Más allá de la imaginación

C1 "La vida de un joven normal"

Era una mañana helada, mucho más que cualquier día del año, era extraño en esta época, puesto que el frío no abundaba por el lugar. Un joven de 17 años, llamado Jack, alto, de pelo negro oscuro como la noche, ojos azules y con las piernas más grandes de lo normal, un chico bastante introvertido, no tenía muchos amigos, era un buen estudiante, quizás el mejor de su clase, esperaba algún día poder cumplir su deseo de ser médico, ya que es lo que su padre hubiese querido, hacía ya algunos meses que falleció, en un accidente fuera del pueblo, sin duda alguna quedó devastado con eso, de ahí que quizás Jack no sea muy sociable con las personas y de que no tenga suficiente confianza para abrirse con los demás, es como si toda la felicidad que el chico pudiera poseer se hubiera evaporado con la muerte de un ser tan querido como su padre. Su madre la señora Betty, una mujer que a pesar de su edad parece una joven colegiala, con el pelo castaño, un poco robusta y con la piel más clara de lo normal, una persona que sin duda alguna podía encontrar luz en los momentos donde era la última esperanza de cualquier otra persona, con unos ojos enormes y unas pestañas muy hermosas, la calidez que despedía al hablar era demasiado reconfortante y en ocasiones era lo único que mantenía a Jack de pie, justo cuando se disponía a derrumbarse. Ella a pesar de todo lo que había pasado estaba muy orgullosa de su pequeño hijo, dado que él enfrentaba día a día, hora a hora incluso cada segundo la pérdida de su padre. El chico se sentía más solo que nunca, no tenía con quién hablar o con quién debatir sobre algún asunto, a pesar de tener a su madre que siempre lo apoyaba en todo y de rodearse de gente que lo apreciaba mucho, el sentimiento nunca lo abandonaba.

Un buen día se dirigía a su escuela, un lugar del que pocas personas donde vivía hablaban, puesto que no era muy popular y al no ser un pueblo tan famoso no era más que un lugar donde los padres se podían deshacer de sus hijos, aunque fuera por un momento. Temía el día de que alguna especie de alienígenas atacaran el pueblo, se los llevaran y nunca nadie se diera cuenta de su pérdida y por lo tanto nunca nadie decidiera ir a buscarlos, había mucho silencio todo el tiempo, era como tal, un pueblo fantasma, a pesar del tamaño, parecía que era demasiado pequeño para Jack, tal vez porque en el mismo las personas no acostumbraban a salir mucho a pasear, siempre antes de que cayera el atardecer no existan personas en las calles del mismo; siempre en aquel lugar se sentía un ambiente desagradable, la tristeza siempre abundaba por todas partes, inclusive nunca había visto extranjeros o turistas por ahí, la gente con la que siempre se cruzaba era la misma todos los días, durante toda la vida que Jack llevaba en el lugar, todos lo conocían, y él también tenía muy bien identificados a todos en el pueblo. El chico caminó por las ya conocidas calles que siempre seguía todos los días, tenía la misma aburrida rutina de la que sin duda alguna no se molestaría en escapar, pero no lo hacía dado que eran las calles que siempre recorría junto a su padre cuando era niño, era en muchas maneras una forma de mantener a su padre cerca de él, quizás le resultaba absurdo, ya que haciéndolo no podría hacerlo volver, pero aun así todos los días lo hacía. Pasó al igual que siempre frente a la panadería del pueblo saludando a Jorge, quien la dirigía y siempre se paseaba enfrente regando las flores que existían frente a su negocio, ambos se saludaron con un gesto de la cabeza e inclusive Jack esbozó una sonrisa bastante forzada, mostrando todos los dientes, así continuó caminando alrededor de 10 minutos hasta que al fin vio a lo lejos un deprimente colegio, si el pueblo era ya bastante triste ese antiguo lugar no le ayudaba en absolutamente nada, ya que quizás era lo más triste que pudieras llegar a ver. Al llegar a su colegio se encontró con sus dos mejores amigos, Eric, un joven de piel un tanto oscura, de estatura promedio, con ojos cafés, y robusto, bastante para su tamaño, siempre tenía exactamente el tipo de chiste para animar a Jack y Elena, una joven que a simple vista parecía creerse la chica más popular del mundo, lo cual no era, ella sería una persona bastante humilde, con pelo rojizo, aunque en el sol cambiaba a púrpura, era alta, aunque estaba muy delgada, tenía todas las condiciones por delante por tener un cuerpo aún más delgado, así comenzaron las clases habitualmente.

Las personas que se cruzaban con los 3 no dejaban de mirarlo, quizás porque aun sentían pena por él, o quizás porque parecían bichos raros, en cualquiera de los casos parecía que a Elena le encantaba llamar la atención, siempre vestía de manera provocativa a propósito, inclusive Eric siempre esbozaba una que otra sonrisa discreta cuando los veían, de cualquier manera Jack pretendía que no escuchaba los murmullos ni las risas que los rodeaban, la escuela era el lugar que más odiaba sin duda alguna por todas las personas que lo criticaban a sus espaldas, sino fuera por sus dos amigos, todo aquello sería inútil e inclusive hubiese dejado de ir a la escuela, pero los dos lo animaban un poco después de todo.

Empezaron con una clase de historia en la cual los 20 alumnos que estaban en ella parecían demasiado aburridos, inclusive algunos se dormían mientras el profesor que impartía la materia parecía más entretenido en quitar la goma de mascar que estaba pegada debajo de su silla que mostrar interés por el aprendizaje de los alumnos. La mayoría de las clases las tomaban los 3 juntos, no importaba que esto significara aburrición total, prácticamente hacían todo juntos, eran como los 3 mosqueteros, según las palabras de la misma Elena. Las clases terminaron a las 3 en punto y todos se dirigían emocionados a sus casas, pero francamente este no era el caso de Jack, él solo quería salir de aquel lugar para entrar a su casa, que según él era aún peor que estar en la escuela, porque el vacío que había dejado su padre podía sentirse demasiado en el lugar. Al salir los 3 amigos se despidieron y todos tomaron caminos distintos, a pesar de que la madre de Elena se ofreció a llevarlo a su casa, este rechazó la oferta con la excusa de que pasaría a comprar algo. Al llegar su hogar, inmediatamente subió a su cuarto, cerró la puerta, tiró la mochila y se dejó caer de estómago en la cama, abriendo un poco la ventana y deseando que aquel día terminara nuevamente para comenzar otro aún más aburrido que el anterior.



#10860 en Fantasía

En el texto hay: aventura, magia, hechiceros

Editado: 09.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.