Llegó el día, era más caluroso que el día anterior. El sol se asomaba amenazante, sus rayos penetraban la piel de los ciudadanos, sin importar todo el bloqueador que se aplicará la gente, la frecuencia de sus rayos los invadía y calentaba su cuerpo.
Mario se había ido a la escuela muy temprano. Estaba jugando basketball con diferentes niños en el patio de la escuela. Agotados, sudorosos, se dirigieron a su salón de clases para beber agua. Los demás salieron corriendo, mientras Mario se quedó para tomar más agua.
Estaba a punto de irse cuando escuchó que alguien gritó . Escupió su agua y se derramó en su uniforme.
—Parece que Mario es tan estúpido que no sabe tomar agua. ¯dijo una voz burlona —.
Miro a la puerta para observar a Damian, un chico de último años, alto y regordete. Era pelirrojo, tenía los labios cubiertos de chile, se chupaba los dedos como si no hubiese un mañana. Se acercó a Mario y le pegó en la cabeza.
—¿Tienes calor estúpido?
—Aléjate de mi.
—A ver imbécil —lo agarro fuerte de la playera —. Tú no me dices que hacer. ¿O te crees muy grande?.
—Ya suéltame!
—Mereces que te dé una lección.
Fue arrastrado hasta los baños, Mario suplicaba que lo liberaran, con sus uñas pudo dañar un poco aquel niño que siempre le causaba problemas, sinceramente nunca supo porque lo agredida. Damián abrió la puerta del baño y alzó la tapa del inodoro.
—¡Basta! —. Lloró—.
—¿Que no tenías sed? —se burló —. Entonces toma agua maldito imbecil. —. Puso su cara cerca del agua, lo tenía fuertemente agarrado de sus cabellos.
—¡Basta!
—He dicho que tomes
Metió su cabeza hasta el fondo, esta era una representación de que nadie podía meterse con él y no salir dañado. Sacó la cabeza del pequeño para que tomara un poco de aire, después la volvió a sumergir, cuando vio que era demasiado y que la lección ahora debería estar aprendida lo liberó .
—Si le dices a alguien quien hizo esto te juro que no te sacaré del retrete hasta que estés tieso . ¿Entendiste?
Mario estaba tosiendo, su cara estaba colorada, su cabello y rostro mojados. Le costaba respirar.
— ¿entendiste? — grito enojado, le tomó del cabello para que alzará la cara—.
—Si. —dijo al fin con una voz débil.
—Y limpiate, estas asqueroso. Das asco.
Salió del baño triunfante. Mario se lavó el rostro en el lavabo, sus lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, había sentido un gran dolor en el pecho, creía que realmente moriría en un baño por culpa de un bravucón. Tardó un rato en salir del baño, estaba agotado, harto, furioso. Tomó sus cosas y se escondió en la biblioteca, donde nadie pudiera molestarlo. Sólo esperando llegar a su casa, donde las cosas podían estar tranquilas.
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Editado: 27.08.2018