones y me pongo de timonel, virando a babor para salir del encalle en la isla y adentrarnos a las turquesas aguas guiénesas.

Veneno sigue disfrazado, y aunque por estas zonas apenas hay gente de la que escondernos, es mejor prevenir que curar.

Nos internamos en el mar con el viento a nuestro favor y Craber sale de la recámara.

—Timonel, —me dice. —hacia el noroeste.

Asiento girando el timón unos 360 grados para ir hacia la izquierda. Dalina aparece y sube las pequeñas escaleras para llegar a la zona del timón.

Me acompaña durante un rato donde el mar está tranquilo; los tripulantes pasean por el barco sin tener que hacer demasiado y Marino se sienta en una silla al lado del mástil junto a Kaywest.

El viaje transcurre sin demasiado problema, pasa casi una hora hasta que Craber sale de la recámara para hablarme.

—Isla Narvae a menos de 3 millas naúticas. —me indica queriendo 'recalcar' que está haciendo un buen trabajo poniendo la cabeza en alto, orgulloso. —Se divisará en unos pocos minutos, grande, con forma de volcán.

Asiento lentamente y se devuelve a la recámara.

No digo nada, solo me muerdo los labios por dentro aguantándome las palabras. El vigía del mástil saca el largo catalejo, Faraday se coloca en posición y los tripulantes van saliendo preparándose para los enemigos que habrán en Narvae.

Según las mil y una leyendas existentes sobre la Fuente de la Juventud, está custodiada por miles de seres como sirenas, duendes, esqueletos o hasta antimaterias, seres oscuros con forma de espectro que son capaces de erradicarte con tocarte durante solo tres segundos. Es una de las maravillas del mundo antiguo ubicado en lo que antiguamente se conocía como Oceanía Cercana, siglos antes de Cristo, comparando su belleza al Coloso de Rodas o a los Jardines Colgantes de Babilonia.

Luego se desapareció, nadie supo nada más de ella, nadie nunca analizó escritos... y en ellos se encontraba la respuesta, pero todos eran ciegos para verla: es mucho más simple mandar a desforestar medio país que buscarla en antiguos escritos.

Era un lugar santificado: servía para revivir gente y si bien es cierto, su funcionamiento quitaba vidas a a vez que restauraba. Se dice que, para poder darle años de vida a alguien, se debe colocar uno a cada lado de la fuente, pronunciar unas palabras que supongo yo que Marino conocerá y los años de vida de la persona del lado izquierdo se pasarán a las del lado derecho: quitándole la vida a la del lado izquierdo, desvaneciendole en el aire.

Muchas de estas cosas las he descubierto en escritos, en Internet... pero parece que la información está mucho más mermada de lo que realmente es.

No quiero pensar en quién es que se va a sacrificar para darle la fuerza necesaria a Marino y que nos quite la maldición. No voy a mentir, no voy a ser cínico; no he pensado en mí mismo, en sumarle dramatismo a mi estrellada existencia diciendo <<Me sacrifico por mi gente y porque sean felices>>, porque no lo quiero. No quiero morir; he luchado mucho para vivir y no me apetece morir por esta gente. Además de eso, tengo un hijo apunto de llegar al mundo, en enero, concretamente. Y aunque no quiero imaginarme a Dalina, despertando un día, embarazada y sin recordar de quién, ni como se llama, solo sabiendo respirar y comer... pero también me duele la imagen de ella criando a su hijo sola, sin nadie.

<<Haz lo que tengas que hacer>> Las palabras de Salvatore vienen a mi mente de nuevo.

—¡Timonel, isla a la vista en el horizonte! —grita Faraday desde el mástil. —¡Menos de tres millas naúticas, norte!

Me indica y me asomo con curiosidad de verla.

Y cuando lo hago, no logro disimular mi sorpresa al verla. Sí es muy grande, es un volcán de mínimo 200 metros de altura y es ancho, muy ancho.

<<¿Cómo no habíamos sabido nada de esta isla?>>

Bajo de la zona del timón dejando a Dalina vigilando durante unos segundos, voy hasta la recámara mirando el mapa.

Se encuentra a, prácticamente, metros de la frontera marítima de Guiena pero aún así me sorprende no haber sabido nada de ella. Está muy alejada, y eso que la mayoría de la extensión guiénesa consiste en pequeños islotes; pero esta zona está muy vacía.

Vuelvo a la zona del timón.

—Todo en orden, capitán. —me dice Dalina y sonrío ante el mote.

—Ya no lo soy.

—Para mí siempre lo serás. Y además, el mejor.

Sonrío con tristeza y me abraza por detrás cuando me devuelvo al timón. Siento su paz traspasarme, me hace feliz con muy poco y Craber aparece segundos después haciendo que Dalina se aleje.

—Estamos en el barco, —musita. —aquí no quiero gilipolleces de esas.

Bufo como un toro embravecido.

—No te hagas el duro que aquí no estamos en una misión ni nada parecido.

—Soy el capitán de este barco. —recalca. —Y he dicho que nada de cariñitos.

—¿Qué cojones te pasa, tío? —farfullo con la molestia corriéndome por las venas. —¿Estás enfadado porque puedo estar con la que quiero?



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En el texto hay: piratas, mar, amor accion secretos

Editado: 12.06.2024

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