2 año y cuatro meses después...
Ya me estaba comenzando a marear un poco. Mientras la gente gritaba y apostaban, yo estaba en el rin con aquella chica que desde hace tiempo venía buscando la revancha. La picardía era parte de ella. Yo por otro lado no me amargaba la vida queriendo pelear con los demás. Era mejor si ellos buscaban revancha. Más peleas, más dinero y mientras más dinero, menos deuda.
Ella trato de conectar su puño derecho en mi pómulo izquierdo, pero lo esquive rápidamente tomándola del mismo brazo para plantarle un rodillazo en su abdomen sacándole todo el aire, si es que le quedaba, claro.
Estaba mareada pero lúcida y no pensaba perder esta pelea. Había mucha plata en juego, lo que me dejaría, si ganaba, una buena paga y alrededor de tres peleas más para saldar la deuda con Abelardo.
Rematé con un codazo en su espalda dejándola tirada en el suelo tratando de levantarse. La gente comenzó a contar en conjunto pero pararon cuando Cecilia se levantó. Negué mirándola ganándome una sonrisa de ella. Se puso en guardia sin despegar su mirada de la mía.
Me acerque riendome. Yo sabía cómo iba a terminar esto y ella pensaba, mas bien, estaba segura, de que terminaría como ella quería.
¿Sabían que la risa libera endorfinas y dopamina en el cerebro? A mi por ejemplo, me ayuda mucho cada ves que estoy peleando. Me relaja, me calma y eso me ayuda a concentrarme mejor.
Más suelta me acerqué completamente a ella que me atacó sin pensarlo. La recibí en un abrazo. La chica si golpeaba fuerte, pero ella estaba mucho peor que yo. Apenas se separó de mi sin darle tiempo le di un puñetazo en la nariz haciéndola sangrar; después de le di otro golpe en la garganta, lo que hizo que se atragantara y comenzara a toser ahogada. Por último y para finalizar el round por gusto, le di rodillazo en el abdomen y otro puño en la mandíbula dejándola desmayada.
Desde un principio podía haberle ganado sin perder mucho el tiempo, pero la única regla de este juego era entretener a la gente y hacerlas ganas dinero o perderlo si acaso. Siempre me mantenía centrada en cada movimiento de mi oponente. Me era fácil descubrir sus debilidades, y así luego, poder rematar al final con un K.O.
...
Me fui directamente a casa, a la habitación en la que estaba alquilada mas bien. Prefería ahorrar y no alquilar un apartamento como tal. Me era cómodo, barato y ciertamente no necesitaba nada más que esto. Era un lugar temporal.
Me curé las heridas del rostro. Eran leves como las últimas y las anteriores a esas. No había dejado ninguna marca visible de la que preocuparse; me alegraba infinitamente por eso.
El último año había sido rejodido. No fue fácil, ni lo es. Alejarme de ellas fue tan devastador que tuve alrededor tres meses en depresión y que si no hubiese sido por Saúl, mi entrenador y gran amigo en toda esta mierda, por mi madre que está en el cielo, que no sé qué hubiera sido de mi.
Había comenzado a gastar mi parte de las ganancias de las peleas, ya, que cuando peleaba las ganancias de las apuestas o la mayoría, se las dividía Abelardo con otras personas y la otra parte era para mi. Se suponía que con lo que ganaba yo tenía que sostenerme como pudiera. Hubo un momento como dije, comencé a salir de fiestas y gastar los ahorros que tenía, llegando a un punto en donde no tenía ni cómo comer ni pagar el alquiler del cuarto en donde estaba. Entonces tuve que recurrir a Abelardo agregando unos ceros de más a la deuda que ya tenía.
Gracias a la ayuda de Saúl comencé a pasar más rato en el gimnasio practicando un poco de boxeo y artes marciales mixtas. Eso me despejaba la mente un poco, y sinceramente me gustaba estar en forma.
Peleaba en peleas ilegales por lo que no había reglas, sólo ganabas o te destrozaban. Eso lo aprendí en las primeras tres peleas que tuve. Desde esas, más nunca perdí una pelea. Me prometí no hacerlo. ¡Nojoda, esa verga duele mucho! Quedaba toda amoratada por semanas que se me hacían interminables ligandolo con la depresión, no era algo que le desearía a alguien. Volvería a pasar por eso si solamente la recompensa fuera la seguridad de las personas que amo.
¿saben qué es la más jodido de esto? Esa parte en donde me pongo a pensar, qué pensarán ellas de mi en estos momentos, qué pensaron cuando me fui sin advertirles. Es lo pero de todo, creanme. Cómo estuvo ella después de que me fuí, después que leyó la carta que le escribí. Todo este tiempo me han tenido prohibido verles. Sé que están bien, Abelardo es hombre de palabra y apenas supe eso me tranquilicé enormemente.
Recuerdo cuando llegue a toda esta mierda. Ese día después que salí de la casa de Angélica fuí directamente a la casa de tía Lorena.
Todos los días pienso en que no hice y que hice ese día. Múltiples escenarios todas las noches cada vez que me acuesto sin sueño.
Recuerdo que Raquel estaba en su cuarto estudiando porque el día siguiente presentaría el último examen de su quinto semestre en odontología. Tía Lorena estaba cocinando super relax porque la tienda no habría ese día.