Eddy se levantó de repente.
—¡Nadie debería hacer pasar miedo, o simplemente hacérselo pasar mal a alguien por su propia necesidad! Si esa persona no puede darte nada o no quiere está en su derecho. — Me tendió la mano para que me levantara. — ¿Por dónde fue? Vamos a buscar a ese mamón. — Dijo ayudando a levantarme y recogiendo su mochila.
—Pero si al final no has pedido casi...— Dije confusa, no me esperaba esa reacción.
—Da igual tengo cosas en casa. ¡Vamos! llévame donde ocurrió. — Dijo dándome golpecitos en el brazo para que empezara a caminar. — ¡Vamos! — Dijo impaciente.
—Vale vale, vamos...— Dije a desgana yendo hacia él lugar donde me intentaron robar, pasé miedo cuando ocurrió, claro, pero al final no me robaron, no sé muy bien porque, no quería meter a Eddy en problemas, pero se ve que él si se quería meter en ellos.
Fuimos rápidamente al lugar y para mi desgracia allí estaba él señor sentado bebiendo una litrona con la capucha puesta. Eddy me soltó la mano se acercó y le pegó una patada a la botella haciendo que se desparramara la cerveza.
—¡Qué coño! — Gritó desde el suelo sin tiempo para reaccionar mientras Eddy le daba una patada en la cara. Intente correr hacia Eddy para apartarlo, no esperaba que le fuera a pegar, pensaba que hablaría con él. —Hijo de puta. — Dijo el señor levantándose y sacando algo de su bolsillo. Fui a coger a Eddy y casi me interpongo entre una navaja, que era lo que sacó el señor de su bolsillo, y Eddy, pero Eddy me aparto llevándose un tajo en el brazo.
Hizo un giro de muñeca agarrando la mano del señor haciendo que tirara la navaja. Le empujó hacia la pared y lo agarró por el cuello mientras su mano sangraba.
—Mira pedazo de hijo de puta. — Eddy daba miedo, la forma en la que hablaba, todo. — Si pides para tus vicios me parece genial, pero intentar robar a la gente y hacerla pasar mal para que tú te bebas una misera litrona. — Dijo antes de suspirar. — Es que me dan ganas de matarte.
—Vale, vale, vale...— Decía el señor aterrado mientras se llenaba de sangre la camiseta por la mano de Eddy. — No lo haré más lo juro, lo siento, lo siento. — Dijo mientras Eddy aflojaba un poco la mano.
—Como me entere, y te aseguro de que si pasa me enterare, de que intentas robar a alguien por una pita litrona te reviento a ostias. ¿te ha quedado claro? — Dijo soltándolo y alejándose a coger la navaja. — Y esto me lo quedo. Si alguien te pega probablemente te lo merezcas así que no necesitarás esto. — Dijo enseñándole la navaja.
—Vale, vale, perdón, perdón. — Decía mientras se volvía a sentar y recogía lo poco de litrona que le quedaba.
—Vamos a aprovechar la mañana. — Dijo cogiéndome de la mano. — Vamos.
Mientras andábamos era inevitable pensar en lo violento que se había puesto, por primera vez realmente me estaba planteando que estaba en una situación de peligro, en realidad lo era, estaba con alguien desconocido todo por mi maldito orgullo y por él maldito orgullo de Samuel.
Llegamos al lugar donde encontré por primera vez a Eddy y para mi sorpresa una mano se posó en mi hombro. Me paré en seco haciendo que Eddy también se parará,
—¿Qué haces? — Me preguntó Sam mientras me daba la vuelta. Di un sobresalto con tan solo escuchar su voz. Qué pensaría de mí, llevo días fuera de casa.
—¡Sam! ¿Qué haces aquí? — Pregunte, la verdad es que tenía bastantes más preguntas, siquiera me llamó por teléfono, yo hubiera ido, no hubiera dormido en un sitio desconocido con un extraño.
—¿Como que, que hago aquí? Buscarte. — Dijo mientras miraba la mano de Eddy agarrándome la mía. En cuanto me fije lo que miraba me solté de la mano de Eddy, entiendo que desde fuera pudiera parecer extraño.
— Ni siquiera me llamaste por teléfono. — Le reproche.
—¿Como? — Dijo muy afectado. — Te he llamado mil veces, espere que pasara la noche para que se te pasara y te llame una y mil veces, lo tienes apagado...— Dijo enseñándome sus llamadas desde el móvil. — Ves. — Me puso la pantalla a la altura de la cara.
La verdad es que puede que él móvil se me quedara sin batería y no pudiera ver sus llamadas, no había escogido bien mi argumento, al fin y al cabo, eso no era el problema, el problema era su forma de ser.
—Bueno, da igual, el problema es que no puedes ponerte tan imbécil cada vez que intento hacer algo bueno por el mundo. — Dijo abriendo los brazos al cielo.
Me sorprendió lo callado que estaba Eddy, seguro que estaba deseando hablar, pero hacía bien al mantenerse callado, aunque se le veía inquieto, como queriendo saltar de un momento a otro, pero visto lo que había visto hace un momento no era hora de enfadar a Eddy, ni que saltara por ningún motivo.
—Bueno. — Dijo Sam a regañadientes. — Vámonos a casa. — Tendiéndome la mano.
Mire su mano, y mire a Eddy, no podía dejarlo allí sin más, después de todo me había ayudado y era un buen chico, tenía que hacer lo correcto.
—Eddy ven tú también. — Dije mientras cogía de la mano a Sam. Sam me miró con una cara de odio que probablemente si no hubiera estado “desaparecida” se había puesto a gritar allí mismo, mentalidad de crío que se cree muy maduro.
—Bueno...— Dijo Eddy dubitativo. — Tengo que avisar a Max.
—Serán solo unos días, me gustaría que pasaras un tiempo en casa. — Dije sabiendo que si no lo matizaba Sam me echaría una bronca del quince.
—Vale, iré a avisar a Max, nos vemos en vuestro portal. — Dijo Eddy con una carita de ilusión que daban ganas de abrazarlo antes de salir corriendo.
Intente aguantar unos segundos esa carita, ya que sabía que en cuanto doblara la esquina Sam me daría la charla con él tema.