Era un día caluroso en Los Ángeles , California, las calles estaban desiertas, eran residencias privadas, hacia tanto calor que las personas preferían quedarse en sus casas. Mario de 9 años estaba en la sala de su casa dibujando, tenía un pantalón azul y una playera anaranjada, llevaba unas sandalias negras, luciendo así su piel blanca y suave. Su pelo negro azabache, y una pestañas pequeñas pero con volumen. Estaba dibujando a su familia, la madre estaba junto a su padre, él y su hermana juntos, sin embargo había otra persona en el dibujo, era un niño un poco más grande que ellos, esta detrás de Mario, con una sonrisa pacífica. Todo parecía normal, el niño estaba silbando una melodía tranquila, relajante.
La madre entró por la puerta y saludó a su hijo con gran emoción, sus manos estaban ocupadas por bolsas de mandado, tan pesadas que dejaban marcas rojas en sus manos, siguió su camino al comedor y dejó las bolsas en la mesa. Se dirigió al grifo para beber agua, una vez saciada su sed, se acercó a su hijo, le acarició el pelo con delicadeza, dejándose llevar por la frescura y suavidad del cabello de su hijo. A diferencia de él, ella tenía el pelo rubio y lacio, con unos ojos grises, labios delgados, manos marga y finas, llevaba un vestido azul que hacía notar su buena figura, llevaba unas zapatillas blancas que la hacían ver alta.
Le indico a su hijo que le mostrará su dibujo, sonrió al ver como su hijo mejoraba en el dibujo, sin embargo su sonrisa se esfumó cuando vio al otro niño plasmado en la hoja.
¿Quién es Mario?
Se llama Zack.
¿Dónde lo conociste? ¿Es de tu salón?
No, yo lo vi en un sueño. Tenemos que ir por él. Está solo y asustado.
Cariño fue un sueño
No mamá! Él me visitó anoche, dijo que fuera por él.
¿Alguien entró a tu habitación? ¿Por donde?
Estaba a un lado de mi cama, en mi sueño. Mamá dijo que estaba en una tienda.
No te entiendo Mario.
¡Es una marioneta mamá!
Entonces quieres un juguete ¿porque no lo dijiste antes? Hubiera sido más fácil que me dijeras que lo viste en una tienda.
Pero mamá yo lo vi en mi sueño, la tienda no está lejos.
No te voy a comprar más juguetes, tienes suficientes, además no sabes usar marionetas.
Pero mamá…
Pero nada, ya dije que no. Además tu padre no tiene tanto dinero como para comprar juguetes, se acerca la fiesta de tu hermana y bien sabes que vamos a gastar.
Siempre le compran a Clarice todo. La quieren más a ella por que es mayor.
Mario ya hablamos de esto, es lo que siempre dices cuando estas molesto.
Porque es la verdad!
Mario no te voy a comprar nada.
Le diré a papá
Dile, no me importa, te dirá lo mismo que te he dicho yo. Y recoge todo tu tiradero, lávate las manos y ayúdame a preparar la cena.
Mario recogió todo de prisa y le arrebató el dibujo a su madre, su cara estaba colorada del coraje e impotencia, subió las escaleras para entrar a su cuarto sin importarle los gritos de su madre, azotó la puerta como hubiera estado en una gran discusión. Por primera vez sintió que su cuerpo hervía de rabia, tiró sus lápices y su dibujo al suelo con enojo, apretón sus pequeñas manos en puños hasta que sus dedos estaban rojos. No bajó de su cuarto hasta que dieron las 8:30 p.m pues había escuchado a su padre llegar a casa, era tanto su coraje que no había escuchado a su hermana llegar.
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Mientras Mario era tranquilo y aplicado, Clarice a sus 16 años era un completo desastre, siempre de fiesta en fiesta, obteniendo todo. Nunca le dijo a su madre, pero a veces Clarice le pegaba,le hacía marcas de moretones en los brazos cuando llegaba de malas.
Sintió más coraje mientras bajaba las escaleras, corrió a un lado de ella sin prestarle atención, abrazó a su padre con una gran sonrisa. Aquel hombre era alto, la imagen mayor de lo que sería Mario, era su claro reflejo.
¡Papi! Has llegado.
¿Como estas Mario?
¡Bien! Papi tengo que contarte algo…
De acuerdo, pero primero vamos a ayudar a tu mamá a poner la mesa.
De acuerdo.
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Editado: 27.08.2018