– Pensé que eras una buena chica, ratoncita – dice, mientras aparto mi mano con fuerza y me dirijo a la puerta del apartamento. Inserto la llave en la cerradura y me quedo paralizada.
– Realmente soy buena, pero no pienso involucrarme contigo. ¡Vete a casa, David!
Entro al apartamento y cierro la puerta rápidamente. Enciendo la luz del pasillo y exhalo.
Todavía no entiendo por qué demonios David vino hasta aquí. Aunque tengo ciertas sospechas de cómo obtuvo mi dirección. Nuestro tutor tiene toda la información del grupo, y dado que estos dos se conocen, es posible que David haya conseguido la dirección de él.
Para no seguir pensando en David, me dirijo a la cocina y enciendo la tetera. Me siento en la mesa y miro por la ventana, donde ya está completamente oscuro. Me preparo un té y lo pongo sobre la mesa. No me gusta caliente, así que espero a que se enfríe.
No sé qué me impulsa a asomarme al rellano. Quiero comprobar si David se ha ido, pero no espero realmente verlo ahí.
– ¿Por qué no te has ido? – me enojo, asomándome desde el apartamento.
David se vuelve hacia mí y sonríe. Veo cómo sus labios se estiran en una sonrisa y me siento incómoda.
– ¿Te preocupas por mí, ratoncita? – pregunta.
– ¡Por tu culpa puedo tener problemas con los vecinos! – digo entre dientes. – ¿Podrías simplemente irte?
– ¡No quiero! – gruñe y se vuelve de nuevo.
En este momento estoy lista para mandarlo muy lejos. No me hace nada de gracia que David haya venido hasta mi puerta. Esto parece formar parte de su plan, uno que no me gusta en absoluto.
– ¿Qué es lo que quieres? – suspiro.
– Tengo hambre – responde. – Y mi cuerpo duele terriblemente.
Antes de cometer un gran error, respiro hondo varias veces. Probablemente pronto me arrepienta de esto, pero decido arriesgarme. Si dejo a David aquí, no podré dormir toda la noche, pensando si se ha ido o no.
– Puedes entrar – digo. – Pero si intentas hacer alguna tontería, ¡gritaré!
– No soy un maniaco, ratoncita – David parece revivir. Se pone en pie de nuevo y me doy cuenta de que realmente está mal. Ni siquiera quiero pensar en lo que tiene bajo la sudadera. Definitivamente lo golpearon.
Decido no comentar nada sobre sus palabras. Solo espero no arrepentirme de esta decisión. No puedo decir que soy valiente. Realmente me asusta tener a un chico en mi apartamento, pero quiero creer que David no está en condiciones de intentar nada. Y si lo intenta, romperé algo pesado sobre su cabeza.
– Quítate los zapatos y pasa a la cocina – digo, y David me obedece. No quiero mirarle fijamente los moretones, pero ocurre sin querer. – ¿Te golpearon?
– ¿Pareces alguien que podría ser golpeado? – se burla y se sienta a la mesa.
– No hay un lugar sano en tu rostro – observo el moretón bajo su ojo, la ceja cortada y el rasguño en su mejilla. – Pareces alguien que fue golpeado.
– No fue así – responde.
– ¿Cómo entonces? – pregunto.
– ¿De verdad quieres saber? – David sonríe.
– Pues no – me encojo de hombros. – ¿Quieres té?
– No rechazaría – asiente. – Me gustaría también algo de comer...
– ¡No sueñes! – replico, sacando sopa del refrigerador. Al parecer, estoy igual de loca que David. ¿Por qué demonios lo estoy alimentando? – Espero que después de comer te largues.
Coloco el plato y los utensilios frente a él. David mira la sopa de manera interesada, y me parece que ahora se negará. Después de todo, es comida simple, y probablemente esté acostumbrado a otra cosa.
Observo y me sorprendo cuando él toma la cuchara y empieza a comer.
– Está rica – comenta. – Eres simplemente perfecta, ratoncita.
Solo puedo refunfuñar ante su comentario. Me preparo un té para mí y para David, me siento frente a él y tomo un sorbo.
– El hecho de que te haya dejado entrar y te haya dado de comer no cambia nada entre nosotros – digo con tono serio. – Espero que después de mi ayuda me dejes en paz.
– No esperes eso. No lo haré – declara, habiendo terminado toda la sopa. David aparta el plato y acerca la taza de té.
– ¿Por qué? – me enfado.
– Porque me has gustado – responde tan simplemente, como si no hubiera nada raro en ello.
– ¡No te creo! ¡Encuentra otro juguete que puedas usar!
– ¿Por qué piensas que quiero usarte? – pregunta en un tono que sugiere que realmente le importa saber.
– Porque no tengo otra opción – me encojo de hombros. – No creo en el amor a primera vista. Ni a segunda. Así que, simplemente estás aburrido y has decidido jugar conmigo.
– Ok, seré honesto contigo – David me mira de manera inquisitiva, y esa mirada me pone nerviosa. Entiendo que está demasiado cerca. Si quisiese, podría hacerme cualquier cosa. Después de todo, lo he dejado entrar en mi hogar.
Debería tener miedo, pero no siento eso. Por alguna razón, creo que David no me hará daño... Me intriga saber lo que va a decir. Espero que sea la verdad, sea lo que sea.
– Soy un solitario – continúa. – Acostumbrado a vivir solo. No me gustan las personas, y ellas me ven como un saco de dinero. Mi padre es una persona muy rica. Le gusta que todo sea perfecto, y exige esa perfección de mí. Pero yo no soy una marioneta a la que se pueda manipular. Todos los días voy en contra de su voluntad, llenando la copa de su paciencia.
Escucho a David y algo no termina de encajar. Sí, su padre es realmente rico. Mira qué coche tiene el chico. Pero todo lo demás… ¿Por qué David va en contra de él? ¿Y por qué su abuela trabaja en la biblioteca si él viene de una familia adinerada?
—¿Entonces te peleaste a propósito para enfadar a tu papá? —pregunto.
—Algo así —sonríe—. Pero no solo me peleé. Es algo diferente.
—¿Qué?
—¿De verdad te interesa? —se sorprende—. Si quieres, te lo mostraré, solo déjame recuperarme un poco.
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Editado: 18.08.2024