Mariposa negra

Capitulo 31 Especial parte: 8

Daphne Bonavich.

Ajusto mis lentes oscuros, las personas lloran cada vez que el padre habla, a mí me da una pequeña palmada en mi espalda. Esta boda parece un funeral, Cómo llegamos No tengo idea al igual de lo que pasó la noche anterior, solo sé que nos sacaron de un bar. Vetados esa es la palabra correcta para ser exactos.

Sorbo mi nariz soy una de esas personas que está llorando, pero hace veinte minutos me estaba durmiendo, la ceremonia es hermosa. La iluminación de lugares tenue pero cada detalle se aprecia gracias al sol que se cuela por los pequeños espacios en los ventanales y puertas, unos candelabros cuelgan del techo de la iglesia con velas en ellos. La novia por tan hermoso vestido que gracias a Dios no es blanco, aunque sí lo fuera no se apreciarían los detalles como este color lo permite, no es común un color oscuro pero debido a las decoraciones de la iglesia es magnífico las tonalidades contrastan a la perfección. El marfil grisáceo de su vestido es magnífico.

El padre descansa esperando que salga alguien para ponerse La unión, agarró la mano de Emi con fuerza veo cómo vas a la cabeza intentando contener su risa.

—Pásame el agua —intento no reírme yo también al decir esas palabras.

Sus hombros se hunden y un pequeño ruido ahogado sale de su garganta, una mujer frente a nosotros se da la vuelta, Emi deja de reír para empezar su show, llora desconsolado recostando en mi hombro sin darme lo que le pedí.

—¿Nos está juzgando? —susurra sin dejar su escándalo.

—Al parecer es lo que hace.

Lo acompaño colocando mi mano en mi boca antes de contestar, bajo mis gafas dejando a su vista muy seguramente rojos e hinchados ojos. Por llorar casi dos días seguidos.

—¿Amigos del novio o la novia? —pregunta aquella mujer alzando una de sus no tan pequeñas cejas.

—Amigos, de los dos —esbozó una sonrisa para que no le queden dudas—. Disculpe si no responde, está borracho por la despedida de soltero.

—Ninguno tuvo despedida, solo hubo una fiesta de compromiso y fue hace año y medio.

Mierda la cague.

—Parafrasea, ella quiere decir que hice mi despedida aparte, solo bebí un poco en un bar para celebrar su unión —dice sorbiendo su nariz.

Salva la cagada que hice, la mujer no muy convencida asiente volviendo su vista al frente.

—Que lo que Dios ha unido hoy —el padre hace una pausa dramática levantando sus manos al techo al igual que su rostro—. Que no lo separa el hombre, nunca. Por el poder que me confiere el estado y Dios los declaro...

—Marido y mujer —apresuro al hombre, según yo ayudándolo a terminar.

La sentencia del padre hace que todo el mundo aplauda sin parar, reacomodo las gafas del sol riendo con Emi, nos levantamos aplaudiendo muriendo de risa por el camino angosto pidiendo permiso a las personas o como haceme empujando sus cuerpos para abrirse camino sin dejar de reír. El pasillo se llena con nosotros al parecer liderando la salida, Emiliano no parece llevar del todo bien su ataque de risa las puertas de la iglesia se abren dándonos la oportunidad de ser los primeros en salir, mi teléfono suena incansablemente, aunque cuando lo busco para contestar no lo encuentro y el que logró conseguir es el de Emi. Se lo paso viendo cómo intenta dejar de reír o como lo dije, lo intentas sin mucho éxito.

Cuelga y lo guarda en sus bolsillos, quedamos frente al montón de escaleras que hay, todo pásame rápido para mí, aunque no sería de extrañar ya que mis niveles de alcohol son altos.

—¿Quieres ir a una galería? —propone dando el primer paso.

—¿Habrá alcohol?

—Sí, y mucho drama.

—Entonces voy.

—No puedes ahogar toda tu pena en alcohol, Daphne.

—No, pero puedo intentar.

—Ay, bebé. Tú resaca será algo doloroso, más que tu destrozo interno.

Bueno, tal vez, por esta vez. Le doy la razón a Emi, pero muy pronto tendré que afrontar a bastian y que aclaremos la situación, suspiro siguiendo Emiliano que va más adelantado que yo bajando la escalera, me apresuro a seguirle el paso.

—¡Espérame! —gritó corriendo lo más rápido que puedo.

—¡No es mi culpa que tengas las piernas de perrito salchicha!

—¡Pero espérame varilla de construcción!

—¡Bien!, te espero, ¿Te vas caminando O te llevo a tuto?

Las escaleras terminan y agradezco por ello.

—A tuto, pero sí me caigo, te llevo conmigo. Eso tenlo por seguro.

Se ríe pero siente agachándose, me trepo a su espalda riendo cuando nos tambaleamos, el olor despreciable a alcohol abunda nuestro alrededor. Mi estómago se revuelve y un ligero hormigueo se apodera de mis extremidades.

—Antes de ir a esa galería, pasamos por el espa de Jhon, y compremos algo para ponernos.

—Grandiosa idea —dice jadeante casi en un murmullo inentendible.

El camino al estacionamiento se acaba por lo que mi pase en su espalda igual, me bajo con cuidado. Un estruendo suena lejano un ligero viento corre muy rápido levantando el polvo haciendo que nos introduzcamos rápido en el vehículo, Emiliano se ríe de repente. Lo miro alzando en el ceja, el efecto del alcohol empieza a pasar y agradezco no haberme quitado los lentes, su rostro se gira para verme.

—¿Atrevido o conservador?

—¿No sé, se puede elegir los dos? —le devuelvo la pregunta aún sin entender sus palabras.

—En el medio entonces, yo me encargo de que te veas divina.

—¿Para qué o qué?, que te pasa yo siempre me veo divina.

—Primero, para que le des un infarto a Bastian, segundo. Te doy la razón ni para que discutir contigo.




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