172 DÍAS ANTES DE LA BODA
Era difícil pensar con todos mis pendientes rodando en mi cabeza, pasando por delante de mis ojos como grandes letreros, recordando en breves momentos todo lo que me faltaba por hacer en los cercanos meses. Estaba terminando mi penúltimo curso dentro de mi carrera para por fin graduarme, salir al mundo real y por fin vivir de lo que me gusta, de lo que me he preparado por tantos meses. Ya conocía la fecha del maravilloso momento en el que vestiría toga y birrete, solo era cuestión de dejar que los días pasaran y siguiera dando lo mejor de mí.
Mi último examen es mañana y por ello había tomado la iniciativa de estudiar en mi habitación toda la noche... pero mi plan de estudiar sola desapareció en el instante en el que mis amigas llamaron a la puerta con botana y refrescos para lo que ahora sería una tarde de estudios. No me molesta la compañía de ellas, pero me estresa que a veces nos salimos del objetivo por divagar en otros temas que no nos llevan a sacar una buena nota.
Pero hoy yo no pensaba permitir esa distracción. Yo seré quien nos regrese los pies a la Tierra si es necesario, yo debo ser fuerte y no hablar de... oh, diablos. Yo debo... yo debo hablar de Byron. Debí hablar de él desde el día que bajé del avión o que me instalé de nuevo en mi habitación... o en los pasillos mientras nos dirigíamos a otro edificio o aula diferente.
Había intentado tocar el tema de Byron desde el lunes que vi a mis amigas a primera hora... pero no se da la oportunidad fácilmente mientras tenía tantos exámenes y trabajos finales que entregar en tan pocos días. Estábamos por salir de vacaciones y eso solo significaba que tendríamos unas últimas semanas llenas de tensión, lágrimas y trabajos finales como en cada curso. Era demasiado complicado encontrar el momento adecuado para decir: oigan, tengo novio. Simplemente no había un momento oportuno cuando tu cabeza está en otro lado, intentando dividirse entre las dos últimas materias.
−Ehh... paso −la respuesta de Davina consiguió que el resto suelte quejas y risas. Era la tercera pregunta seguida que no respondía. A este paso no aprobaría el examen, pero aún estaban a tiempo de cambiar su suerte... o bueno, la mala suerte.
−De acuerdo, ya entendí que debo estudiar más −Davina observó con recelo a cada una para terminar lanzándole un bombón a Grettel quien se burlaba de forma menos discreta de mi querida amiga. Era un comportamiento habitual, un resentimiento cariñoso de todos los días con cada mínima provocación que nos mataba de risa.
Los quejidos y las sorpresas siguieron acompañando a las risas de todas. Yo podría entrar en un plan nerd y hacer que todas se concentraran de nuevo... pero tal vez debería tomar esos instantes como un descanso. Se lo merecían. Yo lo merecía. Tengo desde que llegué estudiando y aunque sentía a veces que el tiempo se había interrumpido con la cena de mis padres y las noticias de la existencia de un prometido, aun se mantenían luchando por mantenerse como distractores en mi cabeza, esperando como uno de los principales problemas aun cuando mis estudios debían de ser los que tomaran el primer lugar de mis responsabilidades.
−Ya, Davina. Gira la botella −un sistema divertido de enseñanza que utilizamos es el jugar a la botella... pero con fines académicos únicamente. Davina giró la botella de nuevo y la intriga se apoderó de la habitación. Solene fue la siguiente víctima y la siguiente ronda continuó de la misma forma: preguntas y burlas o elogios para quien respondiera y dependiendo como respondiera.
Observé mi reloj de mesa y no pude evitar sorprenderme al ver que pasaban de las siete de la noche. Genial. Aún había tiempo suficiente para terminar de estudiar y descansar algo antes del gran examen.
− ¿Estás segura de que sí pediste la pizza? −Triana giró sobre la cama de Davina con el hambre visible en sus ojos. Ya casi pasaba la hora desde que habían pedido una pizza y el repartidor nunca llegaba tan tarde. Todas disfrutaban la llegada del repartidor y podría decir que yo también. Siempre mandaban a Carlos, un chico apuesto que siempre se quedaba a coquetear con todas. Era un juego siempre y eso le conseguía propina extra, así que todos salían ganando.
−Si, no debe tardar en... −unos golpes en la puerta de la habitación llamaron la atención de todas y yo solo pude encogerme de hombros. Parecía el mismo Carlos respondiendo su pregunta− hablando del diablo...
Triana se puso de pie y consiguió cruzar de entre todas casi a la fuerza para poder abrir la puerta, dejando en su paso un camino de quejidos de sus compañeras. No quise recibir a Carlos con la pizza porque... bueno, debía empezar a actuar como si de verdad estuviera enamorada de otra persona, como si de verdad alguien ocupara mis pensamientos y fuera dueño de mi corazón. No debía ser tan difícil, es decir... casi no salía con chicos, vivía en los eventos de mis padres y siempre he mantenido la imagen de niña buena, inclusive en las fiestas universitarias era la fiestera responsable que cuidada de sus amigas. No debía ser difícil para mis conocidos adaptarse a la idea de que había alguien, un motivo y una persona por el cual yo dejaba de abrir oportunidades con chicos cercanos a mi entorno universitario.