Introducción
Un regalo guardado
"En lo profundo de la tierra, mi amor está mintiendo, y debo llorar solo"
Edgar Allan Poe
***
Gota y gota, caían una tras otra de una manera rápida y con fuerza.
Llovía a cántaros por primera vez en los últimos cinco meses de un caluroso sol, aunque el calor no desapareció el luminoso sol lo hizo.
Supongo que hasta los días más tristes se sienten alrededor.
La ceremonia había acabado hace más de dos horas y aún seguíamos mirando la lápida tallada con el nombre de mi abuela. Agarre el libro en mi mano con fuerza y dolor, me preguntaba muchas cosas y ninguna podía iba a tener una respuesta, quien podía contestarlas ya se había ido y no iba volver.
Marcas de lágrimas quedaron en mi rostro después de llorar durante todo el día, estarán hinchados, pero no me preocupaba por eso.
Ese día no estaba preocupada, nada más que lo lógico había pasado.
Aún no había parado de llover.
¿Por qué será?
Las lluvias usualmente no duran mucho, al menos aquí.
Solo sabía que iba a estornudar por el cambio de clima repentino ¡cómo odiaba eso!
— Tenemos que irnos, ya va anochecer y hay que conversar con el resto de la familia.
— No nos tienen con mucha importancia, llegar un poco tarde no hará diferencia, si nos cambiamos de casa y había sido como si nos mudamos de continente, ahora eso hicimos y el comportamiento aún sigue.
— Mamá, no digas eso, vamos a verlos, quiero conversar con mis primas.
Mamá, aunque estaba destrozada era muy fuerte, admiraba eso de ella, era algo que quería copiar, pero no era muy fácil de seguir siquiera.
— Bien, pero no nos quedemos mucho ¿sí?, igual mañana tenemos que arreglar las maletas para irnos devuelta a casa.
Lo sé, pero era lindo volver donde una vez fue mi hogar.
Caminamos hacia el ascensor para irnos a la planta baja dónde todos se encontraban reunido desde hace ya rato en una cafetería.
Iba a ser una noche larga.
Presionaron el botón del primer piso y solo esperamos con la música jazz de fondo. Las puertas que segundos antes habían sido cerradas ahora nos daban una vista del lobby.
Mama se había adelantado a unos pasos de nosotros lo que permitió a Esteban susurrarnos rápidamente.
— No se peleen, compórtense por su mamá, ya está bastante triste.
Asentimos a sus palabras pues sabíamos que se refería también a nuestra relación familiar se había deteriorado por el paso de los años y con la muerte de mi abuelita fue aún peor.
No me gustaba admitirlo.
Pero mentiría si dijera que nos llevamos igual como lo hacíamos cuando comencé mi adolescencia y estar en distintos continentes es aún más difícil si quiera comenzar una conversación, lo había intentado, pero no tuve éxito y ellos tampoco ponen empeño en iniciarlas solo lo hacía yo.
Muy en el fondo... Yo tampoco quería estar ahí.
Estando en frente de la puerta un hombre nos abrió por nosotros antes que pudiéramos mover la mano, le agradecimos y caminamos buscando a los miembros de nuestra familia.
— ¡Hey! Por aquí.
Una voz conocida nos gritó por nuestra atención, era mi tío, sonreía al vernos. Una parte de mi estaba contenta de volver a ver a todos, pero otra tenía incomodidad y era mayor a la felicidad que sentía, me di cuenta que las personas que años atrás confiaba tanto, ahora se sentían conocidos más que familia.
Eso había dolido.
Avanzamos a las mesas unidas para que entramos todos y nos sentamos en las que se encontraban vacías, mis primas que planeaba hablarles estaban lejos de mi así que solo pude saludarlas con un beso en la mejilla y un abrazo emocionado para poder volver a mi asiento después de saludar a los demás.
La mayoría de la reunión la pasé en mi teléfono hablando con mis amigas que trataban de ayudarme a sobrepasar el aburrimiento y el dolor que tenía, en dos ocasiones trataron que hablara y no estuviera con el móvil, pero cuando lo intentaba tocaban temas que ellos solo podían hablar lo que resultaba que no pudiera seguir su conversación y sé que no lo hacían con mala intención ya que les salía natural, pero no quitaba que me sintiera apartada, creo que tampoco era la única, mi mamá intentaba hablar como pudiera para no pelear y tener una noche tranquila, mi hermana ni siquiera fue notada en lo que quedaba de la reunión pues dejo muy claro que no quería ser parte de la plática, Esteban estaba incómodo ya que no tenía nada de vínculo con la familia y era su primera vez conociéndolos, creo que de todos, el único que se la paso bien fue mi hermano menor, volver a ver a su primo fue emocionante y se quedaron jugando todos lo que pudieron.
Emocionalmente estaba destrozada y eso solo aumento con el paso de cada minuto que seguía sentada en esa mesa, había soltado el móvil y mi ánimo caía aún más. Mi mirada cayó en Esteban quien escuchaba atentamente a mi tío que hablaba del partido que hubo una semana atrás, luego vi a mi madre que se encontraba un poco mejor junto a su hermana, parecía que se ponían al día, al final si se la estaba pasando bien en lo que cabía.
A pesar que todos en el local estaban destrozados emocionalmente, lograban hacerse sonreír unos a otros por mínimo que se pudiera, sus compañías eran como una curita para el corazón.
Todos estaban bien menos yo.
¿Y ahora? ¿Qué es lo que haría?
— Voy al baño, ma'
— Con cuidado, mi amor.
Me levante y caminé hacia el baño, para mi suerte en esa noche estaba vacío, suspiré aliviada metiéndome en un cubículo asegurando que la cerradura cumpliera su función y estuviera bloqueada, me senté en la tapa del inodoro y solo quede mirando un punto fijo por un cierto tiempo, pero no sé en qué momento empezó a verse de manera borrosa haciéndome parpadear para regresar a la nitidez de mi mirada, mi cara mientras la claridad de mi alrededor disminuía hacia aumentar la húmeda, hiperventilando en el proceso, no sé en qué momento y no sé cuánto tiempo me tomo en darme cuenta que estaba llorando, una de mis manos inmediatamente tapo mis labios tratando de calmar cualquier sonido, especialmente los sollozos que luchaban por escapar y aunque no hubiera nadie en el espacio que pudiera escucharme tenía la necesidad de ni siquiera oírme a mí misma.