Marghevix

CAPITULO 2

Capitulo 2.

→¿En una fiesta? ¿yo? ←

 

 

No puedo creerlo, simplemente no puedo creerlo.

Yo no puedo ir a una fiesta, no cuando la policía me anda buscando, y están más cerca de lo pensé desde que los vi hablando con el "viejo". El señor que me renta la porquería de casa.

¿Quién les dijo que vivo hay? ¿Estaban haciendo otra cosa?

La segunda pregunta se debe que tiene un bar y de vez en cuando hay problemas, pero no ha habido problemas conmigo respecto a que la policía llegue a hablar con el viejo.

Relájate.

Solo, relájate.

Ahora vas directo a una fiesta. Que estúpido para mí.

—Cálmate todo estará bien, solo diviértete. —Pego un brinco con el grito que pega—¡Sera una noche liberadora! —Vuelvo a mirar la ventana. —Pongamos un poco de música que te hará desear llegar a bailar con algún chico, que por cierto a donde iremos estarán los populares papasotes de la U.

Mientras maneja con su mano toca un botón de la radio que en un instante la música resuena por todo el auto.

—Supongo que lo normal es bailar con chicos…—Digo con desanimo. ¿Qué me importaban los chicos ahora? Poco ¿Qué me importa la policía ahora? Mucho.

—Cambiaras de idea lo veras.

Ruedo los ojos. La faceta de mi amiga fiestera es contagiosa, pero intento mantenerme en algún punto de conciencia.

—A todo esto ¿Dónde queda la tal fiesta?

—En la casa de una chica que invito a todo mundo por su cumpleaños. Queda por un residencial por el centro. Ya sabes niña rica que solo se gana a la gente por su dinero.

—Ah.

Salimos de la casa de Nira una hora después de la hora prevista de la fiesta. Según mi amiga para llegar en el mejor habiente de la partí. A todo esto, nada tiene sentido. Intento apagar mis molestos pensamientos, ya que estamos en camino no puedo replicar ni arrepentirme. ¿A dónde iría? a mi estúpido hogar donde seguro hay policías esperándome. En términos de sobrevivencia vivero mi último día como una chica normal, común. Como se quiera decir. En una fiesta, antes de ir presa.

Distinguí la gran casa por sus luces incandescentes que se escapaban hacia la calle. Además, de su música retumbando las paredes. Vaya fiesta.

—Que te dije, promete ¿verdad? —Pregunta Nira quitándose el cinturón de seguridad.

Yo asiento dudosa sin dejar de mirar la fachada de la casa que tengo en frente. Cuanto daría por tener una casa de este nivel, igual que una vida de esta forma. Despreocupada.

Seguí a mi amiga al salir del auto. En la entrada había cuatro gradas que combinaba con el terreno alto. Había personas fuera de la estancia; platicando, bebiendo, riendo, besándose y demás cosas. Cuando entramos a la casa la música se escuchó mucho más fuerte. Por estar mirando la casa moderna mi amiga y yo nos quedamos en una pared cerca de una ventana abierta que da a una vista muy hermosa de la noche y permite la entrada de aire frio que me relaja al estar en un ambiente con tanto calor por los cuerpos y ciertas emociones.

Suelo mirar a las personas más de la cuenta. Mas cuando estoy en un lugar totalmente distinto para mí.

Veo a las personas pasar de un lado a otro en frente de mí.

Noto por un instante que Nira está inquieta. De seguro ella quiere ir con algunos de esa personas o conocerlas y yo estoy reteniéndola aquí.

—Puedes ir a hablar con ellos si quieres—Comento sacándola de la vista de uno de los chicos que están en unos sofás de la otra sala de estar.

Me mira y parece pensarlo.

—Pero…

La interrumpo—No te preocupes por mí, ve y disfruta yo me paseare por el lugar, estaré bien.

—Está bien—hablo, y se dirigió hacia donde se encuentra un chico rubio.

Por mi parte con una sonrisa miro hacia los lados para notar algo interesante, y lo interesante es que la casa es sumamente bonita. No sé quién será la cumpleañera, no conozco absolutamente a nadie, excepto a Nira. Me dirijo por la cocina y salir por la puerta para explorar un poco y no quedarme como un adorno en un solo lugar. Claro que miradas en mí no faltaron. Camino por una zona con césped, y para variar esta familia tiene una piscina, vaya. Personas se encentran jugando en ella. Yo intento alejarme lo más posible de la multitud, aunque suene loco me entra una paranoilla al ver personas con teléfonos mirándome. Así que busco un lugar apartado, gracias al señor encuentro una banca cerca de un árbol, que gracias a Dios no hay nadie. Me acerco feliz de encontrar un lugar sin miradas, ni celulares, ni bebidas alcolizadas.

Para eso hubieses te hubieses quedado.

Ja, tonto subconsciente. ¡No entiendes que no tengo donde quedarme!

Lo único que puedo hacer en este momento es mirar a los chicos y chicas platicar en la piscina.

Cuando una chica camina y nota mi existencia: me imagino lo deprimente que me debo ver aquí sola. Sin nadie. Pero no me importa. Ella camina hacia mí con confianza, cuando está cerca de mí me extiende un vaso con una sonrisa que puedo notar como ¿amable?

 —Toma, se están acabando muy rápido—Asiento dudosa tomando el vaso. —¿Cómo te llamas? No te había visto. ¿viniste sola?

Formo una línea con mis labios, quería evitar la pregunta de mi nombre, pero eso se puede resolver diciendo otro nombre. No me arriesgare que me vea en un cartel de se busca con mi nombre.

—Me llamo Gwen, no me habías visto porque soy de otra ciudad. —Justifico, como siempre mintiendo. Y claro está, y por experiencia de la vida. No termina en nada bueno.

—Ya veo…Gwen ¿viniste sola? Esta muy frio aquí.

Si respondiese que vine sola me vería como la arrimada aquí, más si no fui invitada, y ni siquiera asisto a la universidad.

—mmm no, vine con mi prima Nira.




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