El camino a casa fue lento, cansado, Mario estaba pensando en la forma de decirle a sus padres que su uniforme estaba sucio, no quería decirles que un niño más grande lo humillaba, sabía que en cuanto les dijera irían a la escuela y le provocan más problemas en la escuela. Cuando llegó encontró a su madre preparando la comida, el saludo rápido y se subió a su habitación. Se cambió de ropa y empezó hacer la tarea de matemáticas.
La tarde era calurosa, el sudor comenzaba a escurrir por la frente de Mario, ya había terminado cuando la noche invadió su hogar, bajo cuando escuchó a su madre llamarlo para la cena. Bajo saltando las escaleras, emocionado de ver a su padre, entró a la cocina y sus ojos brillaron de la emoción, frente a él estaba la marioneta que había visto en sus sueños, un grito de euforia invadió sus pulmones y la cocina, se acercó rápidamente a su juguete y lo abrazo felizmente. Aquella marioneta era de medio metro, era la figura varonil, tenía unos pantalones de mezclilla y una camisa roja, tenía un tenis blanco que hacía juego con su gorra, sus ojos eran azules y grandes.
-¡Zack! - sonrió-. ¡estás aquí! Papi gracias.
-De nada Mario, pero no entiendo porque quieres una marioneta si nunca has usado una antes.
-Se llama Zack y es mi amigo.
-Como digas, pero no quiero que seas grosero con tu madre o te lo quitare.
-Entiendo.
La cena transcurrió en constantes pláticas, Mario no dejaba de sonreír y ver a su ahora amigo en su casa, ahora todo parecía estar bien, se olvidó por completo de la agresión de su compañero, al terminar su padre le dijo que podía jugar con su marioneta y él se encargaría de las tareas domésticas.
Mario subió corriendo, cerro su puerta con seguro, se lavó los dientes y cuando estuvo listo se sentó enfrente de Zack.
-hola Zack, por fin estás en casa. Te dije que mis padres te traerían.
La habitación estaba en silencio, Mario comenzó a preocuparse.
-¿Zack? está bien, aquí estás a salvo. Puedes hablarme.
No hubo respuesta, se decepcionó que la marioneta no le respondiera como lo hizo en su sueño sin embargo prefirió ser paciente y no volver a insistir, dejaría que Zack le hablase cuando se sintiera seguro y entendiera que no dejaría que nadie le hiciera daño.
Se acostó y se dejó llevar por la tierra de los sueños.
2:43 a.m
Mario estaba dormido, al igual que todos en la casa, la habitación estaba helada, y la silla donde estaba la ropa de Mario se movió lentamente sin hacer ruido. Los pasos de alguien diminuto como Mario se escucharon por toda la casa.
Una risa de diversión retumbó en los oídos de Mario, lo despertó lentamente, miró a su lado y se asustó cuando vio a la marioneta.
-Zack, ¿qué haces aquí amigo?
Sin respuesta.
-Buenas noches Zack.-. se acomodó nuevamente para dormir-. -buenas noche Mario- dijo una voz que parecía lejana de su cama-.
Se impresionó tanto que volteo a ver a la marioneta. En lugar de salir corriendo a buscar a sus padres, llorar o asustarse, solo sonrió, estaba emocionado. Se sentó en su cama.
-¡Puedes hablar! ¡yo sabía que sí! ¿por qué tardaste tanto? ¿dónde estás?
-Debajo de la cama
-¿Porque?- frunció el ceño-.
-Tengo miedo.
-No temas. yo voy por ti. espera ¿cómo es que tu cuerpo está aquí?
-Tengo dos cuerpos Mario. ¿quieres verel segundo?
-Si-. dijo emocionado-.
-Mira debajo...
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Mario estaba en la escuela, tenía los ojos sin brillo, su piel era pálida como si no hubiese dormido en semanas, caminó por los corredores de la escuela a paso lento, tomándose su tiempo para llegar a los baños. Ahí estaba Damián, lavándose las manos y a punto de salir del baño. Cuando lo miro el niño regordete se le acercó de una forma amenazante.
-hola porquería. Te ves más asqueroso de lo normal. ¿es que te has cagado del susto al verme aquí en los baños?
-¿quién le tendría miedo porquerías como tú? Si solo eres un retrasado que no puede dejar la escuela.
-tu pequeño...
-solo vengo a decirte que si te atreves a tocarme de nuevo sufrirás. -
-¿cómo va a dañarme un estúpido mocoso como tú?
-los órganos colapsan, la sangre escurriera por tu boca y morirás cual perro abandonado. Y mientras estés en el proceso te acordaras de mí, de mi rostro, mi nombre grabado en tu piel.
-no te tengo miedo
-deberías. El tiempo se te agota Damián.
Salió del baño, sabía que aquel chico tenía miedo, aunque no lo admitiera. Regreso a sus clases y platico con sus amigos, su color natural volvió, era como si no hubieses pasado nada. Terminó la escuela y se encontró con Damián, quien lo espera fuera de la escuela con un bate de béisbol.
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Editado: 27.08.2018