El estudiante nuevo se había presentado a su primer día de clases completamente solo, no era muy común que esas situaciones ocurrieran, normalmente los padres acompañaran a sus hijos hasta la entrada de la escuela, ya que estos se sentían algo inquietos en su primer día, pero el chico sin demostrar ningún nerviosismo, entro al salón de clases buscando un lugar donde sentarse, tan solo poner un pie en el salón comenzaron los murmullos por parte de aquellos estudiantes que habían entrado antes que él.
Luego de unos segundos, el maestro llego a clase saludando a todos, y claro, presento al nuevo estudiante de la clase. Cory Monch, quien hizo que se pusiera frente al pizarrón antes de decir su nombre. El chico paseo su mirada por todo el salón, viendo a los viejos estudiantes quien él no se tomó la molestia de admirar una vez que entro al salón, entre la multitud diviso a una chica quien le sonreía, una tierna chica de ojos grandes y azules, con el pelo tomado y fina piel. Cory en ese momento se quedó observando a la chica, quien hizo más amplia su sonrisa, el maestro lo invito a volver a su sitio mientras el maestro comenzaba la clase, pasada las horas y llegando el recreo, algunos se acercaron a conocer al nuevo chico.
Haciendo las típicas preguntas, tales como: De donde venia, cuantos años tenía, etc.
Cory era un chico bastante cortante en sus respuestas con desconocidos, retraído a quienes quizás sínicamente eran amigables con él, ya en el pasado había tenido esas experiencias similares con estudiantes en otros salones de clase, la mayor parte del tiempo las respondía sin ninguna importancia en mentir. Algunos les aburria el chico nuevo, cosa que los hacia volver a sus asientos, pero uno de ellos se quedo de pie frente a Cory, se trataba de aquella chica con ojos grandes.
-Hola. -Saludo dulcemente la chica a Cory-.
Este le saludo de vuelta, pero esta vez algo más tímido que reservado.
-Yo también soy nueva en este lugar, me llamo Rose Yolehí.
En ese momento la chica se sentó frente a Cory, quien parecía estar interesada en él, aun que a él se le parecía una chica de excéntrica de apariencia, puesto que sus rasgos eran tan bastante finos y detallados que le causaba escalofríos.
-No eres de los que hablan mucho. -El negó con la cabeza y ella siguió preguntando-.
- ¿Por qué te mudaste a un sitio como este?
-Por trabajo. -Le contesto, a lo cual la chica se le quedo mirando en silencio con esa sonrisa-.
- ¿Estás diciéndome la verdad? -Pregunto maliciosamente-. El chico algo ansioso, se quedó observando a la chica desconcertado y extrañado, rio de manera febril, sin saber realmente que decir.
-Bueno… En realidad, es por cuenta propia, vivo solo. -Respondió Cory, diciendo la primera verdad en el día-.
La chica sonrió ampliamente, quien se vería igualmente adorable de no ser por aquellos detalles tan perfectos que hacían estremecer a Cory. -Realmente parece una muñeca. -Pensó en sus adentros-.
El maestro apareció al mismo tiempo que la campana sonaba, la chica dio media vuelta regresando a su pupitre, Rose volteo a ver a Cory con una sonrisa. Cory le sonrió igualmente.
El día había pasado, había hecho un par de “amigos” en aquella clase, pero siempre manteniendo una distancia prudente con ellos, pensaba que ya a esa altura, era demasiado tarde para entablar amistades cercanas. Las amistades jamás duraban demasiado con él, aunque uno de ellos tuvo la gentileza de darle su número de teléfono, un chico amigable que, a diferencia del resto, se abstuvo de hacer preguntas en su vida personal, cosa que Cory aprecio mucho de él.
-Hasta mañana Geil. -Dijo Cory despidiéndose de aquel amigable chico. Estuvo a punto de ir a casa, pero aun era muy temprano y el decidió ir a dar una vuelta al parque del pueblo, ya estando cerca del dicho sitio, se quedo un momento contemplando el área, sintió un toque en el hombro, volteo dándose cuenta de que se trataba de Rose, observándolo con esos grandes ojos azules y manteniendo esa sonrisa.
- ¿Ya conoces el parque?
-He venido aquí un par de ocasiones desde que llegue. -Le respondió fríamente-.
La chica le pregunto a Cory si podría hacerle un poco de compañía, ya que según a palabras de ella, y nuevamente repitiendo lo mismo, era nueva en la escuela, Cory acepto algo incomodo, pensando que en algún punto todo se volvería raro. Ambos se sentaron en una banca, cerca de unos cuantos niños que jugaban en los columpios y la arena.
-Así que vives solo… ¿Es extraño vivir así?
-No logro acostumbrarme aun, pero espero que dentro de poco pueda.
-Espero poder algún día, mi madre jamás me dejaría estar sola, es muy sobreprotectora.
-Todas las madres son así cuando tienen hijos, claro, algunas mas que otras.
-No como la mía. -Dijo a secas y Cory le pregunto a que se debía-. -Mi madre tiene una obsesión conmigo que a veces me da miedo, no la culpo, perdió la cabeza cuando mi padre la abandono, después de eso tuvo rondando en su mente que algún día también la abandonaría, y no soporto esa idea, siempre me controla en muchas cosas, últimamente he tenido que soltarme por mi cuenta, por ejemplo, en este momento debería estar en casa y no aquí.
La mente de Cory indago por un breve momento en sus viejas memorias, recordando su antiguo hogar, como todos los vecinos pensaban que aquella casa era la mejor de todas, pero solo él conocía el turbio secreto de su madre. Miro a su alrededor, suspirando, miro a una de las pequeñas niñas jugando con lo que parecía ser un muñeco del gato Jelly, quien tenía el mismo tamaño que la niña, con sus enormes y terroríficos ojos negros, mientras que a su lado se encontraba una muñeca de porcelana, elegante y fina, pero a Cory le disgustaba de enorme manera las muñecas, y quizás esa era la razón por la cual la apariencia de Rose le incomodaba, ¡parecía una maldita muñeca!
En ese momento noto a una mujer dirigiéndose a la niña cargándose con una muleta, dirigió su mirada a ella dándose cuenta de que la mujer no tenía una de sus piernas, aquello lo sobrecogió de una manera que comenzó a ponerse incomodo, venido de una severa ansiedad, Rose noto aquello, a lo cual comenzó a preguntarle, ya nerviosa, que le ocurría. Cory giro su mirada a otro lado, tratando de disimular su temor, pero ya era demasiado tarde.
Luego de un momento, el miedo se había ido, pero dejando a Rose muy preocupada, quien insistía en saber que le había ocurrido.
Editado: 26.06.2019