Una semana…
6 días…
6 días los cuales comencé a trabar en aquella tienda departamental mis opciones limitadas, que más podría buscar en esta ciudad tan grande si no ocupaban «experiencia» era tener «Conocimientos», ¡Como chingaos tendría eso si no me dejan aprender!, me molesta obvio que sí, pero llegar a esa tienda me calmó, no había tenido tantos trabajos en mi vida, solo algunos de repartidor o ayudando a mis vecinos en su tienda, pero algo fijo jamás, La entrevista fue algo muy extraña aquella chica frente a mí era la viva expresión de la felicidad, alegre y preguntona, Dios Santo me hizo preguntas del porqué de todo que no supe si era una entrevista o beca del municipio.
Al finalizar me informó que la gerente estaba de vacaciones por lo que a su llegada daría el visto bueno, no mentiré estaba contento si aquella gerente me contrataba podría ya quitarme un gran peso de encima, pagar las cuentas y algunas deudas que tenía encima, capaz ahorrar un poco, aquellos días me esforcé aunque sinceramente no era un trabajo complicado; doblar, ordenar la ropa y accesorios del área de hombres, si no fuera por atender a los clientes sería el trabajo ideal, odiaba cualquier interacción humana no por ser retraído o introvertido simplemente no quería tener ningún lazo con alguna persona, sabía perfectamente que puedo arreglármelas solo.
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La alarma sonó como era de costumbre a las 5 de la mañana, me levanté con esa sensación en el pecho que ya estaba acostumbrado a sentir, tome aire y sin más me prepare para entrenar, Corrí lo normal 5 kilómetros lo justo para seguir mi rutina de boxeador, con el cuerpo sudando los músculos ya adaptados a la rutina, regrese a mi departamento.
Mi departamento un lugar vacío donde hace años vivían mis padres y hermano, su ausencia fácil “muerte”, tenía 10 años cuando mi padre falleció obviamente fue un golpe duro para mi madre la cual se esforzó en darnos una vida digna hasta el día de su muerte, nunca lo olvidaré aquel día lloré como nunca, sentí que mi mundo se caía a pedazos y para el colmo de mis males al pasar exactamente un año entre peleas que eran comunes desde antes de la muerte de mi madre, John se fue del departamento, tomo sus cosas y sin avisarme salió del hogar que teníamos desde nuestro nacimiento, no podía culparlo teníamos una pésima relación de hermanos si no fuera por mi madre seriamos dos desconocidos.
Aquellos recuerdos siempre llegaban a mí, coraje y enojo era lo que siempre predominaba en mi ser, golpeé como siempre aquel costal de box que tenía en mi sala, golpe tras golpe calmaba mi cabeza, cualquiera podría decir que mi vida es una mierda y la verdad no se equivocaría, pero eso sinceramente me da igual.
Mi rutina siguió, comiendo un cereal que probablemente ya estaría caducado comencé mi nueva rutina, aquel uniforme que ahora era mi sentencia a usar diario me quedaba bien, dejaba ver aquellas cicatrices en mis brazos las cuales eran provocadas por mis peleas callejeras, amaba estas cicatrices eran las recompensas de mis victorias y del coraje de querer pelear con quien se pusiera enfrente, me preparé y sin más salí de mi agujero, el camino hacia la parada no fue la gran cosa, ya había varias personas dentro del camión, pero no me quedaba de otra era tomar eso o llegar tarde lo cual obviamente no era una opción, suspiré y sin más comenzó aquel recorrido junto a cualquier persona que tomara asiento a mi lado.
Mi llegada a mi sucursal fue tranquila apenas me acostumbraba a mis compañeros, dejé mis cosas en mi casillero y sin más comencé mi día, hoy debía ser distinto se suponía que la gerente llegaba hoy, al caminar a mi área y comenzar mis labores era obvio que escucharía la plática de mis compañeros del trabajo, ignore sus palabras de aquel chisme que capaz era o no del trabajo, al comenzar a ordenar la ropa un nombre resonó en mi cabeza “Lila” no supe cuál de mis compañeras lo dijo o si realmente escuché bien, sacudí la cabeza alejando todos esos pensamientos.
Estoy loco, tal vez solo escuché mal
Me dije una y otra vez, ¿Qué probabilidad había que al decir “Lila” sea la misma que ame hace tantos años?, en mi concentración de hacer mi trabajo se acercó Alyssa, con esa sonrisa alegre que me provocaba náuseas, alce a verla esperando que me dé alguna orden, pues ya sabia que venía a eso o a supervisarme, su voz chillona resonó en mi cabeza, no era que me cayera mal el problema es que este tipo de personas no me eran agradables.
— ¡Hey Jeff! — casi gritó al acercarse, le hice un gesto con la cabeza en señal de saludo. — El día llegó. La gerente está en su oficina, ya puedes subir a verla.
Solo asentí y seguí su instrucción, ¿qué más hacía? No quería ser grosero, con un superior, además solo sería ir, presentarme y decirle “Hola, me veo como un jodido indigente, pero juro que trabajo bien”, claro, si eso hará que me quede, perfecto.
Subiendo las escaleras me preparé para lo que fuera un “No ocultes tu marca” “Ponte algo en los brazos nadie quiere ver alguien con cicatrices” “Vete la sugerente perdió el juicio contigo” algo así ya me esperaba y la verdad si no fuera porque necesitaba el trabajo estaría sin dudarlo en gritarles y mandarlos a la mierda, pero no me toco la desgracia de fingir ser amable y “Buen chico”.
Toqué una vez la puerta, nada, segunda vez, nada. ¡Puta madre! No tengo todo el día para esto, tome aire pensando que tal vez la mujer detrás de esta puerta no es de esas clasistas que al tener un rango superior trataba a todos como basura, ignore mi enojo por el mundo y una tercera vez con todo mi intento de ser amable pregunte “¿Puedo pasar?”, Solo así esa voz femenina que sinceramente parecía de niña me dio permiso de entrar.
Al cerrar la puerta detrás de mí, la vi, era como si el destino se riera en mi cara, me dio coraje. ¿Cómo se supone que debía hacer? Caminé lo más tranquilo que pude, aunque era muy obvia la gran incomodidad que sentí en ese momento.