Desde que Yunel le dijo a Emil aquella vez... Emil quedó perplejo, y se dijo:
—¡Wao! ¿En serio? No puedo creer que ese sea mi punto débil. Ah, se lo diré a Wilber.
Después...
—¡Wilber!
—¿Qué pasa, ma' «nigga»?
—Necesito contarte algo importante, es de un sueño —le dice Emil, sentándose en el cheslong color rojo de la casa de Wilber.
—Espero y no sea lo de los sueños húmedos, ya me tienes exhausto con eso, Emil, espero y puedas tener novia pronto, porque yo no soy una almohada para que le cuentes todas tus travesuras con tu mano derecha —le explica Wilber, sentándose al lado de él, en una silla color caoba, tomándose un té frío y mirándolo fijamente, mientras hace la señal con su mano derecha de arriba hacia abajo, simulando un apretón de manos entre el glande y el prepucio—. ¿Es con la derecha, cierto?
—No, con ambas, soy ambidiestro. —Se pone de lado y le pide un poco de té frío a Wilber.
—No, este té lo preparé limpio, no dejaré que lo palpes con tus manos. A ver, recítame el sueño.
Emil le pega a Wilber levemente, en la cabeza.
—Ay, por qué me pegas, Friki mentiroso —replicó Wilber—. De todos modos, nadie te creerá.
Wilber colocó la bandera Friki. No sé de dónde la sacó. Emil se pone triste, y le dice un "Hasta luego".
Emil de pronto escucha un ruido, al parecer es un reloj, por sus sonidos del tic, tac.
—¿Qué será? —se pregunta Emil.
—¿Emil? —se pregunta Yunel, estando cerca de éste.
—¿Yunel?
—Es un portal —responde Yunel— hacia un pasado o época. No sabremos qué habrá allí, pero ten cuidado, ya sabes cuál es tu misión, si no la sabes, esta es: escabullirte, no hacer saber que eres un "ángel", e investigar cómo se abrió, y por quién se abrió.
—Ok.
—Entra, enseguida nos encontramos.
TRANSILVANIA, SIGLO III
Al entrar, Emil percibía un entorno de energía fuera de lo "normal". Pero, no sabía que estaba en la época donde estaban presentes los Vampiros, y los Ghoul.
—¿Pero qué carajos está pasando aquí? —se preguntó el protagonista.
—Ja, ja, ja (y más sonrisas); un angelito por aquí —le dice una persona desconocida—. ¿Qué te trae por aquí, eres de esta época?
—¿Cómo sabes todo eso? ¿Eres Walter Mercado? —le pregunta Emil, y empieza a olerlo—. No confío mucho en las caritas raras.
—Ok, pero después no digas que no te lo advertí. Mi nombre es Yosaki Tonmune, mitad vampiro, mitad humano, mitad híbrido.
—¿Pero esto qué es, un anuncio de Teletienda? —le responde Emil, luego le dice a ustedes: —¿Yo acaso le pregunté eso?—. Yosanki, Yosaki, o cómo te llamen, a mí, en lo personal —se acerca, y le pone la mano en su hombro zurdo— no me interesa. ¿Yo te pregunté eso?
—No.
—¿Entonces...? [Insertó carita de disgusto].
—Debes de seguir tu guion —le recuerda Yosanki el Vampirito, digo, Yosaki.
—Ah, sí... total, nadie leerá esta obra, este escritor no es famoso —le responde.
—Sí, pero... bueno... [Yosaki se perdió dentro de sí].
Emil se sacude como una licuadora con diarrea, y le incita:
—Ven, papi, dame una pela.
—Tú no eres rudo —le responde Yosaki.
—Ah, ¿no? Yo soy tan rudo, que hablo español, en clase de inglés —dice Emil.
—Comprendo, pues... yo soy tan rudo, que ya no le respondo a Dora.
—Wao, buen punchline. Yo soy tan rudo, que paso sin estudiar.
—Sa, yo soy tan rudo, que veo Sábados Gigantes, los domingo —refuta Yosaki.
—Bueno, yo soy tan rudo, que tengo mi PC sin antivirus.
—Eh... yo soy tan rudo, que no le contesto al buzón de voz.