Pasado mañana tenía una pelea, una de las más importante diría yo. No había parado de entrenar todos estos días. Ya mi cuerpo se acostumbraba pero el último entrenamiento me tenía un poco adolorida. El abdomen y la espalda era lo que dolían más, pero nada que un analgesico no calmara.
Se podría decir que este mundo era algo... ¿solitario? ¿fúnebre? ¿peligroso? No saben cuántas veces quise escaparme de todo esto; salir de este encierro e ir con ellas. Creo y sin lugar a dudas y pensándolo bien, fue lo más estúpido que pude haber pensado, y que gracias a Dios no hice, pero lamentablemente para mi y afortunadamente para Abelardo, él, desde un principio me quitó el pasaporte, y sin eso no podía regresar a casa.
Fueron los segundos contados para cuando ya estaba dormida.
Y de repente ella estaba abrazando por el cuello a un tipo que no pasó nada cuando ya me dirigía hacia ellos que estaban a punto de besarse pero aparecí en la parte trasera de un auto. Ángel estaba en el asiento del copiloto y el tipo es iba manejando, pero no podía ver su rostro, era imposible verlo a pesar de que volteaba para donde Ángel . Yo no podía moverme y comencé a cantar y a tocar la guitarra en el bar de Arturo. Había mucha gente. Pude ver a los que fueron una vez compañeros en el gimnasio bebiendo cerveza conversando sonrientes con Saúl. Quería buscarla y acercarme a ellos pero no podía hacer las dos cosas al mismo tiempo. Sólo pude bajar del escenario e ir al baño, como si todo lo demás estuviera restringido ¿pero por qué? ¿no tengo derecho? ¡claro que no idiota, tu la dejaste! ¡Dios! Cierto. Sentía el olor de su perfume cerca por lo que comencé a correr por el pasillo que llevaba al baño pero aparecí en la azotea, el primer lugar en donde Ángel y yo tuvimos nuestra primera conversación civilizada. Ella nunca fue civilizada conmigo; pero ahora la amas idiota.
Ella estaba con ese tipo de nuevo. Estaban lado a lado viendo como se ocultaba el sol. Me abalancé contra él y vi como cayó de la azotea, pero luego los veía yo desde el suelo, desde donde había caído el hombre. Podía sentir el dolor físico como si fuera real. Podía aguantarlo, pero las lágrimas cayeron de sólo pensar que jamás la volvería a ver, que ella no iba a saber más de mi.
El suelo me trago cayendo al vacío, dejándome suspendida en la nada despertándome de golpe.
-Mierda.- susurré frotándome la cara. Se me quitó el sueño del tiro.
Miré mi teléfono y faltaba un cuarto para las seis de la mañana. Me levanté, me dí una ducha, me puse ropa deportiva y salí de la habitación.
El ambiente a esta hora era frío. Cada que llegaba de nuevo a casa estaba helada y eso me gustaba. Siempre me sorprendía porque, mucho antes de las seis de la mañana había gente levantada en sus puestos de trabajo. Aquí la gente es muy trabajadora y dedicada.
Mientras trotaba iba saludando a la gente con un "Buenos días" mientras ellos respondían amables y sonrientes. Cualquiera que me viera diría que estoy en la universidad, que a lo mejor aún vivía con mis padres, que no tenía problemas más que preocuparme por las notas que sacaba, y yo como hubiese querido que todo fuera así en este momento. Estar estudiando, saliendo con los chicos a pasar el rato, estar cerca de ellos más que todo.
Cuando llegue a casa tomé el bolso deportivo que me había traído de casa. Había durado mucho ese bolso y todavía le quedaba camino. No necesitaba otro y no gastaría en cosas que no necesitaba. Tenía algo ahorrado para cuando me fuera, y quería ahorrar un poco más sinceramente.
Al llegar al gimnasio todavía había poca gente, pero al tener un espacio especial para entrenar, no había problemas.
-Eh, llegas temprano hoy.- Asentí abriendo el bolso bajo su mirada.- Quiero que hagas algunas sentadilla y abdominales... ¿ya trotaste?- Asentí.- has cuatro tramos de setenta y cinco abdominales en el saco y seis de setenta y cinco sentadillas. Hoy no haremos mucha preparación física, vamos hacer la estrategía de mañana. La chica contra la que vas a pelear es rápida pero su resistencia es nula y sus golpes no son tan fuertes con se ven.- Volví a asentir mientras daba algunos saltos para calentar de nuevo. Se alejó un momento mientras yo estiraba los músculos.- Cuando termines vienes a la colcha.
Cuando termine de calentar fui al saco de boxeo. Me sostuve del agarre de este y amarré mis piernas a él. Bajé en el prime abdominal, para el segundo, tercero hasta que complete el primer tramo de setenta y cinco. Hice las sentadillas y enseguida seguí con los abdominales. Cuando terminé me acerqué a la colcha en donde estaba Saúl viendo algo en su teléfono.
-Listo.- avisé esperando sus indicaciones.
-Recuerdas los punto sensibles de la cara ¿cierto?.- Asentí dando pequeños salto para no enfriar mi cuerpo.- Bueno, eso es lo que vamos hacer. Hay que cansarla, te da y tu le das, tienes una buena resistencia, así que no hay problema. Luego vas con todo, a noquear ¿okay?
-Okay.