— Estás muerta para mí
Aquellas palabras están impregnadas en mi mente y corazón, duele, sí, claro que lo hacen, pero no puedo evitarlo, me fueron enterradas en el alma cuáles dagas en mi piel me hicieron sufrir, aquel primer amor fue el que lo provocó, su recuerdo sigue en mí sin importar como vaya, esas palabras llegan a mí sin quererlo como si algo me llamara a recordarlo y lo peor de todo es que aquel chico que me las dijo aún lo quiero tanto a pesar de la cruel manera de romper lazos conmigo, ¿Lo entiendo? Sí, no o tal vez..., solo sé que éramos dos adolescentes sin idea de la vida, los cuales se separaron por algo que hasta ahora no puedo entenderlo, solo espero que aquellos recuerdos agridulces se borren de mi mente para siempre.
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La mañana no era como cualquier otra después de mis merecidas vacaciones como Gerente de "BlouPlou" debía regresar a mi cargo, no mentiré estaba emocionada, amaba mi trabajo por algo me había esforzado en subir de puesto, ser gerente me era reconfortante, sentía que alcance algo por mi cuenta, Después de pelearme con la almohada y sabanas me preguntaba si era tan necesario que fuera, pues después de varios días de pereza ya me estaba acostumbrando a la comodidad de mi habitación y casa, finalmente al abrir los ojos los cerré de inmediato a no acostumbrarme a la luz de la mañana.
— ¡Porque debo ser un adulto funcional! — Me queje claro que lo hice, no fue hasta que escuché los gritos de mi madre a mi hermana menor que me hizo levantar enseguida.
— ¡Liza, ya levántate! — Gritaba una y otra vez, juraba que si no fuera por el nombre de mi hermana, pensaría que me gritaba a mí, ignoraba la guerra campal de mi madre y aquel monstruo adolescente que decía ser mi hermana Elizabeth o Liza como la apodamos.
Mi rutina lo normal, una ducha fría para levantarme o eso me decía para ignorar mi vida tercermundista sin calentador, después de una pequeña ducha solo seguí con aquella rutina de siempre, arreglar aquel cabello azul que se me ocurrió pintarle las puntas de verde, después de tomarme mi tiempo arreglándome, que me tomaría la mitad del tiempo, pero sinceramente lo alargue para no pensar en el trabajo, baje aquellas escaleras para encontrarme con la escena de siempre; mi madre apresurando a mi hermana menor ya que obviamente se le hacía tarde para la secundaria, mi hermano mayor Liam leyendo cualquier cosa en su teléfono cuál hombre aburrido de casi 30 años y mi padre bueno él era él, no sabía con qué situación random vendría a contar sobre su trabajo, al verme mi hermano no dudo en gritarme.
— ¿Y esa cara? A si se te acabaron las vacaciones — se contestó solo comenzando a molestarme como era su costumbre.
— No todos seguimos el horario de escuelita — me burlé sentándome en mi lugar, mientras mi madre me daba mi desayuno. Aquella mujer seguía cuidándonos como niños, a pesar de ya ser adultos con trabajos estables.
— Ustedes ya dejen de pelear, que a su edad les dará azúcar — regaño de esa manera extraña que siempre nos hacía reír.
—Sí, ya deja de joder Liam — a mis palabras un manotazo de mi madre por decirlas. — ¡Ora, perece, me dolió! — me queje mientras mis hermanos reían de mí.
— ¡No digan majaderías! ¿Qué cosas les enseñan a la pobre Liza? — Liam y yo nos vimos de reojo y sin dudarlo comenzamos a reír, pues no era un secreto que al ser nuestra hermana conocíamos perfectamente su vocabulario de adolescente o, mejor dicho, camionero.
—Sí, pobre Liza —respondió con sarcasmo Liam, el cual obviamente mi madre no captó. El desayuno siguió tranquilo, sin nada de por medio que de una familia rara o eso siempre me decía, pero como era de esperarse, mi padre habló este odiaba el silencio.
— Fui a una casa a instalar unos cristales y vi al bebé más feo del mundo, tenía 2 y 40 años al mismo tiempo — Al escucharlo no dude en escupir mi café reía a carcajadas las cuales sonaron junto con las de mis hermanos, ese hombre que llamaba mi padre no tenía sentimiento de discreción o de vergüenza, mi madre obviamente negó con la cabeza en un acto de desaprobación.
— No digas esas cosas de un bebé Cariño, por favor, podría salirte un nieto así por tus majaderías — a su comentario era obvio que Liam y yo haríamos expresión de desagrado aunque me sorprendería un poco de mi hermano si este tenía novia estable desde hace años, ignore al ver mi alarma el cual tenía para saber a qué hora debía apurarme.
— Los dejo con su discusión del bebé feo, debo correr a la parada — informé despidiéndome de mis padres para correr a mi habitación y tomar mi mochila lo más rápido que pueda.
El camino a la parada lo común, encontraba a los vecinos comenzando su día al igual que yo, saludando como siempre seguí mi camino era normal saludarlos, al crecer toda mi vida en aquella casa, ya conocía a la mitad del barrio, al llegar a la parada mire mi teléfono — 7:28 — me dije a mi misma contenta, solo un par de minutos y llegaría el camión, como si mi pensamiento fuera una orden llegó, subí como de costumbre pagando mi pasaje para posteriormente tomar un asiento libre, agradecía demasiado que al vivir casi en la base de camiones siempre venía con pocos pasajeros, al tomar asiento me coloque los audífonos, eligiendo alguna canción que me haga pensar que estoy en un video musical de baja categoría empezó el recorrido, un largo y monótono camino a mi sucursal.
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El olor a limpiador típico de la tienda llego a mi nariz, el aire frío del aire acondicionado erizo mi piel, al estar varios días sin sentirlo me trajo de nuevo esa sensación, entre a la tienda los empleados me saludaron como de costumbre comenzando a preparar la tienda para su apertura, mi camino no era tan largo, solo pase aquella sala de empleados y el área de lockers para llegar a mi oficina en el segundo piso, como era costumbre entre dejando mis cosas en su lugar, un grito me hizo voltear rápidamente.