—¡Harper!
Sentí la voz de Clara a lo lejos, era el primer día de clases después de unas largas vacaciones y ver a mi mejor amiga era lo único bueno de todo el día.
Ella es alta, sus ojos azules y su cabello rubio muy largo, tal cuál como las chicas populares que le hacen la vida imposible a la protagonista de las películas. En pocas palabras es todo lo contrario de mi, que soy más bajita, mi pelo corto es de un color negro al igual que mis ojos. Pero sin dudas es la mejor amiga que eh podido tener.
Se acerca a mi y me da un fuerte abrazo que le devuelvo en cuestión de segundos. Se me hace divertido que todos piensan que ella es muy antipática, cuando en realidad es una persona muy amable y alegre.
—¿Cómo has estado, Harpi?
—No me digas así. —le digo y ruedo los ojos— Todo estubo igual ¿Y tú?.
—Las mejores vacaciones de mi vida, conocí a muchos chicos guapos. —sonreí al oír las ocurrencias de Clara— ¿Qué me dices de tu amado vecino?
Y llegamos justo a su tema favorito, mi crush. La verdad es que desde hace ya mucho tiempo tengo un no tan ligero enamoramiento por mi vecino. El es alto, guapo, galan, amable; en conclusión, lleno de virtudes. Amo el color verde-azulado de sus ojos, el toco palido de su piel y el pelo siempre revuelto que llama tanto mi atención.
Él es unos años mayor que yo, es el guitarrista de una banda que, la verdad, no es muy conocida. Siempre anda con su mejor amigo, quien es el vocalista de dicha banda. Somos vecinos desde que tengo memoria y me empezó a gustar cuando tenía 10, este año cumplo 18 y él 23. Sinceramente no hablamos mucho ya que suelo ser muy introvertida, por lo tanto no tengo ningún tipo de esperanza con que algún día lleguemos a ser algo más que vecinos.
Su nombre es Adam y es mi amor platónico.
—Sabes que no hablamos mucho. —Clara rodó los ojos ante mi respuesta.
—Porque tú no quieres, estoy segura que si... —No la dejé continuar, sabía por donde hiba.
—Clara, esto no es una de esas películas que vez, ni uno de los libros que leo —dije seria, era mejor que crearme falsas ilusiones para terminar más dañada—, es la vida real y en la vida real, las personas como Adam no se fijan en chicas como yo.
—¿Chicas como tú?
—Si, insignificantes. Chicas del montón. —dije obvia.
—Estas muy equivocada, pero voy a dejar que tú sola te des cuenta —rodó los ojos—. Vamos, ya tenemos que entrar.
Y asi lo hicimos, junto con un montón de adolescentes hormonales a los cuales llamaba compañeros, con quienes en realidad no hablaba mucho.
El primer día normalmente no teníamos clases, ya que era como una integración para los nuevos estudiantes y poder organizarnos mejor.
Definitivamente había caras nuevas, sin contar a los de primer año que acababan de incorporarse, claro. En el nuestro había alumnos nuevos también.
La mañana transcurrió normal, todo el tiempo estube con Clara, escuchado todo lo extraordinario que hizo en sus vacaciones, los chicos que conoció y con cuantos de ellos se lió, ella es así y definitivamente nunca la cambiaría. Además de que es una gran persona, ha estado conmigo en los buenos y malos momentos, no creo que el número de personas con las que estés te defina como persona.
Aunque la verdad, no la entiendo mucho ya que yo nunca he tenido nada con nadie, no porque nadie quiera conmigo, simplemente que ninguno de ellos es Adam; pero oírla hablar de cosas así, me hacen entender un poco a los chicos y saber sus intenciones, porque los chicos no son como en los libros.
Cuando fué la hora de almuerzo, fuimos al comedor. Una vez allí tuvimos que buscar una mesa más apartada de las demás, ya que siempre nos gustó estar alejadas de todas esas personas. Tomamos asiento y nos dispusimos a comer.
—¿Qué te parecieron los nuevos alumnos? —dijo Clara una vez terminó de tragar el pedazo de sandwich que se había llevado a la boca.
—Pues, la verdad, muy normales.
Hiba a preguntarle que le habían parecido a ella, pero la ví alzar la vista y mirar por encima de mi hombro, así que me gire para ver a la chica justo detrás de mí, con una hermosa sonrisa mirándonos mientras se acercaba.
Ella es un poco bajita, al igual que yo, su piel un poco pálida, ojos cafés que hacen una hermosa combinación con su pelo de igual color y su esbelta figura. Es muy bonita, en realidad.
—¿Puedo sentarme con ustedes? Ya no hay espacios y no quiero interrumpir a mi hermano.
—Claro, linda, puedes sentarte aquí. —habló Clara, señalando una de las sillas vacías junto a ella.
—Gracias —sonrió, su sonrisa es muy linda—, mi nombre es Zadín.
—Yo soy Clara, mi amiga es Harper —me señaló y yo solo pude sonreír, no era buena integrándome a las conversaciones—, un gusto conocerte, Zadín.
—Igual, chicas.
Era bueno hacer amigos el primer día ya que cuando pasa el tiempo se hace más difícil integrante a cualquier grupo y todos te tildan como raro. Lo digo por experiencia propia. Me agradaba que Zadín se hubiera acercado a nosotras.
—¿En qué año vas, Zadín?
Quise preguntarle ya que no le había dirigido la palabra desde que se sentó y no quería parecer grosera. Ella me miró cálidamente, sus ojos son muy acogedores, parece una buena persona.
—En segundo, pero es mi primera vez aquí porque me mudé en las vacaciones —me sonrió.
—Bienvenida, entonces —le devolví la sonrisa—. Nosotras también estamos en segundo año.
—Que bien, nos veremos más seguido. Claro, si ustedes quieren.
—Obvio —habló Clara.
—Si, nos gustaría conocerte un poco más —intervine.
—Gracias, chicas, son muy amables.
—No es nada —le sonrió Clara—, y ¿dijiste que tenías un hermano?
—Oh, si, él es...
No pudo terminar, cuando una voz masculina la interrumpió:
—¿Qué haces, Zadi?
—Oh, chicas, él es mi hermano, Zack —dijo, mientras yo me giraba para ver al chico detrás de mi—, Zack, ellas son Clara y Harper.