Mar en tu mirada

VII

Nos quedamos un rato mirando el paisaje que se presentaba ante nuestros ojos. La tranquilidad que se emitía era impresionante, el extenso mar se presentaba frente a nosotros, las olas chocando y el sonido de las gaviotas junto con el del viento presentaba un escenario espectacular. 

—Es precioso— susurró de forma casi inaudible.

—Lo sé.

Caminamos un poco más y bajamos unas rocas para estar en contacto directo con el agua salada. Cuando menos me di cuenta Leia estaba agachada quitándose las sandalias de sus pies para tener contacto directo con la arena. 

—Ha pasado mucho tiempo desde que sentí la arena del mar sobre mis pies— explicó sin alzar la vista de la sandalia que le faltaba quitarse. Se enderezó y tomando con una mano ambas sandalias camino hasta donde yo estaba que no era mas de unos cuantos pasos señaló con su cabeza hacia el agua salada.

—¿Vamos?

—Vamos— asentí agachándome para quitar las sandalias de mis pies. Sin alzar muy bien la vista pude ver cómo ella se alejaba con pasos cortos para acercarse al agua, asi que sin perder mas tiempo camine en su dirección.

—Es verdaderamente hermoso, ¿Cómo es que este lugar esta tan solo?

—Supongo que es porque es un camino algo largo para llegar aquí—respondí encogiendome de hombros, suspiré —Ademas,  no hay tantos turistas en esta temporada del año.

Cuando el agua tocaba nuestros pies, caminamos un poco mas adentrándonos al agua hasta que esta llegó a la altura de mis pantorrillas y rodillas de Leia. Entonces mi vista se fijo en un pez que quedó varado en la arena, me dije que cuando se acercara una ola, este regresaría al agua, pero eso no pasó, así que me acerque hasta dónde estaba y lo coloqué nuevamente en el agua. En todo ese tiempo pude sentirme observado, pero no le tomé importancia. Volví al lado de Leia que ahora tenia la mirada fija en el horizonte.

—Mmm...pude que tengas razón— contestó a mi respuesta de hace unos minutos atrás quitando la mirada del horizonte y fijando su vista en mí. Ahí estaban otra vez, esos ojos escaneando cada parte de mis facciones sin ninguna pena alguna, no estaba acostumbrado a que alguien me mirara sin disimulo alguno, y extrañamente me gustó pero también me incomodó un poco.

—¿Tengo algo en el rostro?— pregunté girándome a verla de la misma manera. Para mi sorpresa una media sonrisa se encontraba en su rostro y luego negó con la cabeza, para finalmente romper con nuestro contacto visual y mirar de nuevo hacia el horizonte.

—Empiezo a entender porqué le agradas a mi padre.

Mi ceño se frunció levemente y no aparte la vista de su rostro tratando de obtener algo de el.

—¿Por qué?

—Te gusta el mar y todo lo que lo envuelve— afirmó. No contesté —¿No es cierto?

—Me gusta, sí— afirmé mirando esta vez al majestuoso paisaje que se presentaba ante mí. El océano era todo para mí, una parte de mi se perdió en esos momentos que fueron muy importantes para mi y este estuvo involucrado, mi corazón se lleno de una emoción que no pude describir pero se asemejaba mucho a la tristeza, el océano y mar eran mi hogar.

—Creo que también me agradas, Azariel. Espero también agradarte.

Después de eso ella no dijo nada mas y yo tampoco, sinceramente no sabía qué contestarle. Quería agradarle, después de todo eso era pieza clave para lo que tenía planeado.

—¿Por qué no nos metemos de lleno al agua?— pregunté tratando de acabar con el silencio. Leia me miró como si estuviera loco.

—No sé si te haz dado cuenta, pero no traemos trajes de baño— contestó señalándonos a ambos.

—Dame tus sandalias— indique quitándoselas de la mano. 

—¿Que vas a hacer?

—Las pondré en un lugar donde no las alcance el agua— me apresuré a dejar ambos pares de sandalias en un lugar seguro y corrí de vuelta al agua antes de que Leia se diera cuenta de mis intenciones. Su rostro mostraba desconcierto total mientras me acercaba rápidamente a ella y sin darle tiempo de reaccionar la levanté sobre mi hombro y corrí directo a la ola que venia hacia nosotros. 

La ola pasó y cuando emergimos del agua, creí que Leia me gritaría, en cambio una carcajada surgió de su garganta y con uno de sus brazos salpicó agua en mi dirección. 

—Estas loco— dijo mientras alejaba de su rostro su azabache cabello mojado.

—Tal vez— contesté salpicandola de regreso.

—¿Podemos hacerlo de nuevo?

Me sorprendí a mí mismo cuando una sonrisa se planto en mi rostro y fue inevitable no tratar de bromear con ella.

—Al parecer la princesa ha olvidado la importancia de nadar en traje de baño.

Su mirada bajo de mi rostro para mirarse a sí misma, sus shorts y blusa se encontraban totalmente empapados al igual que mi ropa, volvió su mirada hacia a mí y cuando nuestros ojos hicieron contacto se encogió de hombros como si la ropa ya no importara.

—El sol esta en su punto, podemos esperar a que nuestra ropa se seque después.

—Entonces, hagamoslo otra vez.

Respondí accediendo porque ella tenia un buen punto. Me le acerqué nuevamente, repetí el proceso de hace un rato y lo repetimos una y otra vez, hasta que perdí la cuenta de cuantas veces lo hicimos. Llegamos a un punto en el que nuestros dedos se encontraban arrugados por el tiempo qué habíamos pasado en el agua por lo que decidimos salir de ella.

—Creo que es conveniente poner nuestra ropa a secar, ¿no?— pronunció Leia acercándose a una roca y quitándose cerca de ella su short y blusa, quedando solo en ropa interior para después colocar sobre la roca su ropa.

—Lo es— concordé con ella repitiendo su acción.

Ambos nos sentamos en la arena, uno al lado del otro sin despegar la vista  del brillo que se reflejaba en el mar provocado por la luz solar. La sensación tan cálida del sol sobre mi piel fue mi indicativo para saber que nuestra ropa no iba a tardar tanto tiempo en secarse.



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En el texto hay: oceano, romance, sirenasytritones

Editado: 01.07.2020

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