Noah.
Apago la alarma, me levanto, me doy una ducha y me cambio para ir al colegio.
Bajo las escaleras y me pongo a desayunar. Cuando termino, me vuelvo a lavar los dientes, porque desde chiquito tengo esa manía de lavarme los dientes, después de cada comida.
Salgo de por la puerta y me paro mirando la casa de los Anderson.
Espero un par de minutos, para ver si sale de su casa. Como veo que no sale nadie, me voy.
Puede que no vaya hoy, pero sería algo raro, ya que faltó ayer y escuché decir a los padres que hoy iba a ir sí o sí. Puede que hayan cambiado de opinión.
Llego a la parada de autobús justo a tiempo para subir. Me siento en el lugar de siempre y me coloco los auriculares para distraerme un poco.
No tardamos muchos en tener que bajarnos, agarro mi mochila y me bajo.
Recuesto mi espalda en la pared del instituto y reviso mi celular por si Zoe me respondió el mensaje que le mandé ayer en la noche, pero ni el visto me dejó.
Ayer le pedí a Lina su número, ya que la vi a Zoe muy triste y no la quería molestar. Cuando llegué a mi casa por la noche, le mandé un mensaje preguntándole cómo estaba. Pero todavía no me respondió. Y la entiendo, si yo estuviera en su lugar, no sé si quisiera hablar con alguien.
— Noah, ¿cómo andas?
Levanto la vista y enfrente de mí está parado Caleb. Lleva una sonrisa en su rostro, una de sus manos, la tiene metida en el bolsillo de su pantalón y la otra sostiene la correa de su mochila.
— Hola, Caleb. —no quise ser seco con él, pero en mi pasado, ser amigos no fue lo mejor.
— Oye, me enteré lo de la abuela de Zoe ¿sabes cómo está ella?
Me molesta un poco el que me pregunte por Zoe, no son celos, claro está. Pero el que quiera mostrar interés, cuando nunca la tuvo, me desagrada; y no hay que olvidar que la trató de la peor manera cuando éramos niños. Aunque yo estoy en la misma posición que él, no sé por qué me quejo.
— No lo sé, no me respondió el mensaje que le mandé. —me arrepiento un poco de haberle dicho eso, ya que a él ni le tiene que importar.
Se le nota sorprendido por lo que he dicho.
— Así que ahora son muy buenos amigos. —Lo dice de una manera que me da cierto rechazo y a la vez me dan ganas de terminar nuestra conversación justo ahora. — Recuerdo cuando le hacíamos burla de pequeños junto con Kendall ¿Te acuerdas?
Su tono de gracia, me fastidia más.
— Sí, lo recuerdo bien. —digo molesto mirando el piso. — Y quiero cambiar eso.
Lo vuelvo a mirar a los ojos, serio.
— Sí, yo también lo quiero hacer. —comenta. — Quiero ser su amigo.
¿Acaso escuché bien? Me parece que sí. No creo que Zoe quiera ser amiga de él, pero si me perdonó a mi, también puede perdonar a Caleb.
No quiero que intente acercarse a ella, no me fío de él y sus intenciones de querer ser amigos. Para mi no trae nada bueno.
— ¿De quién quieres ser amigo? —los dos miramos en dirección a la voz de recién. Jenny, con una sonrisa, está parada junto nosotros.
Caleb emite una risa nerviosa y luego la atrae a él desde la cintura, para darle un beso en los labios.
— De nadie, mi amor. —responde él con su brazo en sus hombros.
Así que no le cuenta todo. Se me vine a la cabeza, aquella vez que armaron un escándalo en la cafetería.
Ella está de brazos cruzados mirándolo algo seria, y luego se gira hacia mí.
— Hola Noah. —me dice cambiando su semblante serio a sonrisa.
— Hola, Jenny. —le respondo.
Ahora por mi mente pasa lo que me dijo Zoe la otra vez que hablamos y como Jenny había dejado su amistad por Caleb.
— Lo siento, nunca te pude dar la bienvenida, ¿cómo han sido estas semanas para ti en el pueblo?
Le brindo una sonrisa.
— Hasta ahora, muy bien, gracias por preguntar.
— No hay de qué. —responde ella.
El silencio que se forma entre nosotros y se vuelve algo incomodo, entonces decido irme.
— Bien, tengo que ir a clases, nos vemos.
Ellos me saludan y yo me voy.
Camino por los pasillos de la escuela hasta mi casillero, saco mis libros y me voy a la primera clase, español.
Comparto esta clase con Mason, pero cuando entro al salón, me doy cuenta de que todavía no llegó.
Me siento en una silla junto a la ventana y me pongo de nuevo los auriculares, para que la espera del comienzo de la clase no se haga larga.