Capítulo 4.
→¿Te encontré? ¿Me encontraste? ¿O nos encontramos? ←
Las calles de esa gigante ciudad estaban repletas de personas, claro, había un festival o algo parecido. Intento pasar por esa mar de personas y llegar hasta el lugar de comida gratis.
Si, lo escuche por ahí.
Según una persona, por un local rustico estaban invitando a las personas a probar de sus comidas.
¿Cómo invitan a una multitud? Deberán de poseer mucha comida.
—Calle 4, calle 4…—Miro a todos los lugares posibles tapándome el sol con la palma de mi mano en un intento de visera.
En un vistazo rápido tropecé con el rotulo "calle 4" me dirigí en esa dirección. Casi mi baba sale de mi boca en chorrito al encontrarme con ese olor a carne asada.
Apresuré mis pasos, me detuve lentamente ante la multitud que rodea ese local rustico moderno.
Es un escándalo.
A mi izquierda hay un local, al parecer una boutique por el ventanal con prendas en los maniquís, mi mirada callo en mi reflejo; mi aspecto esta horrible. Levante las comisuras de mis labios en un intento fallido de sonreír.
Que desastre London ¿Qué piensas hacer para arreglar tu vida?
Después de quedarme viendo, y no de una forma normal, si no de lastima, mi mirada cae en la mujer que está detrás del cristal.
La vergüenza se me subió a la cara.
Me gire completamente y seguí recto, tanto que me pase de mi destino y cuando lo note me encontraba en la entrada de un mercado extraño.
Giro mi cabeza hacia atrás para preguntarme cuanto camino me llevo mi vergüenza, y nomas distinguí aquel local lleno de comida siendo atacado por esa bola masiva de personas.
Con solo verlo me abruma y pierdo la esperanza de comer algo.
Aquel mercado raro me llama la atención, entro por pura curiosidad.
Paso la estrecha entrada y de golpe me pego el humo de una parrilla encendida y los guindales con hojas de diferentes colores, y la exagerada bulla de las personas en este lugar.
Noto cualquier tipo de personas comprando y vendiendo sus productos. Un mercado normal.
Claro eso pensé yo antes de pasar por una puerta entreabierta más al fondo de un pasillo de este lugar, un pasillo más solitario y oscuro.
«Buscando el baño»
—Este tipo golpeo a uno de los nuestros de nuevo. —Hablo un hombre de voz gruesa.
Lo que provoco por inercia mía parar y echarle un ojo a lo que estaba pasando en esa habitación.
Me quedé rígida cuando vi primero a un hombre en una silla con sus brazos amarrados en el respaldar y su cara encapuchada. Y al frente de él un tipo gordo.
Ah carajo ¿Qué le van a hacer?
—Me quitan esta mierda de mi cara por favor. —Habla "el sin rostro" por decir el encapuchado.
El hombre gordo le ordena con un gesto a otro que yo no había notado hasta que sale de una esquina oculta. El otro hombre rubio se acerca y toma con fuerza la capucha y de un tirón se la zafa, y se marcha a su anterior lugar.
El anterior encapuchado bajo el rostro de golpe y comenzó a arrugar su nariz como un conejo (que irónica comparación). Después de ese jalonazo hasta a mí me hubiese dolido semejante caballada. Lo más interesante de ese hombre es su cabello blanco.
Cosas raras y ahora el pelo blanco.
—Si piensan que le voy a agradecer porque este tipo me haiga quitado eso, pueden ir a comer rábanos por allá—Levanta la cara y les sonríe.
Mi boca si no fuera imposible hubiese caído al suelo y seguir más allá. Pero me conformo con quedarme con la cara plasmada.
—Larnell…—Susurro casi inaudible.
¡Dios! ¡¿Porque a mí!?
—Te extrañe Larnell—Habla el gordo encendiendo un cigarrillo.
—Pues yo no.
—Es sarcasmo mocoso—Comenta el viejo con fastidio.
—Lo sé—Sonríe ampliamente levantando ambos hombros.
A cambio el viejo no se inmuto.
—Te puedo mandar a matar si me da la gana princesito.
—¿Que te lo impide? Solo te aviso que no me disculpare por lo que le hice a Johnny.
—¿Johnny?
—Johnnyloconozco—Se hecha una carcajada fuerte. —Caíste en un truco tan viejo como tu edad. Ahora si no me sueltas pronto tendrás a una armada buscándote—Enarca una ceja desafiándolo.
—¿Por qué lo golpeaste? —Pregunta el viejo con la mano en su nariz, frustrado.
—¿A quién? —Se hace el desentendido el chico.
—A mi hombre.
El chico de cabello blanco se echa otra carcajada, lo que me hace mirarlo más, si en definitiva es él, Larnell. Sus facciones delicadas con su piel blanca al igual con su cabello que contrastan perfectamente y sus ojos oscuros.
—No sabía que tenías hombre, si tiras por ese lado yo…—De repente el tipo rubio de antes, sale de la nada y con una fuerte patada le da en el tórax al chico. Este cae junto a la silla encontrándose su espalda con el suelo.
Hasta a mí me dolió. De nuevo.
—Vaya que pateas duro, después de esto necesitare un trasplante de pulmón. —Toce repetidas veces y con una expresión adolorida.
No puedo dejar a estos así, retrocedo y con cautela miro a mis alrededores para, no sé, lograr hacer algo.
Si pudiese encontrar algo antes de que me noten.
Una idea fugaz pasa por mi cabeza, pero es arriesgada y todo dependerá de cómo quiera Dios que salga esto.
Cerca hay un negocio de frutas y verduras. No hay nadie, camino al recibidor y tomo una gorra de ahí y me la pongo, agarro una canasta de remolachas con ambas manos y voy hacía allá.
Mis manos tiemblan, pero es momento de sacar a relucir esa actriz oculta dentro de mí.
Llego de nuevo a la puerta. Inhalo hondo y suspiro. Abro la puerta con delicadeza empujándola con mi pie.
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Editado: 22.06.2020