Podía ver a San José por la ventana del avión. Estaba nerviosa. Más nerviosa de lo que había estado antes ¿por qué? Por la reacción de todo ellos. De Raquel, de tía Lorena, de Adriansito, de Angélica... De mi Ángel.
Cuando por fin estaba en la entrada del aeropuerto tomé un taxi directo a casa... Como hubiese querido que alguien hubiera venido por mi. No podía dejar de mirar todo. Extrañaba todo esto. La gente paseando a pesar del sol -no había problema con eso, así es mejor- te respondería cualquier habitantes de esta ciudad. Los edificios, la bahía; quería ir de nuevo ahí.
Antes de llegar a casa le dije al taxista que me dejar en el minimarket que estaba por ahí cerca. Hice la compra. Algo poco, y seguí mi camino a casa pero caminando.
Dejé las cosas en suelo junto al bolso para buscar la llave. En el patio delantero estaban uno adornos, macetas con plantas más que todo. Dentro de una de ellas siempre dejaba una llave de repuesto. El peo es que hayan movido la maceta de donde estaba, pero recuerdo que era una color vinotinto. Cuando la encontré suspiré alegre. Abrí la puerta, tome las cosas y entré.
Tenía tiempo sin sentirme tan relajada. ¡Dios! Se sentía tan bien. Dejé las cosas en el mesón de la cocina y me di cuenta cuando me dirigía hacia ella, que la casa estaba limpia. Recién limpiada en realidad. Lo más seguro es que Lorena haya enviado alguien a limpiar. Subí a mi habitación y saqué las cosas del bolso y las ubique rápidamente para bajar y hacerme algo de comida.
...
La moto estaba en el garaje empolvada. Estaba tratando de encenderla pero no arrancaba. Tenía que hacerle un buen mantenimiento, así que estuve toda la tarde en eso. Tuve que salir a comprar un aceite para el motor porque el que tenía estaba viejo. También un poco de gasolina ya que no tenía.
Ya casi para la cena pedí comida a domicilio porque estaba muy cansada para cocinar, pero había valido la pena, la moto funcionaba perfectamente.
Cuando me fuí a dormir no me costó mucho, lo cual agradecí enormemente tomando en cuenta lo sucedido. Me dormí con la emoción de volver a verlas. Algo incesante en mi pecho me hacía sentir ligera todo.
...
A la mañana siguiente me desperté temprano. La siesta la había categorizado como la mejor hasta los momento. Quería ir a ver a Lorena y a Raquel. Prepare mi desayuno tranquila, me di una ducha y a la hora después iba en camino a la casa de mi tía.
Cuando vi la casa sonreí. La habían remodelado muy bien. Ahora tenía un agregado sobre el garage y una planta más.
Toqué el timbre esperando que fuera Raquel la que abriera la puerta.
-¿Quién será tan temprano?.- Logré escuchar apenas pero no reconocía la voz. Pensé que sería Angélica y me ennervé por un momento. La puerta se abrió y estaba algo confundida.
-Buenos días... Disculpe, eh.- Trataba de hablar pero todavía no entendía la situación. La mujer que no pasaba de los veinticinco años, estaba en pijama aún y cargaba unos lentes de pasta rojos oscuros.
-Buenos días... ¿a quién buscabas cariño?.- Preguntó quitándose los lentes mostrando unos ojos brillantes difícil de saber si eran verdes o avellanas. Eran hermosos. Disimuladamente vi como me escaneo entera, lo cual no se me hizo incómodo, raramente.
-Buscaba a Lorena o a Raquel ... ¿Es es usted la dueña de la casa?.- Ella asintió.
-Si, exactamente. Y también conozco a Raquel, fuimos compañeras en la uni.- Sonreí.
-Disculpa. Soy Victoria, su prima.- Aceptó la mano gustosa y me dió un beso en la mejilla el cual correspondí.
-Soy Sheyla.-Tras separarnos me invitó a pasar ofreciéndome algo de tomar o comer como buena anfitriona, a lo cual me negué.
-¿Tendrás su un número de teléfono o dirección de ella por casualidad?.- Pregunté con una leve esperanza.
-Creo que si, espera un momento.- Asentí.
-Claro.- Vi como se fue por un pasillo y luego entró por una puerta a su derecha, la que antes era la habitación de mi tía.
Deduje que la mujer tenía un hijo. Los juguetes en la sala me lo aseguraban. Había cambiando todo. Desde la pintura hasta los cuadros y las mesas que antes se encontraban. Tenía mueblería nueva al igual que los electrodomésticos. Cuando regresó venía con una agenda en sus manos.
-Perdi contacto con ella cuando salimos de la universidad pero aún conservo la dirección de su apartamento y la de la nueva casa de sus padres.- La palabra "padres" retumbó en mi mente. Pablo y Lorena se habían mudado juntos entonces y a una nueva casa por lo oído. Ella estaba escribiendo en la agenda. Cuando terminó arrancó el papelito con la dirección escrita y me la entregó.
-Le agradezco mucho.- Ella negó sonriendo.
-Fue un placer.- Me acompañó hasta la puerta.- Le mandas saludos de mi parte a Raquel.-Dijo sonriente.
-Lo haré... Hasta luego.- Salí de la que era casa de Lorena y Raquel y vi la dirección.